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Hergé, un santuario para el cómic

Abre sus puertas en Bélgica, con una nutrida colección de 80 planchas y 800 dibujos de Georges Remy (alias Hergé), un centro de arte para rendir tributo al maestro de la línea clara y padre de Tintín

DANIEL BASTEIRO

Hergé soñaba en 1969 con que en la década de 2000 el cómic fuese 'finalmente aceptado' como 'una forma completa de expresión, como la literatura o el cine' lo eran entonces. 'Quizás o, sin duda', imaginaba George Remy (1907-83), 'el cómic habrá tenido su propio Balzac, un autor con un don tanto gráfico como literario, capaz de crear una obra verdadera'.

Ochenta años después de la primera aparición de Tintín en el semanario Le petit Vingtiéme, el personaje de cómic, el icono publicitario, 'la imagen demasiado perfecta de lo que me gustaría ser', según Hergé, protagoniza el museo que rinde tributo a uno de los indiscutidos maestros del género.

El nuevo santuario de Hergé es un moderno y luminoso edificio en Lovaina La Nueva (Valonia, Bélgica), que ha sido moldeado a la entrada de un bosque por el arquitecto Christian de Portzamparc, Premio Pritzker en 1994. Sus ocho salas, que se abrirán al público el martes que viene, pretenden guiar al visitante por la vida de Hergé a través de Las aventuras de Tintín, pero también de otras de sus obras, como Las aventuras de Jo, Zette y Jocko o Quique y Flupi.

El centro alberga 80 planchas originales y 800 dibujos en 4.000 metros cuadrados de superficie, y 'pretende ser un viaje por sus huellas, su vida y su trabajo', asegura Laurent de Froberville, su director.

Sin embargo, el propio Hergé explica en el recorrido que los tres aspectos se funden en Tintín, con quien el dibujante reconoció que 'llegó la felicidad'.

Desde 1929, fecha en el que apareció el personaje, y en un lapso de tan sólo unos años, Hergé creó los principales personajes (Milú, el capitán Haddock, el profesor Tornasol o Bianca Castafiore), que crearon un universo que sus críticos consideran como 'filosófico, con una profundidad de pensamiento expresada por medio de una simplicidad gráfica' que otros formatos, 'como la televisión, no consiguen', en palabras de Michel Serres, un amigo personal del creador.

El museo trata de mostrar un recorrido integral de la vida de Hergé, que comenzó, 'si se puede creer a unos padres', con una pasión por el dibujo muy temprana. 'No me porté bien hasta que tuve un lápiz y un trozo de papel en mis manos', aseguraba el autor.

El lápiz lo utilizó, además de para el cómic, para la creación de carteles publicitarios, desde galletas a bebidas alcohólicas, que se muestran en la exposición. Además de encargos profesionales, el edificio alberga varios dibujos originales consagrados a su actividad como scout, una actividad muy popular en Bélgica y que influyó en su interés por la naturaleza y la aventura.

El centro, que tiene la inspiración de la viuda de Hergé, Fanny Rodwell, y su actual esposo, pretende atraer a 200.000 visitantes al año, para lo cual renovará cada cuatro meses una buena parte de los originales expuestos.

En la colección, que se abrirá al público la semana que viene y que fue vista ayer por Público, se encuentran numerosos bocetos y dibujos inacabados del creador, que permiten acercarse a su técnica (conocida como la línea clara), a su trazado exacto y que sufrió una ligera evolución hacia la sofisticación a medida que Tintín se hacía mayor.

'El dibujo debe ser eficaz', recuerda el omnipresente Hergé en una de las múltiples citas que acompañan a los originales. 'Debe contar una historia, hacerlo de manera que quien lo vea sepa exactamente lo que pasa, qué hace el héroe, qué es lo importante'.

Sin embargo, el Museo Hergé no incluye todos los capítulos de la vida del autor. No cuenta todo lo que pasó, según sus críticos, que lamentan que no se haya arrojado luz sobre la ocupación alemana de Bélgica durante la Segunda Guerra Mundial. Entonces, el padre de Tintín trabajó para el diario autorizado por los nazis, Le Soir, que todavía existe. 'Hice lo que el rey indicó', asegura el autor en un vídeo, en referencia al llamamiento del monarca Leopoldo III que, en su abdicación en 1940 por la imposibilidad de hacer frente a Hitler, llamó a los belgas al trabajo abnegado.

