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Fotografía contra los yugos del "viejo hombre blanco"

Primera retrospectiva en Europa de la artista afroamericana Carrie Mae Weems

ÁNGEL MUNÁRRIZ

En el año 1972, Carrie Mae Weems, que ya era un manojo de inquietudes de todo tipo, se integró por primera vez como activista en una organización marxista. Sólo un año después, Carrie recibía por su vigésimo cumpleaños una cámara fotográfica. Pese a su apariencia inconexa, los dos acontecimientos, el político y el artístico, ilustran las dos grandes preocupaciones de la vida de Carrie, que han corrido paralelas a lo largo de los siguientes 37 años, dedicados a explorar las posibilidades de la imagen para desvelar lo oculto tras las convenciones.

'El compromiso social sin el artístico no existe para mí, y viceversa', explica, siempre sonriente, Mae Weems (Portland, EEUU, 1953), una señora juvenil, tranquila pero enérgica, que intercala sonoras carcajadas con largos silencios para meditar sus palabras. El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, en Sevilla, expone desde hoy Estudios sociales, la primera retrospectiva en Europa de Mae Weems, uno de los talentos afroamericanos más reconocidos en la vanguardia intelectual de Estados Unidos. En palabras de Roberta Smith, crítica de arte de The New York Times, Carrie es 'una de las artistas más interesantes que trabajan en el espacio entre arte y política'.

Su obra desnuda con sutileza clichés raciales, sexuales y sociales

Las 250 piezas de la muestra fotografías sobre todo, pero también multimedia y performance son una interrogación incómoda e inconformista acerca de los roles de los afroamericanos, fundamentalmente las mujeres negras, en Estados Unidos, así como una relectura subversiva e irónica de la historia oficial. ¿Una obra orientada a la ruptura de estereotipos raciales, entonces? 'La raza es muy importante, pero no es lo único. Sería muy estrecho', afirma.

Mae Weems dispara a temas universales como 'el amor, la familia o la competición de las mujeres por los hombres'. Pero desde su óptica combativa, que incluye un discurso contundente sobre la cuestión racial en su país. 'Los negros siguen siendo ciudadanos de segunda', dice. ¿Y Obama? 'Hay un cambio simbólico, pero cuando voy al MoMA, en Nueva York, me doy cuenta de que soy la única persona negra. Las cosas no han cambiado tanto', explica. El poder, dice, sigue encarnado por el 'viejo hombre blanco'. 'Ese poder persiste, y esa lucha persiste', añade. Ella misma, casada con un hombre blanco, aún percibe miradas de extrañeza, por mucho que se hable de la era de la reconciliación racial.

'Cuando voy al MOMA, en Nueva York, veo que soy la única negra'

La exploración de las sutiles injusticias con las que se construyen las relaciones familiares o las historias de sexismo o clasismo completan la columna vertebral de su obra. Una cronología muy resumida arrancaría en los setenta y ochenta, con series en las que presenta situaciones de su propia rutina ella aparece en muchas de sus fotos subrayadas por textos que insinúan significados alternativos al evidente. 'En la seriedad hay poco espacio para jugar, pero en el juego hay mucho espacio para la seriedad', dice.

Aunque las cuestiones sociales siempre han estado presentes, su obra evolucionó con los años, poniendo su atención en África, en la relación contradictoria entre la cultura popular y la cultura de museo, interrogando sobre el papel del intelectual en el mundo... 'La obra me dice a mí quién soy. Ella me dirige a mí, no yo a ella', explica. Los temas, pues, van evolucionando desde un anclaje claramente político. Pero las preocupaciones formales permanecen. 'El arte, la belleza, el color, la deconstrucción...', enumera.

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