Público
Público

Los traumas también tienen onomatopeyas

Chris Ware. Vuelve uno de los grandes del cómic con sus personajes dolientes y sus amargos relatos en el espectacular 'El catálogo de Novedades de Acme'

ANA MERINO/P.H.R

Chris Ware es un obseso del trabajo. No tiene televisor, apenas sale de casa, no se distrae con ningún entretenimiento, sólo se dedica a su trabajo sistemático y teme que cualquier vicio mundano aminore el nivel de su producción. En incansable, es agotador. 'Estar a su lado puede ser estimulante y fascinante, pero al mismo tiempo frustrante y agotador. Está atormentado por muchas cosas, y tan ferozmente obsesionado con sus propios sentimientos y con el espacio íntimo de su trabajo que te rompe el corazón', reconocía su esposa Marnie Ware en una carta en la que hablaba de la febril intensidad con la que trabaja el dibujante, incluida en el libro Chris Ware. La secuencia circular (Sins Entido).

Chris Ware (Omaha, Nebraska, 1967) se sienta en su mesa de dibujo en busca de la precisión, es un amante del detalle, de la minuciosidad, para desnudar y entender sus problemas, su soledad, su desolación, su ironía, sus traumas... y ese amargo sentimiento de culpa que no le abandona. Lo hace con un particular lenguaje: acudiendo a la herencia gráfica de la historieta estadounidense, lo que le ha convertido en uno de los autores más estimulantes de la novela gráfica contemporánea.

En unos días llega a las librerías un nuevo libro del autor que alcanzó reconocimiento mundial con el maravilloso y asfixiante Jimmy Corrigan. El chico más listo del mundo (Planeta de Agostini, 2004): The Acme Novelty Library (El catálogo de novedades Acme, publicado por Mondadori en una edición cuidada y supervisada por el propio autor). Este libro es la compilación de la serie, que fue el caldo de cultivo donde Ware puso a cocer su universo inconfundible de personajes, como el mohíno Jimmy Corrigan o Big Tex, Rocket Sam, Quimby, Sparky... El catálogo... arrancó en 1993, en la Editorial Fantagraphics que permitió que Ware se dejase llevar por las posibilidades estéticas de cada cuadernillo.

Cuando uno se encuentra con Chris Ware cree ver al propio Jimmy Corrigan, porque se autorretrata por dentro una y otra vez, hasta que sus personajes terminan siendo dobles suyos por fuera. 'El trabajo de sentarse en una mesa a dibujar personajes imaginarios y lugares (que deben, por definición, haber sido formados en los recuerdos de mi propia vida) me hace reaccionar emocionalmente ante lo que aparece. Cuando un nuevo personaje aparece de la nada y se parece a una vieja novia, es una experiencia extraña y profundamente inquietante', reconoce por escrito el autor desde su casa de Chicago. Prefiere pensarse bien lo que va a contestar y se toma sus días.

Eso no quiere decir que defienda un proceso creativo improvisado, aunque sí reconoce que el suyo es un método de trabajo extremadamente instintivo, inspirado y caótico, 'y de ninguna manera deliberado'. Tiene montones de notas con argumentos generales y líneas de diálogo, la mayoría se le presentan en momentos inesperados del día. 'Lo deliberado y la claridad aparecen cuando yo estoy entintando y no quiero que el lector se sienta confuso con una letra inteligible o una imagen poco clara', explica.

Chris Ware creció leyendo las tiras de Carlitos y Snoopy. A esa lectura se le suman los superhéroes de DC, Batman y Supermán, que se transformaron en los iconos de su infancia. Durante la adolescencia su formación derivaría hacia la disciplina de las bellas artes. Ya adulto, a veces, se ha quejado del tiempo que pierde haciendo cómics y ha expresado algo de nostalgia sobre el mundo de la pintura.

'Yo veo a la pintura y a los cómics como dos disciplinas diferentes, que requieren habilidades, actitudes, disposición y una paciencia completamente distintas; como las diferencias entre hablar y cantar -cuenta el autor-. De hecho, los mejores pintores tratan de ver el mundo con la misma claridad impoluta que todos nosotros llegamos a disfrutar de niños, antes de que el proceso mental del lenguaje y la lectura nos cambie para siempre'.

En ese sentido reconoce envidiar a su hija, 'que todavía puede mirar una palabra sin leerla'. Chris Ware ha sido padre hace poco y la presencia de su hija acude una y otra vez a sus respuestas. 'Desde que mi hija Clara nació puedo decir con toda rotundidad que soy feliz de forma constante por primera vez en mi vida', se muestra abiertamente contento. 'Sabe cómo pasárselo realmente bien y cómo involucrarme en ello; gracias a ella aprendo a disfrutarde mí mismo'.

Inmediatamente se aparta de esa entrega a la alegría y piensa que es cuestión de tiempo antes de que 'su inocencia visual vuelva a cerrarse'. Y ofrece una posible definición de lo que podría ser un dibujante de cómics: 'Un autor de cómics tiene esa inocencia obturada, lo que le sirve para transformar las palabras cotidianas en imágenes con intención de ser leídas'.

El catálogo de novedades Acme es una declaración de principios dispuestos a echar por tierra hasta el formato del cómic. Ware nunca pudo entender por qué tienen el tamaño estándar que tienen, por eso los cuadernillos han dado esta forma vertical al libro. En una entrevista con Keith Phips, para la revista The Onion, en 2001, cuenta con detalle lo que tarda en hacer cada página. A la semana, con cada entrega, hacía dos páginas, lo que le llevaba unas 20 horas escribirla y dibujarla a lápiz. En entintarla tarda entre ocho y diez horas, y unas cuatro en ponerle color. Cuenta con amargura, de nuevo, que emplea muchas horas en un producto que luego se leerá en 12 segundos.

No extraña por tanto que Ware supervise personalmente cuidadosamente los materiales y la edición del producto. En este caso, El catálogo de novedades de Acme es un libro de lomo encuadernado en tela roja con el título y el nombre del autor impreso en letras doradas.

'Esta serie comenzó como una forma de mantener una distancia emocional y artística frente a los cómics que estaba dibujando a finales de los años 80. Mientras trataba de mantener mi talante juvenil, y sus momentos irónicos y refulgentes, adopté una especie de técnica distante y sarcástica que me permitía evitar cualquier responsabilidad sobre lo que escribía', reconoce Ware. El hecho de caminar libre de culpa, no le frenaba para 'decir cosas ultrajantes y dolorosamente humanas', tan suyas.

Chris Ware tiene un visible carácter marcado por la honestidad. 'Creo que el arte no debe engañar. Si eres un mentiroso pretencioso tu arte morirá incluso antes que tú', explica tajante. Por eso es incapaz de recrearse en otros sentimientos que no sean los de la incertidumbre y la indefensión. Aunque eso sea perjudicial para las ventas de sus originales en las galerías de arte. 'Mis dibujos no son muy agradables de ver, pero si alguien quiere colgarlos...'.

Desde la tira cómica al museo de arte

Primeras lecturas

Conoce las tiras de prensa gracias a su abuelo, que fue periodista deportivo y redactor-jefe del diario ‘Omaha World-Herald'. Fue allí donde conoce a Snoopy.

Primeros contactos

A finales de los 80, Art Spiegelman descubre por casualidad su trabajo y le pide que participe en su proyecto de la revista ‘RAW'. Ahí encuentra un nicho de autores claves -como Kaz, Charles Burns o Gary Panter- de los que aprende nuevas pautas gráficas y expresivas.

Y reconocimientos

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias