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Oasis busca el prestigio perdido

Su séptimo trabajo, ‘Dig out your soul’, llega a las tiendas el próximo lunes, aunque ya está disponible para escuchar en MySpace. Ofrecemos las cuatro claves para entender el disco (y al grupo)

VÍCTOR LENORE

Dice Alan McGee, el cazatalentos que les fichó y capo del sello Creation, que Oasis debería haberse disuelto en el año 1996, después sus macroconciertos en Knebworth. Unas 250.000 personas asistieron a esas dos actuaciones (dos millones y medio llamaron para solicitar entradas y la lista de invitados VIP tenía 7.500 nombres). Era la época en la que no paraban de sonar en las radios de todo el mundo y hasta Tony Blair les perseguía para hacerse fotos con ellos. Pero los hermanos Gallagher decidieron seguir funcionando y se convirtieron en otro grupo más de la aristocracia rock. Su nuevo trabajo, Dig out your soul intenta enderezar un camino que ya convencía a muy pocos.

1. Disco suelto y psicodélico

La banda define Dig out your soul como su disco con más groove. El término es casi imposible de traducir, pero se refiere a una mayor soltura en la sección rítmica para potenciar la sensación de que la música fluye (la expresión se usa bastante en el funk y en el soul). Las principales influencias que la prensa ha destacado hasta ahora es la etapa oriental
de los Beatles , la contundencia de The Who, el giro hacia el rock musculoso del segundo disco de Stone Roses y unas gotitas de Pink Floyd. Ellos lo admiten todo.

Una escucha al tracklist revela que The shock of lightning es el típico single de Oasis. Falling down parece una secuela de Setting sun, la canción de The Chemical Brothers a la que Noel puso voz en 1996. El disco también repesca piezas guardadas en los cajones. (Get off your) High horse lady es un descarte del álbum Heathen Chemistry (2002). Soldier on estaba en una maqueta de 2004 que el grupo The Coral recomendó rescatar cuando la encontraron tirada por el estudio de grabación. ¿Las letras más curiosas? Bag it up es un flashback a la etapa adolescente en la que Noel esnifaba pegamento. La canción Ain’t got nothing trata del incidente del bar de Munich donde Liam perdió dos dientes en 2002.

2. Exigencia bajo mínimos

Lo tienen difícil para decepcionar. Sobre todo por lo bajo que está su listón creativo. Vienen de firmar una de las ternas más plomizas de la historia del rock británico: Standing on the shoulder of giants (2000), Heathen Chemistry (2002) y Don’t belive the truth (2005) son pálidas fotocopias del estilo descarado y rotundo que les convirtió en estrellas globales. Tras Be here now (1997) Noel ya se mostraba autocrítico con su trabajo. “Ese disco es el sonido de unos músicos ciegos de cocaína esperando a que se calle el cantante para poder meter su riff”, admitía en un documental sobre el auge y decadencia del britpop.

Así explicaba Liam esta semana cómo han encajado el desprecio de la prensa a sus últimos álbumes: “Me duele cuando dicen que somos aburridos o que deberíamos cambiar. Duele porque no lo entiendo. Llevamos 15 años y ya no estamos excitados por todo esto, pero creo que aún sonamos excitantes. Cuando tocamos en directo se crea algo especial”. Aun así no han conseguido matar la sospecha de que la gente acude a sus shows para escuchar las canciones de los dos primeros álbumes.

La revista musical Q preguntó a 20 artistas británicos por su canción preferida de Oasis y 15 de ellos escogieron piezas de los dos primeros años del grupo. Han despachado catorce millones de copias a lo largo de su carrera. Casi la mitad de ellas (6,5) corresponden a su segundo trabajo: (What’s The Story) Morning Glory (1996).

3. Máxima fidelidad del público

Más de uno se sorprendió en noviembre de 2005 cuando agotaron las 10.000 entradas de sus conciertos en Madrid y Barcelona. Sólo cuatro meses antes, muchos habían visto ya su triunfo en el escenario grande del Festival de Benicassim. Se supone que estábamos ante un grupo en decadencia, pasado de moda, que había encadenado tres discos mediocres. ¿Dónde está el truco? Sus fans están entre los más fieles del mundo. El éxito global de sus dos primeros discos propició que esas canciones fueran la banda sonora de millones de adolescencias, vacaciones de verano y victorias futbolísticas.

Alexis Petridis, jefe de música de The Guardian, afirma que en Inglaterra la adoración por Oasis llega a cotas “casi cómicas”. Recuerda que en su gira de 2000 algunos fans saludaban al grupo al grito de “Ave, Liam”. La revista Mojo añade que en 2008 “triunfan porque han logrado un compromiso emocional con su público. A Bob Dylan la gente va a verle aunque sepan que pueden aburrirse. Algunos artistas son como la Navidad: compras entradas porque son tu familia, aunque en el fondo sospeches que no vas a pasarlo del todo bien”. Otros comparan a sus seguidores con los hinchas del fútbol, que apoyan a su equipo por mal que lo haya hecho. Ciertamente, algo de hooligans tenía el grupo de asistentes a aquel FIB que logró tumbar una valla metálica para coger primera fila.

4. Me importa un carajo el indie

Comenzaron en Creation, una discográfica mítica de la escena indie, pero hoy Noel reniega de aquello: “Mis colegas son Bono (U2), Chris Martin (Coldplay), Mick Jagger y Keith Richards (The Rolling Stones). Me importa un carajo lo que piense de nosotros el chupapollas de los Wombats o Last Shadow Puppets. Están tan por debajo de mí que es increíble. Me gustaría ser como U2 porque ofrecen el mejor concierto sobre la tierra. Me encantaría ser universalmente amado como Coldplay. Pero, al final, tienes que ser lo que eres. No sé cómo, pero hemos acabado convertidos en una banda de rock de estadio. En el fondo, prefiero el sonido de la gente expectante ante qué canción viene ahora que estar envuelto láseres y mensajes políticos en las pantallas. Lo que nos diferencia es que nosotros no entretenemos a nuestra audiencia: saben entretenerse solos. A veces pienso que vienen a los conciertos a estar con otros fans de Oasis”.

Análisis por Jesús Miguel Marcos

Alan McGee, el gran cazatalentos de la música británica en los noventa, lanzó a Oasis a través de su sello, Creation, en 1994. Hace unos días, Mcgee escribía en el diario The Guardian un artículo titulado '¿Por qué el mundo de la música necesita a Oasis?'. Entre otras alabanzas, comparaba su nuevo disco con Revolver, de los Beatles, o Beggar's Banquet, de los Rolling Stones. Para él, Dig out your soul, como se titula el álbum, es el mejor disco de Oasis desde What's the story morning glory (1995). McGee dice esto porque sabe que es lo que el público espera: ¿Cuándo sacará Oasis un disco al nivel de sus dos primeros trabajos? O lo que es lo mismo: ¿Cuándo volverá Oasis a hacer canciones emocionantes, intensas, potentes, brillantes? Escuchado el disco, Dig out your soul no responde a estas preguntas. Oasis no avanzan ni hacia adelante, ni hacia atrás. Atrapados en sus guiños a los Beatles e incapaces de liberarse de su propio sonido, en este disco falta lo que mejor sabían hacer: canciones.

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