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Esculturas pop para burlar el consumismo

La exposición Mosaico presenta la obra de Jean Wells en la galería Imaginart*

LÍDIA PENELO

La desmesura no asusta a la californiana Jean Wells. Esta artista de 60 años se apodera de barras de labios, corazones y helados. Los coloca bajo su particular lente de aumento y, ¡zas!, los convierte en esculturas sobredimensionadas.

De este modo, esta diseñadora gráfica inscrita en la tradición del pop americano, transforma lo ordinario en extraordinario. A través de objetos cotidianos Wells ironiza sobre la sociedad de la opulencia, el consumismo y la autocomplacencia.

Muestra de ello son las imágenes que rodean este texto. Unas piezas directas y evidentes que contempladas en directo producen un efecto casi magnético. La escultora está acostumbrada a que los que se acercan a ellas no puedan reprimir las ganas de tocarlas.

Por eso, la fragilidad de sus piezas es sólo aparente y muchas están pensadas para colocarse en el exterior. Lo que Wells pretende no es otra cosa que despertar sonrisas, que su trabajo relaje al espectador y le conecte con un mundo más dulce y benévolo que el actual.

Jean Wells se sirve del mosaica para realizar sus esculturas. Una técnica que empezó a aprender a los 12 años junto a su padre Thomas Winchester Wells, un auténtico virtuoso del mosaico. Cuando salía de clase, la pequeña Wells ayudaba a su progenitor a concluir su pieza más ambiciosa,Madonna and Child, situada en la iglesia griega ortodoxa de Seatle.

Toda la infancia de la artista estuvo marcada por el arte. Uno de sus tíos es Rudolph Franz Zallinger, ilustrador, pintor y muralista que ganó el Premio Pulitzer de pintura en 1947. Quizás por el rigor y seriedad de la trayectoria de sus familiares, Jean Wells no se atrevió a exponer su trabajo hasta la muerte de su padre en 2004.

Cada pieza de Wells es única. No utiliza moldes, lo que significa, tratándose de un mosaico, que cada tesela se crea con la forma y el color elegido para formar el conjunto final. Los materiales que más utiliza son cerámicas, cristales y fibras de vidrio. Además, siente fascinación por el dorado, que dota a sus obras de un efecto burbujeante.

Los años cincuenta son una de las fuentes de inspiración de la artista. Le interesan porque en esa época empezó a pegar fuerte la cultura de la comida rápida. Cuando en la sociedad norteamericana proliferó el modelo de familia perfecta con casa adosada, jardín y coche. Un universo que Wells utiliza para reivindicar libertad en los patrones de estilos de vida y del que se puede ver una muestra en la galeríaImaginart de Barcelona.

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