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Harry Potter y su novia, al salir de clase

La penúltima entrega de la saga, que se estrena esta semana, da protagonismo a los romances

JESÚS ROCAMORA

No hay magia que pueda evitar los peligros de la adolescencia, dijo David Barron, productor de Harry Potter y el misterio del príncipe. La cita refleja los problemas hormonales de un grupo de estudiantes que, aunque mágicos y prodigiosos, ya rondan los 16. Potter, que se dio un primer y casto beso en la anterior Harry Potter y la Órden del Fénix (2007), es ya un jovencito lampiño, que debe prepararse para un destino terrible mientras se enfrenta a los cambios propios de su edad. Entre ellos, dudas existenciales, triángulos amorosos, la necesidad de pertenecer a un grupo y conflictos con la popularidad en las aulas.

Un tono que también ha subrayado la actriz Emma Watson, encargada de dar cuerpo a Hermione Granger desde la primera entrega. Según dice, El misterio del príncipe 'se parece más a una comedia romántica que las anteriores. Hacemos frente al primer amor, a los celos, a la inseguridad y las cosas habituales que suponen salir con alguien'.

Los elixires amorosos están a la orden de día en los pasillos de Hogwarts, que más que nunca aparece como una institución decadente, con fisuras que muestran que el mundo de los magos está tan lleno de mierda y corrupción como el mundo muggle, que es en el que nos movemos el resto. Ni siquiera es un sitio seguro y estrena medidas de seguridad dignas de un instituto tomado por estudiantes armados. Por sus esquinas, los alumnos se abrazan como en una Roma a punto de devorarse a sí misma. Hermione debe resolver un conflicto con Ron Weasly (Rupert Grin), aunque a ninguno de los dos les faltan otros pretendientes de lo más ardientes. Y Harry se ve atrapado en un lío con la hermana pequeña de su mejor amigo, que a su vez está saliendo con otro. El enredo está servido.

En lo fantástico, el mundo de El misterio del príncipe también es como un cristal agrietado a punto de saltar por los aires, preludio del conflicto que estallará en la última entrega, Harry Potter y las reliquias de la muerte, y para el que Harry lleva años preparándose. La película respeta la estructura de las anteriores y se centra en un año académico en Hogwarts. Destaca la llegada de un nuevo profesor al colegio, Horace Slughorn (Jim Broadbent), un snob de cuidado al que le gusta hacer reuniones elitistas con alumnos sobresalientes.

La edad real de los actores, que ha ido por delante de la de sus personajes debido al cambio de política original de rodar y estrenar una entrega por año, ha sido un problema insalvable para algunos, como es el caso de Christian Coulson, intérprete del inquietante Tom Riddle en 2002 en Harry Potter y la cámara secreta, y que hoy tiene 30 añazos. Riddle es una de las claves de la historia, ya que su infancia, mostrada en flashbacks, es la niñez del mismísimo Lord Voldemort. Otro actor, Daniel Radcliffe (Harry), también ha mostrado públicamente su ganas de abandonar un rol que le lastra demasiado a la infancia y su deseo es saltar a propuestas más adultas.

Al igual que en La Órden del Fénix, detrás de El misterio del príncipe está David Yate, cuarto realizador de la serie después de Chris Columbus, Alfonso Cuarón y Mike Newell. Conocido por sus trabajos para televisión, Yates se puso al mando tras el rechazo de Guillermo del Toro y también lo hará en la última adaptación, Las reliquias de la muerte, que se estrenará en dos partes en 2010 y 2011, en un intento por exprimir una gallina que tiene los días contados.

 

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