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La crisis o el gatillazo del capital

Vicente Verdú publica el ensayo 'Capitalismo funeral'

PABLO NACACH

Pertrechado con su ágil pluma y la actitud del despreocupado excursionista, en Capitalismo funeral (Anagrama) Vicente Verdú se adentra en las arenas movedizas de la actualidad para reflexionar en firme sobre esa 'falla en la historia de la cultura' que ha dado en bautizar con el nombre de Gran Crisis.

Atacando la banalidad del economicismo imperante, cuyo diagnóstico reduce el problema de la crisis a un inconveniente sistémico, el autor de El estilo del mundo sugiere que resulta imposible aislar la disfunción del sistema económico de sus conjunciones políticas, morales, religiosas, azarosas o sexuales: lejos de tratarse de una máquina chapada a la antigua, el capitalismo es un organismo vivo, 'susceptible de pervivir o de sucumbir como un todo si las cosas se ponen rematadamente mal'.

Es la estructura libidinosa de la crisis lo que inquieta a Verdú. No sólo de economía vive el hombre y para comprobarlo desciende al sótano teórico en el que se cruzan íntimamente la realidad y los mitos, ritos y símbolos, con el objetivo de desentrañar los motivos que le han permitido a nuestra época sellar una santa alianza capaz de inflar el globo con una mano y con la otra desenvainar el alfiler.

¿Ayer mismo nos íbamos de boda y hoy tenemos un careto de funeral? No podía ser de otro modo, viene a decirnos Verdú, porque las acciones compulsivas que florecen en el capitalismo de ficción son intrínsecamente consustanciales al 'zafarrancho total' que ahora nos toca transitar a todos juntos.

Reconociéndonos ante el espejo resulta interesante detenerse con calma, lápiz y Nabokov a repasar la secuencia lógica que sigue Verdú cuando desarrolla la concepción incestuosa de esta particular fiebre del oro contemporánea. Deshaciendo las diferencias de clase e insuflando líquido al sistema de liquidez, financiación al modelo de financiación y vida a la ensoñación vital, 'lo espectral' termina obsesionándose por sumar lo idéntico a lo idéntico 'en un incesto infinito que conduce hasta la masa crítica de Dios'.

¿Metaincesto logrado de un capitalismo gaseoso al tiempo funerario y funeral, que manipula las palabras y las cosas y renuncia luego a habitarlas? Tema nuclear donde los haya, a través de sus constantes referencias al incesto, el autor de El planeta americano parece avisarnos de que pronto regará con savia fresca nuestras retinas, escribiendo lisa y llanamente sobre esta problemática de interés general.

Hay luz al final del túnel para Verdú, algo que demuestran la dialogante política exterior de Obama, las joint ventures entre empresas o las web sociales y la aparición de un patrón alternativo 'que ha descubierto su eficacia superior en la cooperación, la colaboración y la armonía con el otro y no en la vetustez de la violencia, el tóxico de los desprestigios y la pestilencia de la corrupción'.

Que el otoño crepuscular del presente sea preludio de amanecer dependerá de que la semilla de tan novedoso modelo relacional consiga germinar en paz.

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