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El Guincho, última sensación de la música española

El canario Pablo Díaz-Reixa impacta con ‘Alegranza’, una fiesta tropical, vanguardista y enloquecida.

JOAN VICH MONTANER

El Guincho es un águila pescadora, en peligro de extinción, que se da en las Islas Canarias. A los pocos que quedan se les puede ver sobrevolar los islotes de Alegranza, Montaña Clara o el Roque del Este, cerca de Lanzarote. Uno de ellos, el más excéntrico, ha emigrado a Barcelona y hace música tribal, excitante y repetitiva.

Pablo Díaz-Reixa –batería de Coconot– es El Guincho, y si fuera de Baltimore o de Nueva York todo el mundo hablaría de él con la pasión que pueden llegar a provocar sus loops policromáticos: tiene la experimentación alocada y psicodélica de Animal Collective, las sonoridades africanas adaptadas al indie de Vampire Weekend y el descaro multiétnico y electrónico de M.I.A.. Su vibrante segundo disco ha sido una de las grandes sorpresas de final de 2007 y se llama Alegranza, como el islote.

Hace un año, Díaz-Reixa empezó a trastear con aparatos y a pensar en la idea de El Guincho, tratando de inventar canciones de una forma que resultara poco convencional. Desde entonces todo ha sido bastante frenético, como su música. Después de grabar un primer disco subterráneo
(Folías) “en una noche, apoyado por recortes viejos que tenía”, entre julio y septiembre grabó las canciones de lo que sería Alegranza.

Fiesta de la repetición
Este nuevo disco es una excitante fiesta de la percusión y la repetición, un cóctel explosivo de colores chillones que recoge influencias de los más diversos estilos en un carnaval desprejuiciado, hipnótico y muy contagioso. En su discográfica definen su sonido como
disco-tropicalismo-calypso-fat-beats. Se quedan cortos.

Pueden comprobarlo en directo durante el mes de febrero: el 7 en Tarragona, el 8 en Valencia, el 9 en Madrid, el 16 en Zaragoza. “En concierto ves cómo se forma la canción,
son progresiones más de electrónica en directo, temas largos y más profundos, parecido a una sesión de dj pero manteniendo las armonías y percusiones del disco”.

De hecho, y aunque pueda parecer lo contrario, Alegranza fue grabado casi en directo: “La única diferencia es que en la grabación tratamos los samples con la ayuda de unos pequeños amplificadores. Reproducíamos la mezcla final de
todos los patrones por los altavoces en una habitación y capturábamos la fuente con un
par de micrófonos.

La idea
era tratar Alegranza como
un disco de exótica”.
Alegranza es un disco hecho a pedacitos, trocitos diminutos de música sampleada de discos ignotos pero llenos de vida, tesoros de las cubetas de segunda mano que contagian su entusiasmo gracias a un trabajo que, sin embargo, no es tan riguroso como puede parecer tras una primera escucha: “Compongo muy rápido porque me canso muy pronto. Si termino un patrón y lo escucho durante unos diez minutos
sin que me venga nada a la cabeza, lo desecho. Me gusta
capturar el rayo. Que las cosas exploten y sentir que la canción tiene luz.

En una o dos
horas tiene que estar acabada; si no, no me la creo”.
Capturar el rayo. Ese es el concepto: “El ritmo es muy importante y el espacio también. Si esas dos cosas están, me siento bien”, reflexiona Pablo. “Lo primero siempre fue intentar crear esa sensación de encontrarte en un sitio. Luego hay muchos detalles que igual se pillan con más escuchas.

Pequeños recortes independientes que quizá sólo suenan una o dos veces en un tema y que con toda la marea se pierden. Pero ahí están, para quien los quiera descubrir”.

PISTAS

La ruta del sonido que conduce a El Guincho

Tropicalismo
“La música brasileña fue la primera que me enganchó hasta el punto de comprar discos malos felizmente”. En la música de El Guincho descubrimos la travesura, la lucidez y las ideas que Tom Zé, Gilberto Gil, Os Mutantes o Caetano Veloso derrochaban a finales de los 60.

Calypso
“El calypso vino después, gracias al ‘Discover America’ de Van Dyke Parks. Escuché ese disco un millón de veces, empecé a investigar y llegué a The Mighty Sparrow, Roaring Lion o Lord Invader. También a las producciones jamaicanas de King Tubby, Lee Perry con Augustus Pablo, Bunny Lee y a las melodías perfectas de Alton Ellis. En mi casa siempre hubo música latinoamericana que ha  marcado mi forma de cantar”.

Exótica
La música que acompañaba los cócteles en los 50 inspira el tratamiento de producción: “En ‘Alegranza’ traté de conseguir una sensación de espacio en medio de la música, como en las producciones de Esquivel, Dick Hyman o Jimmie Haskell”.

Afrobeat
Las canciones de El Guincho son como graffitis, muy repetitivas y tribales. Pero “ni todos los canarios escuchan música africana ni en la música canaria existe la repetición tipo DDC Mlimani Park. A pesar de todo, haber nacido en Gran Canaria me predispuso a incorporar estas ideas”.

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