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Enfoca, dispara y corre

Un documental rescata las imágenes y los testimonios de los fotógrafos que retrataron la represión de la dictadura chilena.

JESÚS CENTENO

En un tiempo en el que los medios de comunicación estaban controlados por un régimen opresivo y donde la autocensura era la norma, un grupo de fotógrafos irrumpió en Chile para sacar a la dictadura de la impunidad. Eran los tiempos donde las cámaras eran armas. En aquellos años, entre 1973 y 1990, Augusto Pinochet Ugarte gobernaba el país. Pero en las calles reinaban los disturbios y las protestas. Allí, los reporteros gráficos aprendieron el oficio, crearon escuela y fundaron una asociación que los protegía, la de los Fotógrafos Independientes (AFI). Unos fueron reprimidos brutalmente, otros fueron asesinados. Pero la mayoría siguen vivos. Sus instantáneas se convirtieron en la voz de los oprimidos y un testimonio para los procesos de justicia.

Sebastián Moreno (Santiago de Chile, 1972) es hijo de uno de aquellos valientes. Acaba de estrenar en España La ciudad de los fotógrafos, un documental en el que rescata el aroma a caucho quemado que desprendía el desorden callejero. 'Puedes sentir lo que era estar en Chile sin haber vivido allí. La intención era recordar la emoción de aquellos días', afirma el cineasta. En la película, algunos de esos fotógrafos son llamados a rememorar experiencias, esta vez sin el obturador de por medio.

Revivir la infancia

Moreno emprendió un minucioso trabajo de investigación y documentación de imágenes, vídeos y testimonios de la época. Tenía la necesidad de revivir los recuerdos de su infancia. Desde su niñez, ha convivido con estas instantáneas, que se publicaban en revistas como Apsi, Análisis, Hoy o Cauce, seminarios de oposición al régimen que sobrevivían entre la censura y los secuestros.

'Hubo un momento -explica Moreno-, en el que las fotografías fueron prohibidas por el régimen. Durante varios meses, las revistas salieron sin imágenes, un caso único en el mundo. Los fotógrafos salieron a la calle y se las pegaron al cuerpo'. Éstas y otras historias son las que se detallan en la cinta, que ha recibido el premio al Mejor Documental en el Festival de cine de Milán o la Mención Especial del jurado en el de Guadalajara.

Entre los relatos se encuentra el de Rodrigo Rojas, un joven de apenas 19 años que cometió el error de salir a la calle solo. 'Recuerdo el día exacto, el 2 de julio de 1986. Mi padre volvió a casa destrozado. Este chico, Rojas, era uno de los fotógrafos más osados del momento', narra el director. Esa noche, durante una barricada estudiantil, Rodrigo Rojas fue interceptado junto a su compañera por una patrulla militar. Fueron brutalmente golpeados, rociados de combustible y quemados vivos. Es, sin duda, el caso más emblemático de la represión a la que los fotógrafos fueron sometidos.

Autocrítica y responsabilidad

Desde aquel suceso, muchos cambiaron de perspectiva. 'No podían vivir sin violencia. Si no había golpes, no había interés. Se sentían como buitres', asegura Moreno. Después, con la llegada de la libertad, los fotógrafos se convirtieron en náufragos de la democracia. La mayoría abandonó el oficio. 'Tuvieron que reinventarse, como personas y como profesionales', explica el director chileno, para quien la revisión de la dictadura de Pinochet debe hacerse desde la sensibilidad y la responsabilidad.

'Nuestra generación está recordando aquella época desde las personas, no desde la política. En Chile hay muchos documentales sobre el golpe de estado, pero muy pocos sobre los 17 años de dictadura', dice. Para Moreno, sin la revisión del pasado no puede haber futuro. Según afirma, con La ciudad de los fotógrafos -estrenada en España en septiembre y exhibida de nuevo hace unos días en la Casa América de Madrid- son muchos los que han abierto los ojos: 'Al fin han entendido el coste humano y social que tuvo la dictadura'.

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