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Arthur Rimbaud, después del poeta

Un libro inédito en castellano reúne las cartas que escribió durante sus viajes

 

GUILLAUME FOURMONT

Arthur Rimbaud era un cínico, un traficante de armas obsesionado por el dinero que sembró la guerra en África. Es quizá un poco exagerado, aunque no tan alejado de la realidad. Guste o no a los lectores del autor de Mi bohemia, aquel canto a la libertad.

Un mes después de que se hallara una supuesta fotografía de Rimbaud adulto, la editorial Ediciones del Viento publica por primera vez en castellano Cartas abisinas, compendio de misivas que el poeta escribió entre 1880, cuando ya llevaba seis años viajando por el mundo, y 1891, año de su muerte. Los textos son muy llamativos: habla de dinero, de negocios, de armas, de obligaciones... Ni un solo verso. Esas cartas desvelan a un Rimbaud que ya no era poeta.

'Nunca habló a nadie de por qué se había ido', dice su biógrafo

'Se dieron muchas razones sobre el porqué de sus viajes entre 1874 y 1880, antes de afincarse en Arabia y en Abisinia, aunque Rimbaud nunca se confesó a nadie sobre este asunto. La explicación más lógica es que buscaba un empleo', dice Jean-Jacques Lefrère. Autor de biografías de Rimbaud y uno de los mayores especialistas de la obra del francés, Lefrère no tiene explicación alguna del porqué. ¿Por qué Rimbaud, niño prodigio, autor de Una temporada en el infierno, obra de referencia en la historia de la poesía, lo abandonó todo a los 21 años para no volver nunca a escribir un poema?

La primera misiva de Cartas abisinas es del 17 de agosto de 1880, firmada desde Adén, en Yemen. Rimbaud habla de sus esfuerzos para conseguir un trabajo, de sus ahorros. Se dirige a 'mis queridos amigos'. Se refiere a su familia, a su madre y a su hermana Isabelle, que viven en su ciudad natal, Charleville-Mézières. 'Su correspondencia no tiene ningún carácter literario. Rompió con la literatura, aunque nunca con su familia, su correspondencia con ella nunca se interrumpió durante sus años africanos', subraya Lefrère.

Después de su enfrentamiento con Paul Verlaine, poeta y amante, en 1873 en Bruselas, Rimbaud emprendió un largo viaje que le llevaría desde Londres hasta Indonesia, donde se alistó en las tropas coloniales holandesas, desertó, atravesó el océano, dirigió a un equipo de obreros en Chipre. Y se instaló en Yemen y en Harar, en Etiopía. Comercia con marfil, oro, pieles, café.

En sus misivas, Rimbaud habla de dinero, de negocio; ni un solo verso

Sus cartas no revelan mucho de su modo de vida, hay pocas descripciones de la zona y de la vida local. El 28 de octubre de 1885, escribió: 'No pueden imaginarse para nada este lugar. No hay un solo árbol, ni siquiera seco, ni agua potable. (...) No hay ninguna vida social, quitando a los beduinos del lugar, y uno se vuelve imbécil total en pocos años. En fin, me bastaría con reunir una suma que, invertida en otro lugar, me diera un interés seguro y más o menos suficiente para poder vivir'.

¿Quién es este hombre que aparece la mayoría de las veces solo en las fotografías, a veces con otros comerciantes, oscuro, duro? ¿Qué tipo de vida lleva? 'No sabemos nada', zanja Lefrère. No se le atribuye ninguna relación sentimental, ni siquiera un(a) amante. 'Era una persona secreta, se dedicaba a sus negocios, rechazaba toda distracción', añade el especialista. A él también le sorprendieron esas cartas 'muy secas, técnicas'. Rimbaud sólo parece interesado por el carácter comercial de la zona geográfica donde vive: 'Ahorrar dinero es su principal motivación; su pasión por la poesía se ha convertido en la búsqueda de la fortuna. El poeta ha muerto'.

'Me bastaría con reunir una suma que, invertida, me permitiera vivir'

Raras veces, el escritor deja escapar sentimientos de un hombre solitario. 'Me aburro tanto como siempre; nunca he conocido a nadie que se aburra como yo. ¿Acaso no es miserable esta existencia sin familia, sin ocupaciones intelectuales, perdido en medio de negros cuya suerte nos gustaría mejorar, mientras que ellos sólo buscan aprovecharse y nos impiden solucionar nuestros asuntos en un breve plazo', escribió el 4 de agosto de 1888.

¿Por qué no regresa, por qué se conforma con esta vida si parece tan infeliz? En sus cartas, Rimbaud asegura a su familia que sigue 'muy ocupado'. 'Debía tener miedo de que su pasado la aventura con Verlaine hizo mucho ruido en el mundillo literario parisino apareciera de nuevo en la prensa. Aunque ya era entonces una persona mítica, de leyenda', dice Lefrère. Rimbaud se preocupa por la salud de su madre, se disculpa cuando no la escribe.

No se relacionaba con la gente, no se le atribuye ni un(a) amante

Muchos vieron a Rimbaud como un loco cuya obsesión por sus negocios le llevó a la muerte. Lefrère considera que el poeta no quería morir, pero el cáncer le cogió por sorpresa y no se cuidó. 'Este silencio literario era quizá la única manera que encontró para salir adelante', analiza. Las Cartas abisinas aportan respuestas sobre el misterio Rimbaud, sobre su vida. Aunque los versos de Mi bohemia ya decían mucho: 'Iba por ahí, con las manos metidas en los bolsillos rotos/ Hasta tal punto mi gabán se volvía ideal/ Caminaba bajo el cielo, ¡oh musa!, y era tu vasallo/ ¡Hay que ver! ¡Cuántos amores espléndidos he soñado!'.

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