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Álvaro entra en la etapa 'neoPombo'

El escritor da voz a los viejos en una novela que rompe con sus temas más frecuentes

T. P.

La nueva novela de Álvaro Pombo (Santander, 1939) es una liberación para el autor. Abandona temas recurrentes en su literatura para centrarse en la vejez. 'Me interesa liberarme de lo que me ha obsesionado: el amor, de cuya malvada presencia (en mi caso) no me he deshecho todavía; la basura biográfica; mi propia muerte y la de los que me han precedido; el mundo infantil...', explicó ayer, generoso en palabras, gestos y disparatadas anécdotas.

La previa muerte del lugarteniente Aloof (Anagrama) tiene dos lecturas, la aventurera y la filosófica. Trata de un emérito y jubilado profesor de teoría literaria que compra un lote de libros viejos entre los que da con dos manuscritos que cuentas las andanzas de un personaje sin nombre que responde al mote de Aloof (distante, en inglés). 'Son aventuras que se pueden leer en el cuarto de baño, en tres o cuatro sentadas. Eso quiere decir que es una novela popular', comenta Pombo, mientras la concurrencia no puede aguantar las risas.

Analiza, en cierto modo, la memoria como liberación del pasado pero también del futuro: 'Porque el futuro gravita sobre nosotros, por ejemplo, desanimándonos'. Y destroza tópicos eufemísticos del lenguaje: 'Hablo de viejos, no de personas mayores. A los viejos, los que nos tratan con esa delicadeza nos tocan los cojones (con perdón)', exclama. Más risas. 'No nos engañemos, el barrendero tampoco es un técnico urbano de gestión de detritus'. Carcajadas.

En la nueva etapa literaria que comienza, Pombo rebosa optimismo, buen rollo, perdón: 'No quiero volver al pasado, pero me cuesta liberarme de él. En el fondo no puedo seguir aborreciendo a quienes he odiado durante toda la vida y, como no tengo término medio, los beso, los abrazo, los quiero... ¡Es que estoy un poco pallá!'.

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