Fernando Aparicio (Valladolid, 1967) lleva sólo diez meses dirigiendo la delegación española de PayPal, una compañía que cumple diez años de vida y que, en este tiempo, ha logrado convencer a más de 160 millones de personas en el mundo de que se pueden realizar compras en Internet con fiabilidad. Aun así, ha vivido de cerca las vicisitudes por las que ha pasado el comercio electrónico en España y, desde su nuevo cargo, intenta difundir las virtudes de los medios de pago seguro como el que él representa, con el que no es necesario dar los datos de la tarjeta de crédito para realizar compras.

¿Cómo ha cambiado la compañía desde los tiempos en los que se llamaba Confinity?
Ha pasado de ser una empresa que generaba negocio a partir de las inversiones a intermediar ante posibles fraudes y cobrar comisiones sólo al vendedor. El crecimiento se produjo por lo fácil que resulta para el comprador abrir una cuenta PayPal en la que sólo nos facilita los datos bancarios a nosotros y ya no vuelve a introducirlos en ninguna web, porque paga con su cuenta PayPal. La web en la que compra no puede acceder a sus datos bancarios.

PayPal es filial de eBay, el mayor sitio de subastas en la Red, desde 2002. ¿Cómo afectó esa compra?

En los inicios, PayPal competía con el medio de pago oficial de eBay pero tuvo tanta aceptación que derrocó al sistema de eBay como fórmula de pago. Prácticamente a eBay no le quedó más remedio que comprar PayPal, empleando la clásica filosofía del si no puedes con tu enemigo, únete a él.

Casi el 60% de los pagos con PayPal proviene de eBay. ¿Podrían sobrevivir el uno sin el otro?
Es una alianza muy bien avenida: eBay gana respetabilidad y confianza a través de un medio de pago aceptado en 190 países y PayPal obtiene un gran número de clientes. La estrategia de que PayPal crezca fuera de eBay tiene sólo cuatro años de vida. Hace unos años, entre el 80% y el 90% de los pagos procedían de eBay. Ahora esa cifra se ha reducido.

¿A qué dificultades se han enfrentado en España?
España arrastra un retraso de tres o cuatro años frente a Europa en comercio electrónico, no sólo en cuanto a cifras globales sino también en lo relativo al número de usuarios que hacen compras on-line. Uno de los motivos es que en España se ha ido con retraso en la implantación de la banda ancha. Somos el país de Europa que más está creciendo, pero también es cierto que partíamos de una base muy inferior a países como Alemania, Francia o Reino Unido.

¿Por qué no termina de implantarse?

Sobre todo por las dudas en cuanto a seguridad. Cuando vamos a un comercio físico y pagamos con tarjeta de crédito, nos responsabilizamos de ese pago, firmamos un recibo y no podemos repudiarlo. Eso en Internet no pasa. Estamos mucho más protegidos de lo que lo estaríamos en el comercio tradicional. Y, dentro del comercio electrónico, el comprador lo está más que el vendedor.

Uno de los aspectos más criticados por los usuarios son las comisiones que recibe PayPal, ¿qué opina de ello?
Las comisiones se corresponden con el nivel de servicio que ofrecemos. Nosotros ofrecemos una capa de seguridad adicional en la medida en la que estamos intermediando en cualquier incidencia que pueda surgir en el pago y la recepción de los artículos. Arbitramos ante un posible problema y tiene un coste muy asumible. Además, a partir de 100 euros cobrados en una cuenta PayPal, retirar el dinero es gratuito.

El método de pago más utilizado en España sigue siendo la transferencia. ¿Cómo hacen frente a esta tradición?
Es una cuestión de costumbre. Yo en su día usaba distintos modos de pago pero si consigues que tu forma de pago funcione bien y sea más cómoda, al final los usuarios la utilizan. Ahora mismo, PayPal es el segundo medio de pago por detrás de Visa y en países como Reino Unido y Australia es la fórmula más utilizada para las transacciones on-line.

¿Por qué funciona PayPal y no ha funcionado, por ejemplo, el pago a través del teléfono móvil?
El pago por móvil surgió en un momento en el que el comercio electrónico estaba en pañales en España y no ha conseguido crear una masa crítica de público importante, ni entre los compradores ni entre los vendedores.