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El jazz de Cortázar grita en blanco y negro

José Muñoz, creador junto a Sampayo de Alack Sinner, convierte en imágenes el relato 'El perseguidor' del escritor argentino

PEIO H. RIAÑO

Después de 50 años dibujando la maldad sin guantes reconoce estar harto, que ha llegado a 'un cansancio eterno por la estupidez perenne de nuestra especie'. Ha frecuentado demasiado cerca lo que él llama la llaga que no cicatriza. Cuando creó junto con Sampayo el personaje Alack Sinner todavía no latía la epidemia de la novela negra, que encontró en la literatura un mecanismo de denuncia. 'Estoy cansado de decir la verdad, quiero mentir', dice José Muñoz, uno de los grandes dibujantes de la historia del tebeo (como él prefiere llamar), en su paso por Madrid hace unos días en las conferencias de Avantcómic en La Casa Encendida.

El camino que han elegido Sampayo y Muñoz para escapar de la maldad persistente que habita el género negro es el de la música. En estos momentos están metidos en la vida de Carlos Gardel y Muñoz acaba de publicar en España El perseguidor, de Julio Cortázar, en la editorial Libros del zorro rojo, un relato en el que el jazz envuelve la trama. Sin embargo hay algo de lo que no se ha separado en esta fuga: el blanco y negro. Sólo ha invertido la prioridad: si con Alack Sinner dice que ensuciaba con el negro para retratar las sombras cortantes de la ciudad de Nueva York asediada por el peligro 'así dábamos nuestra versión del cine negro', explica, con El perseguidor el blanco manda.

'Berlusconi es una historieta mala, no dibujaría nada sobre él'

Insiste y aclara la relación de obsesión con estos dos colores primarios: en estos momentos prefiere trabajar con el blanco una vez ha trabajado la tinta negra. 'Entinto groseramente y luego perfilo con el blanco. Soy un pintor de blanco sobre los errores negros. Cuando pongo blanco siento que limpio y doy luz', cuenta y recalca que este trabajo suyo es un 'gran juego autista'. La memoria le lleva a sus maestros. Uno de ellos le decía que si un dibujante comete un error con la tinta y lo corrige con la témpera ya no es un buen dibujante. Trató de enseñarle que la habilidad era lo primero, 'hoy digo que si la frescura no te da resultado, dale con la témpera', ríe. No sería ni Alberto Breccia, del que aprendió lo mejor en su Argentina natal, ni Hugo Pratt, del que sigue aprendiendo.

Así que sigue fatigando los originales, esta vez con una y otra capa del blanco sobre el negro, y utiliza toda esa negrura para recrear las oscuridades del mundo del jazz, para utilizar el negro excitante de los cuerpos que brillan con el sudor, el baile, la agitación, el deseo lejos de las corruptelas políticas. ¿Haría José Muñoz un tebeo sobre Berlusconi? 'Berlusconi es un mal tebeo, una historieta mala. No dibujaría nada sobre él'.

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