Hergé publicó 24 álbumes de Las aventuras de Tintín, que pueden admirarse en una pequeña sala del museo que utiliza sus obras como papel de pared. Sus obras se han traducido a más de 80 lenguas y desde su aparición se han vendido aproximadamente 230 millones de ejemplares. En ellas, expertos como Serres ven 'verdaderos tratados del fetichismo', como La oreja rota, de 1937, o de la comunicación, como Las joyas de la Castafiore.

La comunicación y más concretamente el periodismo influyeron en Hergé a la hora de crear el personaje. El autor se confesó fascinado por '1929, un año de grandes reporteros', que condicionaron la profesión del compañero de Milú.

A Hergé le impresionaban los 'verdaderos periodistas y, entre ellos, los verdaderos reporteros'. La influencia del reporterismo marcó el recorrido de Tintín por todo el mundo, con el viaje como uno de los tópicos creativos de Hergé desde el primer álbum, Tintín en el país de los Soviets.

Originales de estos y otros álbumes se exponen en el centro junto a imágenes en tres dimensiones, una recreación del laboratorio del profesor Tornasol o diversas maquetas que Hergé mandó construir. Además de obras originales, un rico viaje por fotografías, citas u objetos que pertenecieron al autor muestran sus múltiples influencias, que comienzan por personas reales en base a los cuales Hergé creó a sus personajes. Así, Tchang Tchong Yen (que aparece en El Loto azul) es el reflejo de Zhang Chongren, un escultor chino que el autor conoció en Bruselas.

Junto con la entrada (9,50 euros), el museo espera rentabilizar los 17 millones de euros invertidos por el 'prestigio de Tintín', según su director, 'amplificado por un edificio excepcional'. La construcción está firmada por Christian de Portzamparc y tiene forma de prisma alargado.

Según su arquitecto, 'pretende simbolizar la complejidad y la simplicidad de los diseños de Hergé, además del ambiente aventurero de Tintín'. El entorno arbolado, donde estos días luce un sol inusual, generará, según Portzamparc, 'un decorado temporal' a través de las estaciones del año, desde donde se ve 'por fuera un dibujo y por dentro, arquitectura'.

En la arquitectura del propio Hergé, que el museo pretende mostrar al desnudo, el visitante podrá 'acercarse a un autor muy riguroso y meticuloso', según Froverbille. Pero también a un creador sensible que habla en las paredes de las salas de exposiciones para explicar su obra maestra, con la que se acabó mezclando. 'Me metí en mis personajes', asegura Hergé, 'pero sobre todo en mis héroes, como Tintín'.

La línea clara del dibujo del padre de Tintín se tuerce al pasar revista a su pasado

Cinéfilo
Con dos años de retraso sobre las previsiones, llega el museo con intención de mostrar los trabajos menos conocidos de Hergé. En esos cerca de 800 originales y en sus apuntes, aparece desde la primera viñeta la concepción de la puesta en escena con un extraordinario ritmo cinematográfico. De la tensión y el suspense, a la calma de los viajes y paisajes.

Claro y oscuro
El dibujo al servicio de la historia. “Debe contar una historia, hacerlo de manera que quien lo vea sepa exactamente lo que pasa, qué hace el héroe, qué es lo importante”, dejó dicho Hergé. Él mismo solía asegurar que se había metido en sus personajes. Sin embargo, el lado más claro de su dibujo se ve manchado por algunas de las creaciones publicadas por Hergé en el diario ‘Le Soir’ y su suplemento bajo la ocupación nazi de Bélgica (1940-44), trabajos que
desataron la controversia sobre su filiación ideológica.

Inquieto
El estudio concreto de Georges Rémy, verdadero nombre del padre de Tintín, ayuda a entender desde los primeros dibujos en cuadernos de notas la evolución estilística por la que atraviesa el autor, al cruzar sus apuntes e ideas gráficas con el cine o del arte africano y oriental. El mundo de Hergé se completa con sus gustos y aficiones, como su pasión por “los coches, los museos, los animales y los viajes”, comentó ayer el director del museo Laurent de Froberville. Y otras creaciones como diseñador gráfico o publicista.

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