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Una vacuna española reduce el virus en pacientes con VIH

El estudio es un primer paso para eliminar los fármacos antirretrovirales, muy caros y con efectos secundarios

AINHOA IRIBERRI

Una vacuna fabricada con células del sistema inmune mezcladas con el VIH ha conseguido “una modesta reducción” en la carga viral de 12 seropositivos que aún no habían recibido tratamiento antirretroviral. Un estudio español en fase I publicado en Journal of Infectious Diseases devuelve la esperanza a la creación de una vacuna terapéutica, una opción que permitiría que los infectados por VIH controlaran su infección sin necesidad de tomar fármacos de por vida. 

Aunque los resultados son positivos, la nueva vacuna no ha logrado ni de lejos este objetivo, aunque sí ha conseguido reducir de forma significativa, alrededor de la mitad, la presencia del virus en la sangre. Uno de los autores del estudio, el jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Clínic de Barcelona, Josep Maria Gatell, comentó que para lograr que el virus fuera indetectable (lo que consiguen los antirretrovirales) habría que disminuirla en unas 100.000 veces. 

Gatell reconoce que esta vacuna “no será la definitiva”, pero ve el trabajo, realizado por el Proyecto de Investigación de la Vacuna del Sida HIVACAT –un conglomerado de empresas públicas y privadas– como una muestra de que se está “en el buen camino”, sobre todo porque existe un amplio margen de mejora sobre el fármaco utilizado en este estudio, elaborado con el propio virus de cada participante.

Otro de los autores, el jefe de la Unidad de Inmunopatología del Sida del Instituto de Salud Carlos III, José Alcamí, abunda en la idea de que es posible mejorar el mecanismo de elaboración de la vacuna. Esta se fabrica con células dendríticas, del sistema inmunológico, que se mezclan con el VIH del paciente. “Hay mecanismos que permiten que el procesamiento sea más eficaz”, comenta. Otra posibilidad sería combinar la vacuna con un adyuvante, un potenciador del sistema inmunológico que se utiliza en la actualidad en muchas vacunas. 

Alcamí subraya que una candidata similar, desarrollada por el Instituto de Investigación de Vacunas e Inmunoterapia para el Cáncer y el Sida de Francia, obtuvo una reducción mayor en la carga viral de 18 seropositivos en un estudio publicado en 2004 en Nature Medicine. El investigador español comenta que, en este trabajo, se intentaron reproducir los mismos resultados y se consiguieron datos “menos espectaculares”, pero con un diseño metodológico mucho mejor.

“El trabajo de 2004 no tenía grupo control, por lo que nuestros resultados son más cercanos a la realidad”, explica Alcamí. Sin embargo, su autor, Jean Marie Andrieu, señala a Público: “La vacuna española ha funcionado muy mal, probablemente porque el virus [que debe matarse para fabricar la vacuna] no se inactivó de la manera correcta”. Gatell defiende que su proceso de inactivación con un choque térmico –frente al procedimiento químico usado por el francés– es eficaz. “No hay ninguna duda que el virus está bien inactivado”, subraya.

Gatell apunta una vía en la que hay depositadas grandes esperanzas: el uso conjunto de esta vacuna con los antirretrovirales. Se trata de administrársela a pacientes que ya han conseguido una carga viral indetectable gracias a los fármacos antirretrovirales, retirarles la medicación y observar si el virus vuelve a aparecer. 

Los mismos autores del estudio publicado están realizando ya este trabajo en 36 seropositivos tratados, a la mitad de los cuales se les ha administrado la vacuna. “Habrá que ver si la carga viral se mantiene indetectable o si hay un rebote”, comenta Gatell, que cree que “a finales de año” se tendrán los resultados. “Si el virus se mantuviera inamovible durante tres o cuatro años también sería perfecto”, especula el investigador catalán. “En pacientes tratados hay más posibilidades de que haya respuesta. El VIH intoxica al cuerpo y, cuando lo tratas, se recupera el sistema inmunológico. Es previsible que la vacuna sea más eficaz”, comenta Alcamí, que también participa en el segundo estudio.

