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"El cine español está en secano"

Aitana Sánchez-Gijón protagoniza el melodrama 'Háblame de amor'

ISABEL REPISO

Aitana Sánchez-Gijón (Roma, 1968) no tiene respuestas para explicar por qué no rueda más en España. 'El año pasado hice The Frost (Ferran Audí) en Noruega y en agosto seguiremos la gira teatral de Un dios salvaje', se disculpa. Por eso no extraña que tenga una visión del cine español muy particular. 'Lo veo bastante en secano y esperemos que con la Ley del cine esto empiece a rodar. El panorama es realmente desolador: se rueda poco, con presupuestos empobrecidos y pocas semanas de rodaje. No creo que tenga que ver con falta de ideas sino con la crisis', dijo ayer en la presentación de Háblame de amor (2008), coproducción italoespañola que llegará mañana a las salas. Sin embargo, los datos del Ministerio de Cultura indican que se rueda más que nunca: en lo que va de 2009 se han registrado 92 largometrajes y 2008 se cerró con 173, cifra récord hasta el momento.

Háblame de amor es el debut en la dirección de Silvio Muccino (Roma, 1982) hermano menor del taquillero Gabriele Muccino (Lultimo bacio), quien también protagoniza el filme. Silvio Muccino da vida a un joven que ha crecido en un asentamiento marginal y que tiene que lidiar con un pasado de juego y drogas, y Sánchez-Gijón interpreta a una profesora de francés que tras el suicidio de su pareja se traslada a Roma. 'Es una mezcla de dos mundos. Hay un contraste entre una parte casi adolescente de comerse la vida a bocados y del sexo en cualquier esquina, y entre la madurez y la experiencia', resume.

Pero también es una historia de soledades compartidas, 'de dos personajes que viven cada uno en su cascarón. Ella se ha encerrado en una vida estable, sin sobresaltos pero gris y sin emociones', explica la actriz. El choque de ambos personajes llegó a traspasar la propia pantalla. 'Me interesaba esa posición de la mujer madura que se postula como maestra del joven, pero que en el fondo está tan desvalida emocionalmente como el chaval. Y el chaval la provoca, la cuestiona continuamente, logra descolocarla... Como hacía Silvio conmigo. Realmente Silvio tenía mucho del personaje', revela Aitana.

De hecho, el rodaje no fue uno más para Sánchez-Gijón: 'Silvio Muccino tenía un nivel de exigencia que me llegó a poner en crisis, como si no fuera capaz de darle lo que me estaba pidiendo. Era implacable, pero no desde la posición del dictador jovencito y arrogante. Como actriz me ha llevado a terrenos en los que pocas veces me encuentro'.

A nivel emocional, Aitana reconoce que el rodaje en Roma le hizo volver a conectar con su ciudad natal. 'Me dan escalofríos de recordarlo. Fue el reencuentro con una ciudad de la que yo no me sentía dueña. No me cansaba de decirle a Muccino lo agradecida que estaba por ponerme Roma a mis pies. Me siento una turista cuando voy y a partir de esta película tengo recuerdos en cada rincón'.

Háblame de amor está basada en el libro homónimo escrito a cuatro manos por Carla Vangelista y el propio Silvio Muccino. 'Los personajes eran suyos y hubo un trabajo muy intensivo de ensayos en el que me dio todas las claves'; entre ellas, referentes como Un hombre y una mujer (Claude Lelouch, 1966). Las 500 copias distribuidas en Italia lograron una recaudación superior a los 7 millones de euros. Algo difícil de igualar en España, porque aquí el benjamín de los Muccino es un perfecto desconocido y porque la factura almibarada del guión adolece de producto nacional poco apreciable fuera de sus fronteras.

'Quizá los italianos tengan menos pudor que nosotros para contar historias de amor con mayúsculas y para hablar desde un punto de vista más melodramático', apunta la actriz, que niega que sea un filme 'típico y previsible'. Sin embargo, los tópicos ensordecen al espectador: 'No hay mujer que no pueda ser conquistada o no me ves porque no miras en la dirección adecuada' son algunas de las lecciones que intercambian los personajes de Muccino y Sánchez-Gijón. Todo ello envuelto en una fotografía llena de postales, con Piazza di Spagna o los puentes del Tíber como telones para una relación basada más en la necesidad mutua que en el amor incondicional.

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