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Fuego, músculo y rock neandertal

Treinta años después de hacerse masivos, los australianos AC/DC siguen en la cresta de la ola en 2009. Su mejor biografía acaba de ser editada en castellano y en primavera estarán de gira por España

JESÚS MIGUEL MARCOS

Bob, Malcom, Phil y Angus, los primeros AC/DC. P.M.

Si Pedro Picapiedra y Pablo Mármol hubieran formado un grupo de rock, ese grupo sería AC/DC. Riff de guitarra, golpe de caja, chaston, silencio, pisa el bombo y otro riff de guitarra. Nunca hacer música y picar piedra estuvieron tan cerca. Si a eso le añades una voz de reptil, el resultado no puede ser más cavernoso.

Sin embargo, cuesta creer que el gordinflón Picapiedra y el bonachón Mármol pusieran las dosis de mala baba necesarias para que el resultado fuese letal como el veneno. Y si los AC/DC de carne y hueso te pican, te contagian.

Si no, que les pregunten a Murray Engleheart y Arnaud Durieux, autores de la más importante biografía del grupo hasta la fecha, AC/DC: Hágase el rock and roll (Global Rhythm Press, 2008), cuya primera traducción en español acaba de ver la luz. Se une así al lanzamiento de Black Ice (Sony BMG, 2008), su primer disco en ocho años, y a la gira que les traerá a España en primavera: el 31 de marzo en Barcelona, el 2 de abril en Madrid y el 4 de abril en Bilbao. Casi 50.000 entradas que se agotaron en pocas horas. Dinosaurios en plena actualidad.

El rock no había tenido un grupo como AC/DC hasta que AC/DC apareció, dando salvajes guitarrazos desde las antípodas de Europa. Echaron por tierra todo el trabajo intelectual que Bob Dylan había aplicado al género durante los años sesenta. Ni siquiera se dejaron guiar por sus admirados Rolling Stones, cuya sofisticación no heredaron. Mucho menos por el virtuosismo y la espiritualidad de unos Led Zeppelin que dominaron las década de los setenta de cabo a rabo. Como le dijo Malcolm Young a Brian Johnson cantante que sustituyó al malogrado Bon Scott en 1980 el primer día de grabación de Back in Black: 'Hacemos lo que hacemos, tocamos lo que tocamos y no nos importa lo que piensen los críticos'.

Malcolm, el guitarrista tímido de los AC/DC tímido sobre el escenario, luego veremos cómo se las gastaba en la vida real, asumió desde el principio lo que eran, y esa fue una de las claves de su éxito. Basta escuchar los primeros acordes de Rock N Roll Train, tema que abre su nuevo disco, para comprender que en la mente de estos músicos nunca anidó la idea de evolución. Todo lo contrario: cuanto más primario, más AC/DC.

La exhaustiva biografía del grupo incluye entrevistas con los miembros de las bandas que Angus y Malcolm Young tuvieron antes de AC/DC presenta a este último como el cerebro en la sombra de la formación. Él era la autoridad y, como tal, no tenía inconveniente en dejar que su hermano Angus fuera el protagonista en los conciertos con sus peculiares saltos heredados de Chuck Berry, otro de sus artistas de referencia y su vestimenta de colegial.

Que Malcolm Young era la referencia del grupo se demuestra en varios episodios del libro, algunos de ellos realmente espeluznantes. Durante la gira de Back in Black, en 1981, los miembros del grupo se vieron expuestos a grandes tensiones debido a su tremendo éxito (en unos meses habían vendido 10 millones de copias). En un hotel de Nebraska, una llamada despertó al manager Ian Jeffrey en mitad de la noche.

Era el batería, Phil Rudd, pidiéndole ayuda para echar a una gente con la que había montado una mini-fiesta en su habitación. Cuando llegó, allí no había ni un alma. Se encontró a Rudd detrás de una cortina, hablando solo y en un estado de evidente ansiedad. Tras lograr calmarlo, las únicas palabras que musitaba Rudd eran: 'No se lo digas a Malcolm, no se lo digas a Malcolm'. Días después, la situación estalló cuando el batería no pudo terminar el segundo bis de un concierto. Malcolm llegó al camerino y directamente le soltó un puñetazo.

Otra de las máximas de Malcolm Young era: 'Nada puede detener la música en un concierto'. Y la llevaba hasta sus últimas consecuencias. Que en una ocasión siguieran tocando aunque el sistema del sonido del estadio se desconectara es hasta normal el grupo escucha la música desde sus propios monitores, así que es posible que ni se dieran cuenta, pero que no pararan cuando una cortina del escenario empezó a arder por el lanzamiento de un petardo dice mucho de su amor por el peligro. Su hermano Angus tampoco le iba a la zaga en cuanto a principios se refiere. En una ocasión aludió a la 'justicia jerárquica' para justificar el puñetazo que le dio a un fan en un bar por derramarle la cerveza: 'Si no le pego yo, lo hubiera hecho uno de esos guardias de seguridad, así que era la mejor opción'. Para no ser un grupo de intelectuales, no está mal.

Uno de los acontecimientos que más meticulosamente recoge AC/DC: Hágase el rock es la muerte de Bon Scott, primer cantante de la formación, en febrero de 1980. Jugando a ser aprendices del detective Colombo, los autores del libro recogen paso a paso todos los movimientos de Scott la noche en que murió. Tras una juerga que se prolongó durante horas, el cantante pasó la noche durmiendo en el coche de un amigo y, según la versión oficial, falleció ahogado en su propio vómito (la misma explicación se dio en el caso de Jimi Hendrix).

Resulta sorprendente la cantidad de detalles que Engleheart y Durieux pormenorizan en la obra. El primero, periodista especializado en música, les entrevistó en muchasocasiones a lo largo de su carrera. Lo más curioso es que, según él, un encuentro con los miembros de AC/DC era un torrente de chistes y salidas de tono del que resultaba difícil extraer algo sustancioso. El autor suple esta carencia con los testimonios de los testigos de los hechos. Entre ellos, el líder de Primal Scream, Bobby Gillespie, que tras ver a AC/DC en Londres en 2003, comentó: 'Fue tan emocionante como ver a los Clash o a Thin Lizzy cuando era pequeño. Era tan perfecto que parecía irreal'.

AC/DC tardó en acceder a públicos masivos. Aunque su compañía mostró una fe ciega en las posibilidades del grupo y pusieron todos los medios a su alcance, la banda tuvo dos cosas en contra: eran australianos y no convencían a los críticos.

Si la llegada de Brian Johnson ayudó a conectar con el público norteamericano, la prensa musical tardó un poco más en rendirse al grupo. Malcolm Young no soportaba a los críticos musicales, en especial a los de Rolling Stone, porque intelectualizaban todo. Tras el enorme impacto de Back in Black, la revista decidió publicar un reportaje del grupo. Conociendo la animadversión del grupo hacia la revista, le dijeron al periodista que enviaron que no podían garantizar su seguridad. Finalmente, el tiempo ha dado la razón a los miembros de AC/DC: es difícil encontrar un listado con los mejores discos de la historia en el que no aparezca Highway to Hell o Back in Black, sus discos más importantes.

Malcolm Young, Brian Johnson, Angus Young, CliffWilliams y Phil Rudd, alguno ya superando los 60 años, volverán a conducir su apisonadora del sonido esta primavera en España. Sin duda, una parte gruesa y ruidosa de la historia del rock, y también única.

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