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Tumbar el capitalismo a través del amor

El director de ‘Yo soy el amor' reivindica el cine que invita a pensar

SARA BRITO

Nada de ir al cine para dejar la mente en blanco. No se engañen. Escuchen al director italiano Luca Guadagnino (Palermo, 1971): 'El cine tiene sentido cuando te permite pensar. Quien dice lo contrario no entiende que la diversión pasa por el pensamiento. Es un contrasentido decir que voy al cine para no pensar porque si se va a ver un producto que se ha creado para hacerte creer que no estás pensando, el propio hecho de que estos filmes produzcan en ti un estado pasivo significa que el producto te está manipulando el pensamiento y anulando tu individualidad'.

Taxativo, orgulloso de su visión del cine alejado de los conceptos televisivos imperantes, Guadagnino es el autor de una de las películas de la temporada, Yo soy el amor, gran melodrama sobre el amor y la decadencia de la alta burguesía italiana, estrenado el pasado viernes después de haber encandilado a la crítica internacional.

En el germen de este filme, pensado y ejecutado como una ópera, está Tilda Swinton, amiga y cómplice del director conocido en España por haber adaptado el best seller Melissa P. Swinton y Guadagnino se conocieron hace más de 20 años. 'Yo tenía 22 años y le había escrito a Tilda proponiéndole que participara en mi primera película.

'Es un contrasentido decir que voy al cine para no pensar'

Nunca me contestó, así que me presenté en Roma en una premiere. Me acerqué a ella y le pregunté por qué no me había respondido y ella me dijo que era la primera noticia que tenía de esa carta. Aquello le hizo gracia y empezamos una amistad que dura hasta hoy', cuenta el realizador. Y precisa: 'Nuestra colaboración es un fruto jugoso, sabroso saciante y que se puede utilizar de muchas maneras', explica, quien ha hecho ya tres proyectos cinematográficos con la actriz británica.

Entre ellos el que fue el germen de Yo soy el amor, el documental Tilda Swinton: The Love Factory, donde la intérprete y productora hablaba precisamente del amor durante 35 minutos. 'Nació de esas conversaciones con Tilda y del libro de Thomas Mann Los Brudenborg, que me gusta mucho.

'Entender el amor  como una fuerza revolucionaria'

Se trataba de hablar del amor como lo exponía Tilda entonces, como una fuerza revolucionaria, un baile para dos en el que se está solo, una integración recíproca. Cruzarlo con la idea de la decadencia de la burguesía me parecía interesante, ya que es la clase que sigue dominando los destinos de mucha gente', apunta.

A Guadagnino le dan asco los clanes. 'Los fascismos están en todas partes', dice. En cambio, frente al poder anulador del capitalismo, para Guadagnino, como refleja en su filme, que bebe de Visconti y Antonioni, el amor es un motor de la identidad. 'Somos lo que amamos o nos negamos a desear', asume.

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