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"Los judíos están obsesionados con la seguridad"

En sus libros cruza todos los géneros que le vienen bien, lo que le ha convertido en uno de los autores más celebrados de la novela norteamericana

P. CORROTO / Á. RAMOS

Michael Chabon (Washington, EEUU, 1963) vuelve a primera línea del panorama literario con una oscura y muy inteligente novela, en la que reivindica la novela de género: El sindicato de policía yiddish (Mondadori).

Muchos críticos le consideran a usted uno de los grandes escritores norteamericanos. Es más, están a la espera de que usted escriba la Gran Novela Americana. ¿Qué opina de esta presión?
Me siento muy pequeñito ante esta cuestión. Yo viajo mucho y me paso la vida en los aeropuertos, y cuando digo aeropuertos, me refiero sobre todo a sus tiendas de libros, las cuales suelen ser muy pequeñas y tener muy pocos libros. Y yo sé que hay montones de escritores buenos en EEUU. Por tanto, cuando no les encuentro en esa pequeña selección y por el contrario sí me veo a mí, me siento muy agradecido, y realmente, con eso me basta.

Forma parte de los escritores que muestran la sociedad americana, como David Foster Wallace.¿Qué parecidos hay?
No lo sé... Si te refieres a Foster Wallace en particular, realmente no creo que seamos muy parecidos. Sobre todo, pienso que el enfoque de sus novelas y las mías es muy distinto.

Hablemos de su libro ‘El sindicato de policía yiddish. Ya tiene numerosos premios y eso que es una novela de ciencia-ficción. ¿Cree que este género ha pasado ya por su ostracismo?
No lo sé, lo que sí que ha pasado es que los escritores de mi generación y los más jóvenes estamos recibiendo muy buenas críticas por varias razones. Una es que los críticos de hace años ya han muerto y eso ha mejorado la situación. Y por otro lado, creo que ahora no hay una distinción tan profunda entre géneros. Es decir, no sólo se escribe ciencia-ficción. Por otro lado, este es ya un debate muy viejo sobre las posibilidades de la ciencia-ficción, por lo que tampoco pienso que ahora se le esté dando más facilidades a este género.

¿Para esta novela le ha influido su trabajo como guionista en Spider-Man II?
No, no. Fue divertido y ellos me pagaron. Y eso es bueno. ¡El dinero es bueno! Pero sólo fue trabajo divertido. Nada más.

¿Qué prefiere: lectura o escritura?
Amo todo tipo de libros, de terror, de ciencia-ficción, del siglo XIX como Flaubert... Como lector amo todas esas obras y no tengo límites. Pero como escritor, la cosa cambia, porque siento que tengo muchas más imposiciones y estoy más limitado. Yo me siento más inocente, así que realmente el origen de que yo sea escritor está en que quería sentirme como cuando era lector, sentir la misma experiencia de dentrarte en mundos distintos, de ir al otro lado.

Por cierto, ¿cuáles son las coincidencias entre el libro de Philip Roth La conjura contra América y su libro?
Creo que las similitudes entre ambos libros son bastante superficiales. Efectivamente, los dos tratan la historia de los judíos en EEUU, y los dos tienen mucho que ver con lo que ocurrió después de la II Guerra Mundial. En eso estoy de acuerdo. Sin embargo, ahí se acaba todo, porque lo que cuenta Roth sucede en los años cuarenta y apunta unas consecuencias que en mi libro ya se han desarrollado y agotado. De hecho se sucede una nueva realidad. Mi novela transcurre en los años sesenta, una época en la que comenzaba a ser posible ser diferente al otro.

Pero ¿qué han dicho la comunidad más conservadora de judíos en EEUU?
Es que la comunidad judía es muy diversa. De hecho, nosotros tenemos una expresión que es dos judíos, tres opiniones. Por eso, me es muy difícil entrar en detalles sobre esta cuestión.