Para este investigador, la característica más importante del compuesto es, precisamente, “que se trata de una vacuna a la carta”, elaborada aplicando un pulso eléctrico a las células dendríticas con el virus del paciente. “Cuanto más cercano sea el patógeno, más específica y potente será la respuesta”, explica Alcamí. 

Por esta razón, una posible utilidad de este tipo de fármacos sería el de los pacientes resistentes a los fármacos antirretrovirales, aunque, según explica el investigador del Instituto de Salud Carlos III, ahora mismo no existen enfermos de este tipo “desde la introducción en 2007 de lo que llamamos la segunda generación de terapia antirretroviral de alta eficacia”. Sin embargo, si los pacientes que hoy responden a los nuevos fármacos acabaran desarrollando resistencias, “podría ser una opción”.

Tanto este investigador como Gatell tienen claro que, en un futuro próximo, se darán muchos más pasos en dirección a una vacuna terapéutica definitiva. El investigador del Clínic adelanta, por ejemplo, que la inmunización preventiva española que desarrollan conjuntamente el Centro Nacional de Biotecnología, el Hospital Gregorio Marañón de Madrid y el Clínic de Barcelona, cuyos resultados parciales se presentarán en el primer trimestre del año, “se probará también como vacuna terapéutica”.

Cuando en 1983 se identificó el VIH como causante del sida, la comunidad científica casi respiró con alivio. Si el causante de la enfermedad que estaba diezmando a población joven y sana era un virus, pronto se desarrollaría una vacuna que prevendría la infección.

Sin embargo, el VIH demostró unas características que le permitían zafarse de todos los candidatos a vacunas que se investigaban. En 2007, cuando casi habían pasado 25 años desde la identificación del VIH, el fracaso del multitudinario ensayo clínico STEP con una vacuna preventiva que no sólo no evitaba la infección, sino que aumentaba el riesgo de adquirirla, hizo que el pesimismo se instalara entre los investigadores.

En 2009, sin embargo, se produjo la noticia más esperada. Por primera vez, una vacuna administrada a pacientes sanos demostraba eficacia a la hora de reducir el riesgo de infectarse con el VIH. El trabajo, publicado en Science, mostró una reducción muy modesta, de menos del 25%, pero sirvió para devolver el optimismo a la comunidad científica. En la actualidad, se considera que existen muchos avances, sobre todo en investigación básica, que permiten predecir que, en un plazo aproximado de diez años, el sueño de acabar con el sida puede ser una realidad.

1. Definición

Una vacuna terapéutica es aquella diseñada para controlar una infección en personas que ya la han adquirido, frente a las inmunizaciones preventivas, que se administran a personas sanas para evitar enfermedades. Además de frente al VIH, se están desarrollando con éxito vacunas terapéuticas frente a algunos tipos de cáncer, contra la infección del Virus del Papiloma Humano y frente a las alergias, entre otras.

2. Necesidad

Aunque la irrupción de la llamada terapia antirretroviral de alta eficacia redujo de forma drástica la mortalidad por sida, los seropositivos deben tomar el tratamiento de por vida. Además de los efectos secundarios que ello conlleva (algunos todavía por descubrir), el coste es elevado, 'de unos 8.000 euros por paciente y año', según el especialista del Hospital Clínic Josep Maria Gatell. El investigador del Instituto de Salud Carlos III José Alcamí la considera 'muy necesaria' para controlar la enfermedad en los seropositivos, aunque cree que se considera 'la pariente pobre de las vacunas preventivas'.

3. Fabricación

En el momento actual, existe una cierta incertidumbre sobre cómo serán las futuras vacunas terapéuticas. Existe la posibilidad de fabricarlas con el virus de los propios pacientes, como la ensayada por el HIVICAT pero, también, de diseñarlas de forma masiva. Hasta ahora, los intentos en este sentido no han tenido éxito.

4. Administración

Al contrario que las vacunas preventivas, que se administran en una o varias dosis pero cuyo efecto suele ser muy duradero, se cree que las vacunas terapéuticas tendrán que administrarse con mayor periodicidad. Las posibilidades son infinitas ya que, como explica Alcamí, cualquier retraso en el inicio de la necesidad de medicarse con antirretrovirales durante toda la vida sería beneficioso.  

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