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Philippe Starck inventa la elegancia del ahorro

Dice que su proyecto en Bilbao alumbra otra arquitectura

GUILLERMO MALAINA

A Philippe Starck (París, 1949) no hay diseño que se le resista. Los apartamentos privados de Mitterrand en el palacio del Elíseo en 1981, tiendas, discotecas, hoteles, exprimidores de zumo... Y ahora un viejo almacén de vinos y aceites de Bilbao, construido hace ya un siglo. 'Este edificio es el primero que muestra el camino de la nueva arquitectura que integra la elegancia y la economía'. Lo decía ayer, visiblemente cansado, sentado en una silla de plástico con la nueva piscina que emerge dentro de la antigua alhóndiga a sus espaldas.

Starck habló con deleite de su última creación, como si la metamorfosis del viejo almacén de vinos, que le encargó hace nueve años el Ayuntamiento de Bilbao, colmase hoy todas sus aspiraciones, tanto artísticas como filosóficas.

Como recordaba, él no se deja guiar por la estética ni por el concepto funcional de las cosas de un modo estricto. 'Lo más importante al diseñar algo es pensar en qué hará la gente con ello'. Y en esta ocasión, su trabajo ha consistido, fundamentalmente, en vaciar el interior de la vieja alhóndiga y llenarlo de ocio y cultura para el disfrute de la población con salas de cine, cafeterías y restaurante, un auditorio, un gimnasio, dos piscinas y salas de exposiciones, entre otras ofertas.

Según sus palabras, un edificio así sería impensable hace 20 años, 'cuando teníamos dificultades para hablar de la elegancia de la economía, la elegancia de la ingeniería y la elegancia de la ecología. Ahora es muy fácil'.

Ni siquiera considera que la actual crisis económica sea una barrera insuperable para la creación artística. 'Este momento es fantástico. Yo siempre he estado explorando. Yo siempre intento encontrar nuevas visiones, nuevas ideas, nuevas éticas para crear lo que nosotros merecemos y no tenemos', asegura, convencido además de que en Occidente 'hay una oportunidad para inventarnos a nosotros mismos. Es regular, normal y previsible el movimiento de Occidente a Oriente. Es una fantástica ocasión para rediseñar lo que nosotros seremos en el futuro'.

El camino a seguir, insiste, es lo que el llama ecología democrática, es decir, diseñar para la sociedad creaciones de alta tecnología a precios asequibles: 'En esta alhóndiga, ha habido una ley muy simple: gastar lo menos posible, no usar ni un elemento de decoración, salvo que sirviera para algo pedagógico. La ley era utilizar simplemente la elegancia de los montajes industriales, de los materiales industriales, solamente los que puramente se necesitaban. Siguiendo estas reglas, este lugar se ha ido construyendo poco a poco'.

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