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Imágenes para arengar a las masas

Los bandos enfrentados en la Guerra Civil utilizaron estrategias opuestas en sus películas propagandísticas

JORGE GARCÍA

Si la Guerra Civil española se distingue por algo de los conflictos bélicos previos es por el uso intensivo de la propaganda y de la información como herramientas de guerra. El cine se convirtió en una maquinaria para el uso partidista de ambos bandos, el franquista y el republicano. Las consignas y hasta las bandas sonoras, donde se introducían palabras como cruzada, separatistas o martirio, manipulaban a los espectadores y restaban importancia a las imágenes. El cine había dejado de ser mudo.

Román Gubern, catedrático de Comunicación Audiovisual de la Universidad Autónoma de Barcelona, pasó ayer por los Cursos de Verano de El Escorial para hablar sobre el cine rodado durante la madre de todas nuestras guerras. 'La producción cinematográfica durante la Guerra Civil fue muy variada y extensa, tanto en temática como en recursos', explicó a Público.

El principal problema para los franquistas fue que la industria cinematográfica quedó situada en zona republicana. Esto provocó, según Ferrán Alberich, restaurador e investigador cinematográfico, que 'los franquistas tuvieran que viajar a Berlín o Portugal, donde se elaboró Homenaje a Sanjurjo, para producir sus filmes'.

Las películas franquistas como No quiero, no quiero, de Francisco Elías, 'exaltaban un código moral y de orden', destaca Alberich. También intentaban, según Gubern, 'plasmar la estética militar, la de las filas de soldados desfilando, y reflejar una imagen positiva de la Iglesia'. Estas características aparecen reflejadas en documentales propagandísticos como Sevilla recuperada o La reconquista de Málaga.

El franquismo creó varias productoras para fortalecer la rama cinematográfica de su aparato propagandístico. Cifera, productora privada con sede en Sevilla, o Cine Requeté, productora de la Falange afincada en Navarra; realizaron reportajes, películas y documentales para arengar a sus masas.

En la zona republicana todo fue muy distinto. Por una parte, la CNT y el anarquismo 'practicaron un cine experimental y vanguardista', explica Gubern. No les importaba incluir actores en un filme documental. 'Hasta cierto punto', añade, 'el signo de la producción anarquista era el amateurismo entusiasta'. Un fervor guerrero que se les acabaría volviendo en contra: la propaganda franquista utilizó para su propio beneficio las imágenes anticlericales recogidas en el filme cenetista Reportaje del movimiento revolucionario en Barcelona.

El republicanismo estuvo dividido durante la Guerra Civil, también en el ámbito cinematográfico. Los marxistas crearon su propia productora, Film Popular, y apostaron por contenidos diferentes a los anarquistas. Ni experimentación, ni propaganda revolucionaria: lo principal era ganar la guerra. Así, surgieron títulos como La sierra de Teruel o Nosotros no somos así.

Los franquistas celebraron su triunfo con una batería de títulos chirriantes, como Raza (José Luis Sáenz de Heredia, 1942). Aunque, paradójicamente, durante el franquismo se rodaron algunas de las obras críticas más certeras sobre el conflicto, gracias a directores que no habían luchado en la guerra, como Basilio Martín Patino, Jaime Camino o Carlos Saura. Pero esa ya es otra historia.

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