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"La inmigración es buena para Europa"

José Enrique Ruiz-Domènec. Historiador.

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¿Quiénes somos?¿A dónde vamos? ¿De dónde venimos? José Enrique Ruiz-Domènec (Granada, 1948), catedrático de Historia Medieval y director del Instituto de Estudios Medievales de la Universitat Autònoma de Barcelona, trata de responder a las tres grandes cuestiones en su nuevo libro. Salvo que en lugar de preguntarse hacia dónde va el mundo se interroga sobre el rumbo del viejo continente. Europa. Las claves de su historia (RBA) es un intento del autor, designado por Sarkozy para integrar la comisión de historiadores de la UE, presidida por Eric Hobsbawn, por proyectar luz en el oscuro túnel europeo.

«La nuestra siempre ha sido una cultura escéptica»

¿Cuándo se empezó a tener conciencia de que existía algo llamado Europa?

La idea surge tras la descomposición del Imperio Romano, en los siglos IV y V de nuestra era. Un imperio, no lo olvidemos, más panmediterráneo que europeo: Roma estaba más interesada en países como Egipto y Siria que en Galia o Hispania.

En los últimos años Europa parece haber pasado de la euforia de la reunificación (1991) a la depresión.

«Equiparar Europa con Occidente es un error»

Europa vive ahora en una encrucijada. Tiene que reinventarse, aunque no es la primera vez que afronta un reto parecido. No hay que olvidar que la europea es una cultura escéptica, una tradición que se remonta a la sociedad helena. Dudamos mucho sobre nuestro futuro, sí, pero el escepticismo no es una mala postura vital. Yo soy optimista: Europa ha respondido siempre bien a los grandes retos.

¿Quién maneja la nave?

La Europa actual es un invento de unas élites. Los tan admirados como vilipendiados burócratas de Bruselas. Son las personas que han creado el tejido monetario y propiciado el movimiento de capitales y personas. En realidad su tarea fue más sencilla que la que afrontan las élites actuales, que han heredado un panorama muy complejo.

«Nuestra realidad actual es un invento de las élites de Bruselas»

Dice que Europa corrió el riesgo de romperse durante la guerra de Irak.

La estrambótica guerra montada por George Bush dividió a Europa. Estaban los partidarios del no a la guerra (masivos en algunos países, como en España, donde se manifestaron hasta las monjas). Pero también hubo muchos políticos e intelectuales europeos favorables a la intervención. Y, como ocurre con las parejas, cuando uno discrepa a veces lo mejor es romper...

¿Hay motivos para blindar las fronteras europeas?

Es necesario entender que Sofía es una ciudad tan Europea como Amsterdam. Equiparar Europa con Occidente es un error. Negar los fenómenos migratorios no tiene sentido. Primero porque es una de esas cajas que una vez abierta no se puede volver a cerrar. Pero sobre todo porque la inmigración es una buena idea. Los inmigrantes son buenos para Europa. Es uno de esos grandes retos a los que el continente está acostumbrado y que lo han hecho grande. Europa tiene que volver a ser un generador de ideas para resolver conflictos de este tipo.

¿Cómo encaja Turquía?

La presencia de Turquía es omnipresente en la historia de Europa. Los que se oponen a su entrada en la UE alegan problemas religiosos o étnico-costumbristas, pero no son más que excusas. Aunque ha sido muy criticada, la Alianza de Civilizaciones auspiciada por el Gobierno español es una buena idea para superar los prejuicios del pasado. Necesitamos abrir nuevas vías de comunicación política e intelectual con Turquía. El objetivo no es que se integre en Europa, un término que no me gusta, sino que entre a formar parte de la UE en igualdad de condiciones.

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