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No volveré a leer el 'Quijote'

Tres profesionales de la edición hablan sobre las características de la biblioteca infantil ideal y coinciden en la necesidad de prestar atención a los propios gustos de lectura del niño

MERCHE RODRÍGUEZ

Durante los primeros años de vida de una persona, el cerebro es avaricioso. Atesora información en la misma proporción ávida con que la persigue, y las primeras lecturas son fundamentales para la formación de un ser adulto, responsable y maduro. Pero parece que los libros lo tienen difícil cuando consolas, ordenadores y DVDs luchan por atraer con sus cantos de sirena las mentes más jóvenes, aunque hay profesionales que siguen echando el resto para ofrecer, aconsejar y prescribir, cual médico, la lectura apropiada para cada edad.

Leer tiene que ser un placer, no un sufrimiento. Esta parece ser una de las principales preocupaciones que gravita sobre las cabezas de los especialistas. De nada le vale a un adulto conseguir que su hijo o alumno tenga en sus manos el Quijote: a la primera de cambio saldrá huyendo en dirección contraria y correrá a echarse en brazos de algo que le divierta más.

Público se ha puesto en contacto con un editor, una profesora y un psicólogo infantil. Los tres coinciden en la importancia de velar con interés por lo que leen los niños, sin dejar de atender a los propios gustos del joven lector. Puede decirse que, si hace años, la premisa era 'hay que aprender y después se disfrutará', hoy en día, y de acuerdo con la sociedad en la que vivimos, hay que asimilar con placer, jugando y disfrutando. Y es que los conocimientos se cuelan entre cucharada y cucharada de diversión.

¿Cómo tiene que ser, entonces, la estantería ideal de una habitación infantil y juvenil? En lo que los tres profesionales están de acuerdo es en combinar libros que les diviertan con obras que les aporten valores o conocimientos útiles en el futuro. Para Raúl González, director de Alfaguara Infantil y Juvenil, 'antes se aconsejaba leer libros que inculcaran valores, como la amistad y el respeto. Hoy funcionan las historias divertidas o fantásticas con temática realista'.

Lo fundamental es que la trama, aunque trufada de imaginación y fantasía, describa el entorno conocido para el joven lector. Esa puede ser la clave del éxito mundial de sagas fántasticas multivendidas la más reciente, la de los vampiros de Stephenie Meyers (Crepúsculo), pero también más realistas, como en su momento tuvo el popular Manolito Gafotas de Elvira Lindo. Las series que están por llegar seguirán siendo 'el mejor regalo que podría tener un niño', dice el editor.

Por su parte, María Varade, profesora de infantil y primaria, divide por tramos de edad las lecturas idóneas: 'Antes de los 5 años, las historias tienen que ser cotidianas, pero sencillas y con ilustraciones innovadoras. Cumplidos los 6 pueden acercarse a los libros informativos y divulgativos'. Hasta los 12, en opinión de esta docente, 'está bien que lean sobre pandillas, deportes, inventos... siempre que no sean muy extensos. A partir de los 12 hay que reforzar los valores'. En todo momento, repite Varade, no hay que olvidar la premsia: 'Debemos tener en cuenta sus gustos y darle un libro que le parezca bien'.

Para el psicólogo Ángel Peralbo, coautor de Cuentos para comer sin cuentos (La Esfera de los Libros), 'lo más importante es dejarles desarrollar su imaginación; a mi consulta han llegado padres diciendo que el niño no lee, que solo lee tebeos. Pues eso es leer, divirtiéndose'.

La lectura compite hoy con las nuevas tecnologías; el tiempo que se emplea en trastear en los chats o en redes sociales se roba a otro ocio tradicional en el que se engloba la lectura. Hasta tal punto es así, que González confiesa que los libros de conocimiento, 'esos que hablaban, por ejemplo, de la Roma antigua, se han transformado en libros objeto, tipo pop-up, porque esa información la encuentra el niño en Internet'.

Así, lo que tenemos es un panorama nuevo en el que los editores han tenido que adaptarse, los profesores reconocer que no funciona lo de antaño y los psicólogos tranquilizar a los padres si lo que quiere el niño es leer un cómic. No pasa nada.

En resumen, a la hora de poblar las baldas de la estantería ideal de un niño deberíamos tener en cuenta no olvidarnos de nada: incluir unos cuantos títulos de fantasía, misterio y sagas de éxito editorial; pero también ejemplos de novelas realistas y obras de conocimiento, aunque sea bajo el atractivo envoltorio de un libro-objeto, y, por supuesto, un diccionario enciclopédico. En total, calculen: no más de 25 libros que no superarían los 300 euros, una semilla que podría crecer y convertirse en una excelente biblioteca.

 

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