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El cine entra en la tercera dimensión

La industria confía en el 3D para responder a la crisis del modelo tradicional de exhibición

SARA BRITO

El próximo 13 de mayo, en el Palais des Festivals de Cannes, la crème de la crème de la crítica cinematográfica internacional deberá ponerse unas gafas plásticas, que tanto perjudican al gesto intelectual. Las necesitarán para ver Up, la película de Pixar en 3D estereoscópico que inaugurará el certamen más prestigioso del cine mundial, y así, sentir como se les viene encima el viejo impertinente y el orondo boyscout, que protagonizan la historia.

'Al escoger Up hemos tenido en cuenta la evolución que representa el 3D en la manera de ver cine', admiten desde La Croissete. Que Cannes abra su semana grande con esta película sobrepasa el mero guiño para apuntar que, incluso en la cuna del cine serio, no se toman a broma la transición al cine tridimensional. Una revolución con la que la industria espera atraer más espectadores a unas salas que no hacen más que vaciarse. Eso, o Pixar ha entregado en Cannes un cheque de muchos ceros.

Definir o morir

Pero ¿de qué hablamos cuando hablamos de 3D? El rey de la taquilla, el director James Cameron, que estrenará Avatar en noviembre de 2009, en un lanzamiento que está llamado a ser la gran puesta de largo de la tecnología en el cine de carne y hueso, lo define de forma prosaica: 'Yo digo estéreo una forma abreviada de estereoscópico en vez de 3D porque trato con artistas de animación digital, que están acostumbrados a usar el término 3D como un concepto característico del arte de animación digital. Sin embargo, cuando se trata del público, digo 3D porque los espectadores saben lo que significa: que van a tener que usar gafas y que van a ver algo innovador', contaba el director a Variety.

Pero mucho antes de que reaparezca el director de Titanic tras 12 años de ausencia, el 3 de abril llegará a las salas españolas el primer gran lanzamiento comercial de un filme en tres dimensiones. Monstruos contra alienígenas es la primera criatura animada 100% estereoscópica del hombre que se ha erigido en pope de esta tecnología, el presidente de Dreamworks Animation, Jeffrey Katzenberg. Él comentaba a Público hace dos semanas en Madrid: 'Esta revolución se equipara con la introducción del sonido en los años veinte, o el color en los treinta: mejoras tecnológicas que realzaron la habilidad de los directores a la hora de contar historias'.

Discursos como mantras aparte, lo cierto es que el filme donde una panda de monstruos inspirados en la serie B de los cincuenta se deben enfrentar a unos alienígenas cortados por el mismo patrón, se estrenará en España con 520 copias, de las que 84 irán a parar a salas que ya están equipadas para brindar una profundidad de campo inédita. Las salas y las distribuidoras han puesto el acelerador: si en diciembre de 2008 se contaban 34 pantallas 3D, para el 3 de abril habrá las 84 mencionadas, según confirma la distribuidora Paramount. Y para final de año, se espera superar con holgura el centenar.

Títulos para todos

No es poco lo que viene. En los próximos dos años la avalancha de títulos que saltará literalmente de las pantallas superará la treintena. Hollywood se ha puesto manos a la obra. Y Disney quiere estar a la cabeza bajo la consigna que su presidente, Mark Zoradi, dejó clara en Madrid en enero: 'Funny is money' (algo como 'en la diversión está el dinero').

Los experimentos que han mareado a multitudes desde que la tecnología se introdujera en los años cincuenta, parecen superados. La profundidad tridimensional sin naúseas se consigue mediante el rodaje con dos cámaras, y una proyección que alterna imágenes en dos sentidos a 144 fotogramas por segundo, en lugar de los 24 del cine convencional.

La crisis acecha

Ahora bien, la crisis económica no pasa de largo por una revolución que exige una inversión de unos 85.000 euros como mínimo por sala. De hecho, cuando Katzenberg se paseaba el año pasado por medio mundo, exportando las bondades del nuevo formato, hablaba de que cuando Monstruos se estrenara habría 5.000 pantallas 3D sólo en EE UU. Ahora ha tenido que rectificar: no se superan las 2.500 pantallas en su país. 'Cuando hice esas previsiones el mundo era un lugar muy diferente', admite, aunque matiza: 'Hay suficientes cines para justificar nuestra inversión'.

Pero, ¿podrá una familia de cuatro miembros pagar la friolera de 10 euros por entrada? 'No tienen que hacerlo, sino quieren o no pueden, la versión 2D, más barata, también se estrenará', responde Katzenberg. 'El cine es de los entretenimientos más baratos, que se pueden hacer fuera de casa. Creo que la época de crisis nos va a beneficiar', apunta.

Lo cierto es que en España el estreno de Bolt, en diciembre de 2008, sirvió de señuelo para la industria. El filme de animación de Disney funcionó proporcionalmente mejor en las salas con tecnología tridimensional: la recaudación en las 30 pantallas 3D rondó el millón y medio de euros, mientras que las otras 400 copias sumaron 6 millones.

Manu Claessens, director de Kinépolis en España, asegura que estamos ante 'una nueva experiencia de cine. No es la única respuesta a los retos que tenemos, pero es una de las más importantes'.

Si Hollywood lleva la ventaja en una tecnología que todavía tiene que comprobar su tirón, en España, el estudio de animación Dygra prepara de cara a las próximas navidades Noche ¿de paz? , la segunda película europea producida bajo el nuevo formato. 'La apuesta es por un cine más realista', dice Manuel Gómez, director del estudio. Y por una industria que busca cómo sobrevivir.

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