Público
Público

Beatles en bruto

La meticulosa remasterización de los 525 minutos que grabó el grupo. La banda de Liverpool reedita toda su discografía a la espera de dar el salto digital

JESÚS MIGUEL MARCOS


A ciertos fans de los Beatles se les caerá la baba al enterarse de lo que ha estado haciendo Allan Rouse los últimos cuatro años y medio: escuchar los 12 discos de los Beatles, una y otra vez. Rouse es el ingeniero de sonido que ha coordinado la monumental remasterización de la discografía completa de la banda, que se publica este miércoles.

En una labor que cualquier psicólogo medianamente capacitado calificaría de obsesiva y neurótica (salvo que sea fan de los Beatles, claro), ha husmeado en cada centímetro de los 525 minutos de música que dejaron grabada los Fab Four en los archivos de Abbey Road.

Seis ingenieros trabajaron codo a codo con Rouse. El equipo lo completaron Kevin Howlett y Mike Heatly, encargados de escribir los textos que acompañan a cada uno de los CD. Heatly, con casi 40 años de experiencia en la discográfica EMI, se asombra de la titánica tarea al otro lado del teléfono: 'Los Beatles grabaron sus 12 discos en siete años y a nosotros nos ha llevado casi cinco sólo remasterizarlos'. En realidad, el proceso no fue continuado: centrados exclusivamente en la remasterización estuvieron alrededor de un año.

Y eso de remasterización digital, ¿qué diantres es? Básicamente casi nada. Los masters originales se convierten a formato digital y se ajustan ligeramente aquí y allá: esa bruma, un chasquido, aquel ruidito. Como pasarle el plumero a una biblioteca. El ingeniero Allan Rouse lo explicaba hace poco: 'No se trata de versiones radicalmente distintas, sino las mejores, como deberían sonar'.

Antes de comenzar el trabajo, los ingenieros de sonido hicieron un pacto de sangre: sólo borrarían fallos técnicos. Todo lo que tuviera que ver con la interpretación de los Beatles (respiraciones, toses, desafines incluso el crujido de las sillas donde estaban sentados), se quedaba. 'Fueron muy cuidadosos en su aproximación', explica Mike Heatly; 'había una historia que proteger y ese es el mantra que se repetían mientras hacían el trabajo: no hay que intentar hacer otra cosa, sino lo que era. Si a Ringo se le escapaba ligeramente el pedal del bombo en un tema y chirriaba, eso se quedaba. Y todavía chirría'.

Habrá fanáticos, que cualquier psicólogo medianamente capacitado diagnosticaría con un cuadro de paranoia leve, dispuestos a desentrañar las diferencias entre las grabaciones originales y las remasterizadas. Es su decisión y hay que respetarla. Mientras tanto, el resto de seres humanos tan solo oiremos las legendarias canciones de los Beatles mejor que nunca. 'No deberías decir: Oh, ahí suena distinto, sino: ¡québien suena!', dice Mike Heatly.

La empresa de remasterizar toda la obra de los Fab Four tomó tintes épicos cuando alguien decidió que se publicarían dos cajas distintas: una con sonido estereofónico (estéreo, con dos fuentes) y otra monoaural (mono, de una sola fuente). Durante la década de los sesenta se produjo la transición entre los dos sistemas de sonido, por lo que la primera parte de la discografía de los Beatles, hasta el Álbum blanco (1968), se editó en los dos sistemas.

Los tres discos restantes (Yellow Submarine, Abbey Road y Let it be) sólo se mezclaron en estéreo. Si se publican las dos cajas es porque, curiosamente, muchos fans prefieren las grabaciones en mono, ya que el sonido estéreo de los primeros discos es muy primitivo: la música se oye por un lado y la voz por otro.

Los discos de los Beatles son como una colección de goyas: pedazos de historia, materia sagrada. El fan hace la genuflexión cuando escucha sus canciones, pero también ante los diseños de sus discos. 'Cuando empezamos con el proyecto, nos planteamos qué incluir en la caja para ofrecer el mejor producto posible. En principio, decidimos respetar todos los elementos originales de los álbumes: textos y fotos. A eso añadimos dos sets de textos por cada álbum: uno biográfico, contando lo que hacían los Beatles en esa época, y otro técnico, donde se habla de los datos de las grabaciones, como los equipos con los que grababan o las tomas que se realizaron. Además, se incorporan fotos inéditas de cada época', relata Mike Heatly.

Ninguno de los Beatles supervivientes, Paul McCartney y Ringo Starr, participaron en la producción de las cajas. Sin embargo, con el disco Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band (1967), el equipo que coordinó el proyecto se llevó una sorpresa. El procedimiento habitual de trabajo obligaba a EMI a enviar el material sonoro y gráfico a Apple (la empresa que gestiona la obra de los Beatles) cada vez que se terminaba la remasterización de un álbum.

Normalmente, recibían el visto bueno o alguna matización que inmediatamente era corregida. En el caso del Sargento pimienta, Apple respondió con un texto de introducción al álbum escrito para la ocasión por Paul McCartney.

El baile de cifras es de tango: 237 euros por 525 minutos de música. A 45 céntimos por minuto (más o menos como en iTunes, portal que los Beatles mantienen desabastecido a día de hoy). Alguien pensará que cualquier psicólogo medianamente capacitado encerraría a cualquiera que pagara semejante cantidad por un puñado de discos en tiempos de crisis. En ese caso, sería conveniente ampliar la red de manicomios, porque las existencias en Amazon se agotaron hace días.

A buen seguro que los más fanáticos de la banda de Liverpool ya han reservado su caja (o 'sus cajas', seguramente alguno haya adquirido las dos versiones, mono y estéreo). ¿Alguien más? Mike Heatly lo tiene claro: 'Nuevos fans. Los Beatles han llegado al público generación tras generación. Por ejemplo, el hijo de una amiga mía, de 23 años, está enganchado a los Beatles y se estaba comprando toda su discografía'.

El negocio, claro, es redondo. Las canciones, que es lo que más cuesta, ya están hechas. Sólo hay que llevarlas al salón de maquillaje, ponerles un vestido bonito y a la tienda. No son pocos los que critican a la banda de ser unos sacacuartos, de oportunismo al publicar estas cajas ahora que el final del CD está a la vuelta de la esquina. 'Que la gente piense lo que quiera. En ese caso, lo hubieran hecho mucho antes. Además, los fans llevaban tiempo demandando la remasterización. Muchos grupos clásicos llevan años haciéndolo', se defiende Heatly.

Los Beatles son una empresa de enorme rentabilidad. Durante los últimos 20 años han llenado las estanterías de las tiendas de discos de recopilaciones, directos, rarezas, vídeos y DVD. La colección de remasterizaciones parece ser el último paso antes del último y más esperado salto a la piscina digital. Durante 2007 anunciaron a bombo y platillo que al año siguiente su catálogo estaría colgando de iTunes, movimiento que finalmente no se produjo. Si no se dan prisa, con el auge del streaming es posible que más que saltar a la piscina, tengan que subir directamente a la nube digital.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?