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La 'easyjetset' del techno

Los clubs de Berlín atraen a miles de europeos todos los fines de semana gracias a los vuelos baratos que ofertan sus dos aeropuertos

GUILLEM SANS MORA

Las aerolíneas de bajo coste y unas características urbanas únicas en Europa han revolucionado en los últimos años la escena del techno en Berlín. Miles de europeos vuelan todos los fines de semana a la capital alemana para pasar la noche (y parte del día) en los clubs de la ciudad. Los grandes son una docena, entre ellos: Watergate, Tresor, Bar 25 y The Deep. Sólo en el Berghain, 'la catedral', caben unas 3.000 personas. El crítico musical Tobias Rapp calcula que de viernes a domingo estos turistas del techno que él ha bautizado como 'la easyjetset' son unos diez mil. 'Hay una diferencia muy clara con los años noventa.

Entonces, la escena del techno en Berlín era realmente muy alemana. Ahora se puede hablar de un fenómeno de masas', explica. Eso también se refleja en el tipo de música, que diez años atrás 'tenía más músculo' y ahora es 'más minimal'.

En las colas de entrada hay tiempo suficiente para comprobar que uno no se encuentra entre alemanes. El alemán no destaca por encima del inglés, el italiano o el español. 'Toda persona que vive en Europa y ama el techno o el house ha venido alguna vez a Berlín en los últimos años', resume Rapp. La entrada a los clubs cuesta aquí entre 5 y 12 euros, cuando en Ibiza se pagan más de 50.

Rapp cree que sin los vuelos baratos uno de cada tres clubs tendría que cerrar. A diferencia de otras ciudades alemanas como Fráncfort y Múnich, la capital alemana tiene poca importancia en el tráfico aéreo internacional. Con el cierre del histórico Tempelhof, en octubre pasado, quedan dos aeropuertos (Tegel en el oeste y Schönefeld en el este) que se han especializado en aerolíneas baratas. Schönefeld registró 1,7 millones de pasajeros en 2003. El año pasado ya superaban los 6,6 millones.

Rapp se tomó una pausa de seis meses en la redacción del semanario Der Spiegel, en Hamburgo, para escribir un libro sobre el fenómeno con la ayuda de sus contactos y experiencias de seis años en la redacción musical del diario alternativo de Berlín Die Tageszeitung. Acaba de publicarlo la editorial Suhrkamp y se titula Lost and Sound. Berlin, Techno und der Easyjetset. Rapp escribe que para los ravers europeos las aerolíneas baratas hacen las veces de taxi, que ya de por sí es el medio de transporte tradicional de la noche techno: uno no sabe cuánto va a beber o si va a tomar drogas. Y en el oscuro y resbaladizo invierno berlinés, el riesgo de usar la bicicleta no es despreciable.

Los alquileres son baratos y decenas de DJ se instalan aquí porque también los estudios de remasterización cuestan mucho menos que en Londres, París o Milán. Lo mismo pasa con los locales. 'En Berlín consigues una superficie tres veces mayor que en cualquier otra ciudad alemana por la mitad del precio', explica el bávaro Marcus Trojan, propietario del Week End. Este club, abierto en 2004, está en el piso 12 de uno de los rascacielos comunistas de la Alexanderplatz.

El esfuerzo de la reunificación alemana explica que Berlín siga siendo pobre casi 20 años después. Tiene unos 3,5 millones de habitantes, pero hay espacio para seis. La ciudad está llena de solares y edificios medio en ruinas de propiedad dudosa que resultan idóneos para los propietarios de clubs. Pero eso no significa que no haya cambiado nada en 20 años. En los noventa, algunos clubs como el Tresor y el WMF estaban en Potsdamer Platz, que hoy es un moderno complejo comercial. El nuevo epicentro techno de Berlín está entre los barrios de Friedrichshain y Kreuzberg, a orillas del río Spree. Una consulta popular impidió el verano pasado que la zona se pusiera a disposición de inversores y especuladores para un proyecto de centro mediático llamado Mediaspree.

'El capital siempre acaba ganando bromea Steffen Hack, propietario del Watergate pero la ciudad es tan grande que siempre habrá otro lugar para mudarse'. Hack invirtió en una modernísima instalación de luz y sonido para su club, encima del río, con unas cristaleras que dan la sensación de estar bailando sobre el agua. Empresarios como Hack y Trojan cuentan además con el apoyo de las autoridades locales, que mantienen una oficina dedicada sólo a los clubs porque saben que sus problemas y necesidades son distintos de los que pueda tener el propietario de un restaurante.

En esa zona prolifera también una oferta ilegal, sobre todo en verano, al aire libre. Los decibelios no molestan a nadie porque los vecinos más cercanos están al otro lado del puente. Wir sind Park, Rest Realität y Minus son algunos de los nombres de estas raves, a las que sólo se accede con contraseña facilitada por amigos de amigos. La Policía hace la vista gorda, algo que Tobias Rapp no se explica: 'Pero siempre ha sido así. Berlín ha sido fuerte en experimentos sociales durante los últimos 40 años'.

 

1. Berlín: posición estratégica

A pesar de que Berlín no se distingue por su tráfico aéreo internacional posee dos aeropuertos (Tegel y Schönefeld ) especializados en aerolíneas baratas.

2. Tendencia en auge

La demanda de estos vuelos ha experimentado un aumento considerable en los últimos seis años. Así, el aeropuerto de Schönefeld multiplicó casi por cuatro sus usuarios, pasando de 1,7 millones de pasajeros en 2003 a 6,6 millones en 2008.

3. Precios que asustan

A diferencia de las tarifas de acceso de algunos clubs de Ibiza, en los que llegan a pagarse más de 50 euros por entrada, los clubs de techno de Berlín no cobran más de 15.

4. Alquileres accesibles

Los estudios de remasterización cuestan mucho menos que en otras capitales europeas como Londres y París.

 

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