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Vida y milagros de una laica

Rachel Weisz cuenta cómo logró meterse en la piel de Hipatia, la heroína de Ágora, el filme histórico de Amenábar

S. BRITO/ C. PRIETO

Imaginemos que Ágora fuera una multinacional y Alejandro Amenábar su consejero delegado: deberían rodar cabezas en el departamento de Recursos Humanos de la empresa. En efecto, alguien cometió el error de contratar a una iletrada en ciencias (Rachel Weisz) para hacer el trabajo de la mayor astrónoma del mundo antiguo (Hipatia).

La negligencia se podría haber evitado con una gestión tan simple como comprobar las notas de Weisz en el colegio. Matemáticas: Muy deficiente. Química: Muy deficiente. 'Soy una completa negada para las ciencias' confesó Weisz a Público. En el colegio siempre suspendía esas asignaturas. Por eso acabé estudiando literatura. Durante el rodaje de Ágora, incluso me resultaba difícil entender de qué demonios hablaba mi personaje. Es embarazoso reconocerlo, pero hasta entonces no sabía que el Sol está en el centro de la galaxia', cuenta la actriz británica con una sinceridad a prueba de meteoritos.

Pero no se preocupen porque Ágora, que se estrena el viernes, no es una empresa, sino un filme sobre Hipatia, la quema de la Biblioteca de Alejandría, y ese momento histórico crucial en el que los cristianos pasaron de ser comidos por los leones a comportarse como fieras. Y a Weisz no la han contratado para que demuestre que la Tierra gira alrededor del Sol, sino por su capacidad para ponerse en la piel de personajes apasionados, como hizo en El jardinero fiel (Fernando Meirelles, 2005), que le valió el Oscar a la Mejor Actriz Secundaria.

'Soy una completa negada para las ciencias'

'Lo que me acerca a Hipatia es que yo también siento verdadera pasión por mi trabajo. Eso sí, mi vida es más equilibrada. Tengo una pareja, un hijo y unos cuantos amigos. Hipatia renunció a todo eso para dedicarse con devoción a sus estudios. Sabía que si se casaba tendría que someterse a su marido'. La actriz reconoce que llegó a pedirle a Amenábar que Hipatia besara a Davo al menos una vez. Pero el director no transigió. 'Tenía muy claro que no debía hacerlo. Tras escucharle me di cuenta que yo también tenía prejuicios sexistas. Si hiciéramos una película sobre Leonardo Da Vinci nadie se preguntaría por qué no se casó o por qué no tuvo hijos. Pero una mujer que no tiene marido e hijos nos parece incompleta', explica.

Resumiendo: la fórmula de Ágora es sencilla, Weisz pone la pasión y Amenábar los conocimientos históricos. La actriz lo tiene claro: no importa que no sepas si el Sol va o viene cuando te pones en las manos de uno de los grandes prestidigitadores del séptimo arte. 'El guión era inusual. Pero, como estaba dirigido por Amenábar, acepté inmediatamente', cuenta una mujer que no es la única que tiene fe en el autor de Los otros y Mar adentro: Ágora ha costado 50 millones de euros, la película más cara del cine español.

Y puestos a gastar dinero, Amenábar lo ha hecho a lo grande: el filme mezcla con osadía el entretenimiento puro y duro aquí hay grandes batallas épicas, como en Ben-Hur (William Wyler, 1959) o Espartaco (Stanley Kubrick, 1960) con la reflexión sesuda sobre temas tan aparentemente poco comerciales como las tensiones entre ciencia y superstición o la imposición de las religiones monoteístas. Porque el culto a un solo dios tiene aquí una importancia capital. Simplificando, se podría decir que la buena es Hipatia y los malos los cristianos. Material explosivo, sí, aunque, no necesariamente controvertido, según Weisz. 'Hipatia cree en la importancia de dudar y hacerse preguntas. Tanto el personaje como la película están en contra de cualquier fundamentalismo. Pero es muy importante que quede clara una cosa: Ágora no tiene un mensaje antirreligioso o anticristiano. Muestra aspectos muy bellos del cristianismo', zanja Weisz con benevolencia y diplomacia.

 

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