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Lápices contra la censura

Una muestra expone la visión de 120 dibujantes sobre la libertad de expresión

REBECA FERNÁNDEZ

Dibujantes con la boca tapada que reniegan de la autocensura, ciudadanos desinformados, una democracia en construcción, o el omnipresente grito de Munch cercenado con dos tiritas. Todas estas escenas, creadas por los dibujantes Alfons, Brieva y Rafael Iglesias, entre otros, han nacido como herramienta de denuncia para la muestra Humoristas gráficos por la libertad de expresión, que Reporteros sin Fronteras muestra en Cádiz hasta el 9 de mayo, y que llegará a otras ciudades españolas, entre ellas Madrid.

'Vivimos un momento en el que hay exceso de información, pero poca opinión libre', denuncia Luis Conde, comisario de esta exposición, que aspira a ser 'una radiografía del estado de la libertad de expresión en el mundo' y una reclamación para que exista realmente. Para ello, 120 dibujantes españoles han aportado sus dibujos, en los que analizan la realidad 'desde la aparente visión humorística, que no inocente', precisa.

En este sentido, la dibujante Angelines San José destaca que no siempre se ríen de la actualidad, sino que denuncian los problemas. 'Dibujamos esos temas para que se vean, aunque, a veces, provoquemos una mueca', explica. Esa labor de denuncia, choca, de vez en cuando, con los intereses comerciales, apunta el dibujante Jesús Zulet, quien denuncia que sus tentáculos llevan incluso a que algunos dibujantes lleguen a aplicar la autocensura.

Entre los temas que 'no se pueden tratar' están algunas marcas o la Monarquía, según critica San José, para quien, a pesar de todo, el humor gráfico es una de las mejores maneras de analizar la realidad. 'El dibujo tiene muchas lecturas, y el sentido no está en el dibujo, sino en la conciencia del que lo ve', indica.

Uno de los últimos implicados en la lucha entre humor gráfico y libertad de expresión es Manel Fontdevila. Este dibujante, colaborador de Público, cree que hay 'mucha' libertad de expresión, pero también 'problemas puntuales', como el proceso judicial al que se enfrentó por la caricatura de los príncipes de Asturias en la revista El Jueves.

Sin embargo, Fontdevila critica el tono 'suave' que se extiende por el humor gráfico: 'Se hacen chistes flojos y deberíamos hacer un esfuerzo para ser más gamberros'. 'A veces, nos limitamos a decir lo que quiere oír el lector, cuando nosotros tenemos que ser molestos', señala, para rematar con una clara sentencia: 'Hay una libertad de expresión tremenda y no la usamos'.

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