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Apartheid, un recuerdo sucio

Durante 42 años, Sudáfrica quedó sumida en la más horrible segregación

SERGIO GARCÍA

La victoria electoral del Partido Nacional en 1948 tuvo como consecuencia inmediata la aplicación de un sistema de separación racial y la restricción de los derechos básicos a todo individuo clasificado como 'no blanco'. Así se impuso una política de segregación vigente hasta 1990.

Con el Apartheid, Sudáfrica convirtió la preservación de la minoría blanca en una cuestión de estado. La justificación de esta política, discriminatoria con la mayoría de la población del país, se asienta en una lectura negativa del concepto de raza. Para los ideólogos del Partido, las diferencias biológicas y cultura impiden el desarrollo conjunto de las etnias. Es imprescindible, si se desea garantizar la felicidad de cada una de ellas, vivir separados.

Segregación a toda costa

Antes del Apartheid, Sudáfrica ya tenía una trayectoria de segregación racial herencia del colonialismo. En 1910, sólo los blancos podían acceder al Parlamento, y una ley de 1913 sobre las tierras indígenas limitaba a un 13% de la extensión del país, la tierra en manos de la población mayoritaria.

El Apartheid se materializó en un sistema de leyes aberrantes, que cuajaron después de convertir a Sudáfrica en un Estado policial. En 1949 se prohibieron los matrimonios mixtos y, un año después, se estableció el Registro de Población, que obligaba a los individuos a ser clasificados según su raza. También surgió la Ley de Áreas de Grupo, con la que se crearon lugares de convivencia para los sujetos pertenecientes a un mismo grupo racial. Además, a los trabajadores negros se les prohibió participar en huelgas o cualquier otro mecanismo de reivindicación laboral. En 1954 se aplicó una de las ordenanzas más monstruosas del Apartheid: la Ley de Educación Bantú, que construyó un plan de estudios mínimo para los jóvenes negros.

La resistencia

La organización que aglutinaba la lucha contra la segregación, el Congreso Nacional Africano (CNA), fue ilegalizado en 1960, tras la matanza de Shaperville. Aquel día, la policía abrió fuego para disolver una manifestación. Asesinaron a 69 personas. Ni siquiera el arresto, en 1963, de Nelson Mandela, líder del CNA, derrota los ánimos de rebelión. Diez años después de la condena a cadena perpetua por traición de Mandela, los estudiantes de Soweto se manifiestan contra la introducción de la lengua afrikáans en las escuelas. Las fuerzas de seguridad acabaron con ella y con más de 400 personas. Un año más tarde, Steve Biko, líder de la 'Conciencia negra', es asesinado a golpe de tortura en el penal de Pretoria.

Con la exposición El Apartheid. El espejo surafricano, el CCCB nos acerca a esta lacra histórica, que acaba en 1990, cuando el presidente electo Frederik de Klerk zanja el régimen, deroga las leyes segregacionistas, libera a Mandela -que sobrevivió a 27 años de cárcel-, legaliza el CNA y dota al país de una nueva Constitución.

La exposición se plantea como un recorrido desde los orígenes europeos del racismo moderno a su extensión planetaria durante la época colonial y poscolonial. Presenta una amplia selección de obras de arte creadas en Sudáfrica desde el siglo XIX hasta la actualidad, con especial atención al periodo del Apartheid. La muestra puede verse desde el 26 septiembre de 2007 al 13 de enero de 2008, en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona.

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