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"En la desesperación florecen las musas que me gusta cortejar"

Joaquín Sabina publica el martes 'Vinagre y rosas', su primer disco en cuatro años

JESÚS MIGUEL MARCOS

Cosas del azar. Camino de la entrevista, el taxista, sorprendentemente, sintoniza Radio 3 (y no la Cope). Es un chaval joven. 'Si quieres escuchar buena música, sólo queda Radio 3. Lo demás es la música pastiche de siempre. O viejas glorias como el Sabina, que lleva 30 años haciendo la misma canción y con producciones horrendas. Estos últimos días lo ponen en todas partes', suelta airado el conductor.

Porque sí: hay gente a la que no le gusta Sabina, empezando por el grueso de la generación indie, que lo ha ignorado, cuando no demonizado. Aceptando que el sonido de los discos de Sabina es convencional (en su favor hay que decir que en los últimos años tampoco se ha implicado mucho en esas lides) y que evolución, lo que se dice evolución, no ha habido mucha a lo largo de su discografía, es indudable que es un gran compositor de canciones.

Puede pecar de clásico, de monotemático y no pocas veces se le va la mano con los giros poéticos, pero ha escrito temas que están al alcance de pocos músicos.'Ya, pero vive en otro tiempo. Se le nota que ya no escucha la música de ahora', continúa el taxista. Pues nada, comprobemos si tiene razón o no y se lo preguntamos al mismo Joaquín Sabina.

Y artistas jóvenes, ¿le gusta alguno?

'Estoy muy fuera de onda. Para mí los más jóvenes son los Pereza, que ya tienen más de 30. También Quique González, Concha Buika... Pero de ahí para abajo ya me pierdo, no sé lo que hay. No sé, tendré que hacer cola un día de estos para ver a los Jonas Brothers (risas). Pero no puedo opinar, porque por debajo de los 30 años no sé lo que está pasando'.

Pues premio para el taxista y, seamos justos, premio para la sinceridad de Joaquín Sabina, que recibe a Público en una especie de torreta acristalada con vistas deslumbrantes que corona un edificio del centro de Madrid. ¿El artista en su torre de marfil? Algo así, pero luego Sabina desconcierta en las distancias cortas. Uno se espera alguien seco, serio y distante, una personalidad rocosa y defensiva con tintes de divo.

Sin embargo, de buenas a primeras inspira confianza (quién lo iba a decir después de escuchar temas como Mentiras piadosas o Y sin embargo). Es alguien cercano, acogedor, muy cachondo, permeable... Hasta ágil se le ve.

Cuando uno se llama Joaquín Sabina, ¿cuesta encontrar a alguien que le lleve la contraria? Bueno, Benjamín Prado [con él ha escrito la mayor parte de canciones de su nuevo disco, Vinagre y rosas ] .

'Yo no soy la caricatura del tipo del bombín. Ese es el que sale al escenario. Soy infinitamente más pie a tierra que eso, como sabe toda la gente que me conoce y que me llevan la contraria todo el tiempo. No tienen razón, pero me llevan la contraria (risas)'.

¿Cómo ha sido ese matrimonio con Benjamín?

'Como todos los matrimonios, sin sexo (risas). No, escribir a cuatro manos ha sido fantástico. Es algo que no había hecho nunca. Nos basamos en sus experiencias, porque atravesaba un bache sentimental gordo. Y tanto su bache como mi seca, porque era una época en la que no me venían canciones, las curamos juntos en Praga tomándonos unas copas y  discutiendo cada coma'.

¿Por qué no hay inspiración en su 'felicidad doméstica'?

'Yo casi todas las películas que veo son de un tipo que sale de la cárcel después de matar a no sé cuántos, y los versos que me encantan de César Vallejo suelen ser más vinagre que rosas, y las canciones de amor más hermosas son las más tristes. En la melancolía, en la amargura, en la desesperación florecen mejor el tipo de musas que a mí me gusta cortejar. La felicidad doméstica es cojonudo para vivirla, pero desde luego para contarla es un desastre.'

¿Para qué sirve una canción?

Bueno, las primeras que haces quieres que sirvan para follar. Y a veces, para qué te voy a engañar, sirven. Lo peor es cuando le sirven a otro. Cuando te dicen: ayer estuve echando un polvo escuchando una canción tuya. Pues no, las hice para follar yo (risas).

Hace unos días apoyó un manifiesto en el que se pedía una salida progresista a la crisis. ¿Lo está haciendo mal Zapatero?

Esa es una pregunta que no sé si puedo contestar. En su día hice lo de la ceja por miedo a la derecha y por un cierto apoyo a una política de buenismo progresista, pero ahora el momento es mucho más complicado y no sé si lo volvería a hacer. Pero desde luego, no me gustaría que este país lo gobernara la derecha, y menos esta derecha que tenemos. En todo caso, si me dijeran hoy que hiciera lo de la ceja diría que he quedado con una chica (risas).

No es mala excusa.

¡La mejor! (más risas).

¿Qué crisis es peor, la económica o la creativa?

La educacional. Estoy bastante horrorizado de ver el lenguaje que hablan los jóvenes, los grandes hermanos, los triunfitos y todas esa cosas. Esos programas donde parece que si no hablas con faltas de ortografía y eres analfabeto no te llaman.

¿Por qué ‘Vinagre y rosas'?

Pues vinagre es el desamor y las rosas el amor. Me gustan los contrarios porque soy contradictorio. Dudo todo el tiempo.

Guti hace coros en el disco. Siendo usted del Atleti, ¿es para que el Madrid siga perdiendo?

Yo soy del Alcorcón, que quede claro (risas). Guti vino con los Pereza, que es amigo suyo. Y coincidió con Serrat. Era muy divertido verles hacer coros juntos.

¿Qué tal canta Guti?

Mejor que Serrat (carcajadas).

¿El sarcasmo y la ironía no le van a abandonar nunca?

Son instrumentos cosméticos para disfrazar que uno es un baboso ternurista.

Y ahora se embarca en una gira mastodóntica, y esta vez sin Serrat a su lado.

Sí, eso tiene un lado malo y un lado bueno. El bueno es que no tengo que darle la mitad del dinero a un catalán (risas). Y el lado malo es que estoy solo debajo del foco, cuando con Serrat nos apoyábamos uno al otro muchísimo.

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