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Apocalipsis metalera

Robert Trujillo, bajista de Metallica, defiende el sonido oscuro y violento de ‘Death Magnetic', nuevo disco de la banda a la venta el 12 de septiembre

JESÚS CENTENO

El heavy metal le debe mucho a Metallica. En primer lugar, porque echaron por tierra la imagen del heavy enfundado en pantalones cuero, camisetas de seda y botas texanas que había impuesto el glam metal, hasta entonces la cara más popular y comercial del hard rock en Estados Unidos. En segundo lugar, porque Metallica, junto a Anthrax, Megadeth y Slayer, consiguieron moldear la agresividad hardcore que anunciaban las bandas británicas (Judas Priest, Iron Maiden) y las envolvieron en un nuevo género: el thrash metal. Con el tiempo, firmaron discos formidables y accedieron al mainstream. No en vano, han vendido más de 100 millones de discos en todo el mundo, en parte gracias a la accesibilidad del grupo en los noventa.

Pero las cosas se torcieron. Su anterior disco, St. Anger, grabado hace un lustro en medio de discusiones y clínicas de rehabilitación -crisis recogida para deleite de los más morbosos en el documental Some Kind of Monster- fue vejado por crítica y público. Tras varias giras, la banda nacida en Los Ángeles vuelve al candelero con un nuevo LP, Death Magnetic (a la venta el 12 de septiembre), en el que dejan su futuro en manos de Ruck Rubin, un productor capaz de sacar lo mejor de artistas como Neil Diamond, Shakira y Rage Against the Machine.

'Rick nos aconsejó que debíamos conectar con lo mejor de nuestro pasado en lugar de huir de él, como veníamos haciendo. Es un gran comunicador y sabe poner a la gente en su sitio', explica a Público Robert Trujillo, bajista del grupo tras la retirada de Jason Newsted en 2001 'debido al desgaste físico y otros motivos personales'. En Metallica, Trujillo es el mediador que necesitaba una banda marcada por la lucha de egos. 'Más que cambiar de sonido, lo que quería Rick Rubin era que recuperásemos la actitud de los viejos tiempos. Nos habíamos alejado de lo que somos, pero ahora hemos vuelto a componer un disco clásico de Metallica, de la vieja escuela, con ese espíritu rebelde e innovador que tendría que tener una banda como la nuestra'. Parece que lo han conseguido: Death Magnetic, que contiene 72 minutos de duración y sólo 10 canciones, ha atraído el interés y los comentarios de la comunidad metalera gracias a la promoción del disco en Internet, medio del que el grupo había renegado en 2000, cuando demandó a Napster por permitir el intercambio de su música en MP3.

En Death Magnetic, hay afán de recuperar su sonido de antaño, de volver a las raíces. El disco suena dinámico y contundente, pero también oscuro, con ritmos de batería pesados y rápidos, solos de guitarra inagotables y, en general, composiciones muy complejas en lo instrumental. Pero si por algo destaca Death Magnetic, es por la ausencia de estribillos pegadizos. 'Este es un disco directo que te estalla en la cara', explica Trujillo. 'Es un álbum agresivo, quizá no apto para todos los públicos, pero que no va a defraudar a los acólitos del grupo', asegura.

Tal y como dijo Thomas Vintergerg, director del videoclip de The Day That Never Comes -carta de presentación del disco-, la belleza del nuevo álbum reside en sus vagas pero poderosas letras. 'Lo que me hace ir a la deriva un poco más.../lo que me hace saber que es hora de cruzar la línea.../son las palabras que me dices/y yo ya empiezo a ver el fin en mí', canta el frontman, James Hetfield, en My apocalypse.

Según el propio Hetfield, la idea era elaborar un tributo a músicos que se quedaron en el camino, desde Layne Staley (ex líder de Alice In Chains, fallecido en 2002 por sobredosis) hasta Johnny Cash (murió en 2003 tras sufrir una larga enfermedad neurodegenerativa). A su manera, Hetfield retrata la desgracia de gente que ha sido arrastrada a la muerte en canciones apocalípticas que muestran ansiedad, angustia y terror. 'La muerte está ahí, rondando, pero no sabes cuándo ni cómo va a ocurrir. Vamos a morir en algún momento, pero es algo de lo que no se habla, nadie quiere sacar el tema. Es como el elefante blanco que estorba en la sala de estar. Pero en algún momento tendremos que lidiar con ella'. Precisamente, en el video de The Day That Never Comes muestra imágenes que hacen referencia al cruento caos que se vive en Irak, Aunque sin intenciones políticas: 'La idea central es el elemento humano del perdón frente al resentimiento', dice Trujillo, cuya presencia ya es sido esencial (basta escuchar el corte Cyanide). Dice Hetfield que el hispanoamericano ha aportado más que Newsted en 14 años. 'Jason acabó quemado porque era un líder nato en un grupo con dos cabezas muy visibles -Hetfield y el batería Ulrich-. Quería ser importante y quizá nunca tuvo el respeto que merecía. Pero mi caso es distinto: llegué con 39 años y me limito a proponer ideas. Pero sé que ellos mandan en el grupo', se defiende el bajista.

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