Por ejemplo, los políticos conservadores ¿qué han dicho?
Es verdad que he recibido críticas, en particular en Israel, donde se ha tomado con cautela e incluso como si fuera algo peligroso. Sin embargo, a pesar de que pueda haber dos interpretaciones para un mismo libro, creo que hice un buen trabajo.

¿Es problemático escribir sobre judíos?
No.

Quizá es que la visión que tenemos en Europa sobre los judíos es la del lobby que lo controla todo.
Bueno, no sé, yo pienso que nadie es bueno del todo. Es algo de la condición humana. La verdad es que estamos en una situación muy complicada con respecto a la cuestión judía y cualquier interpretación que se haga al respecto puede ser la equivocada. Sin embargo, cuando hablas del control y el poder... realmente creo que los judíos con lo que están obsesionados es con la seguridad, con el terrorismo, con el peligro... Quieren tener un control sobre su destino.

¿Se siente usted etiquetado como escritor de la cosa judía?
Cuando escribo, lo que me planteo es que la historia pueda servir para comprender el desarrollo de nuestra condición humana en este mundo y cómo nos desenvolvemos en ella. Y lo que te puedo decir es que me siento muy afortunado con el trabajo que tengo.

Stan lee
El padre del cómic Marvel ha sido, confesó Chabon, una de las influencias más claras. Dijo de Lee que fue el primero en dotar a los superhéroes de una carga trágica, que consiguió que dejaran de ser héroes planos. Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay estaba inspirado en la figura de Lee.

Chuck Palahniuk
Palahniuk y Chabon comparten una mutua atracción por los personajes más delirantes de la cultura popular norteamericana, que se presentan como los brillantes secundarios de sus novelas. Han sido los primeros de su generación en cultivar un rico cruce de géneros literarios.

 

La solución final
Un anciano detective investiga su último caso: el asesinato de un joven refugiado judío dueño de un loro gris. Novela de detectives que homenajea a Sherlock Holmes y que nos demuestra qué cosas, como el Genocidio, no pueden ser explicados a través de la lógica.

Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay
Obra cumbre de Chabon. Cuenta la historia de dos dibujantes de cómics, dos primos judíos que en tiempos de la II Guerra Mundial crean al personaje de El Escapista. Sufren la explotación laboral y sus vidas crecen en sentidos diferentes, ofreciéndonos un relato intimista y apasionante.

Muy pocos podrían pensar hace un par de décadas que unos géneros considerados menores como el western, la novela de catástrofes o la novela negra se convertirían en las tablas de salvación de la novela americana. La Carretera (Cormac McCarthy), El Club de la Lucha (Chuck Palahniuk) y American Psycho (Breat Easton Ellis), tres narraciones que bebían de las fuentes del pulp sangriento y descabellado se han convertido en iconos literarios. Michael Chabon (Pulitzer en 2001 por Las asombrosas aventuras de Kavalier y Klay) abandona las formalidades de la narrativa convencional para embarcarse con El Sindicato de policía yiddish en el género de ciencia o política ficción.

Chabon rehace la historia del Estado de Israel al provocar el éxodo de todos los judíos europeos a un recóndito distrito del estado de Alaska. Un escenario gigante que se muestra en pequeños fogonazos de terror, que iluminan la historia y que, inevitablemente, recuerdan al minimal desplegado por Palahniuk en Rana.

Chabon ha tejido temas (la infidelidad, el divorcio, la amistad, el amor) y personajes cotidianos con elementos de género. Es uno de los pocos escritores capaces de hacer emerger una trama típica de novela negra de un panorama de ciencia ficción y mantener el pulso narrativo que lo ha hecho famoso.

Tampoco ha abandonado el tema judío, pero alterando las coordenadas de la historia para entender (que no justificar) la tragedia de pertenecer a un grupo marginado. Curiosamente, coincide con Philip Roth al cultivar un humor negrísimo propio de la cultura hebrea y que emana de su sentimiento trágico de la vida.

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