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El fotógrafo que prefiere la conversación al disparo

El prestigioso Anders Petersen repasa en Sevilla las claves de su brillante trayectoria

FERNANDO VICENTE

Será uno de los fotógrafos más reconocidos del mundo, pero no se le ha subido a la cabeza. Es un hombre sencillo, simpático y amable. Cercano. Anders Petersen (Solna, Suecia, 1944) ha pulido su trabajo a lo largo de sus casi 50 años de carrera de convivencia con los que se mantienen fuera del sistema. '¡50! No, no, por favor, casi 43', corrige el fotógrafo sueco.

Y en esos 43 años su obra siempre es en blanco y negro, y su interés, siempre, la fotografía social. 'Sí, soy terco y poco fantasioso. Así que sigo haciendo las cosas como sé hacerlas. Uso exactamente la misma película Tri X, el mismo revelador, el mismo papel que utilizaba cuando empezaba'. Sin embargo, como evidencia su trabajo colgado en las galerías de medio mundo, desde su Suecia natal hasta España, desde Hong Kong hasta Nueva York, sigue sin aburrirse, porque, dice, no se trata de técnicas, sino de personas. 'Mi trabajo es conocer gente'.

Pasó tres años fotografiando a los clientes de un bar de mala muerte del puerto de Hamburgo, otros tres en una cárcel, otros tres en una residencia de ancianos, y otros tres en un psiquiátrico. Así que cuando se le dice que conoce individuos siempre del mismo tipo, saca su pulido don de gentes, ese con el que ha conseguido intimar con los que el resto del mundo prefiere ver de muy lejos, y se ríe: 'No siempre, no sea malo. Pero reconozco que puede haber una tendencia'.

Y entonces se sincera. 'En realidad son autorretratos'. Y si se le objeta que la vida que ellos viven no es la suya, responde: 'Pero lo ha sido a veces'. Esa es la técnica que le ha permitido acercarse a sus protagonistas. 'Escojo un lugar, a alguien, me presento, establezco una conversación, hablo de ellos y hablo de mí, les pido permiso para fotografiarlos, pero luego no lo hago. Sólo seguimos hablando y hablando, y después de unas horas quizás les haga fotos'.

Llega incluso a irse con ellos a sus casas, se queda a pasar la noche. Y después vuelve. 'Nunca he tomado una foto y he desaparecido. Siempre pido las direcciones, les envío las fotos, las veo con ellos y las discutimos Tienes que ser cercano, y estar cerca, y quedarte ahí, mostrar quién eres. En el fondo es muy simple, volver siempre a lo básico'.

Petersen se identifica con los individuos con los que trabaja. 'Con matices, claro', aclara, porque se busca a sí mismo en los retratos que hace de otros: 'Todas las fotos que haces no son sino un acercamiento al autorretrato'. Quizá por eso, porque en el fondo habla de sí mismo, es muy cuidadoso con la imagen que escoge, evitando caer en lo morboso, en lo que él define como 'pornografía social'.

'Cuando yo tomo fotografías hago muchas, no pienso, trabajo con mi estómago. Luego cojo las hojas de contactos y vuelvo una y otra vez sobre ellas ¿Cuál es buena? ¿Cuál no? ¿Qué busco? ¿Qué es juego limpio? ¿Qué es honesto, ético, moral? Desde ahí escojo las fotos intentando no olvidarme de mí mismo'. ¿Y que busca Anders Petersen? 'Transmitir mis sentimientos, todo gira en torno a las emociones y no al intelecto. No sé cómo definirlo. Humanidad podría ser la palabra, pero suena demasiado romántico...'.

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