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Obrigado, José Saramago

Intelectuales y políticos de España y Portugal despiden al Nobel, que fue incinerado con una edición de Memorial del convento'

MARIO DUJISIN

El cementerio del Alto de São João se hizo ayer pequeño para acoger a los miles de personas que querían dar el último adiós a José Saramago. Los accesos al sitio de la cremación se llenaron por completo de personalidades y cientos de anónimos, que gritaban consignas de la Revolución de los Claveles de 1974 de 'Saramago, amigo, el pueblo está contigo' y 'la lucha continúa', mientras otros, en lugar de puños cerrados, preferían blandir libros del autor portugués.

El Nobel fue incinerado junto a una edición de Memorial del convento, una de sus obras fundamentales y gracias a la que conoció a su mujer, Pilar del Río. La obra fue depositada junto a su féretro por Eduardo Lourenco, coetáneo de Saramago y uno de los intelectuales portugueses más destacados del siglo XX. Lourenco entregó el libro, con lágrimas en los ojos, a Pilar del Río, y escribió unas palabras que nadie leyó, ya que fue cerrado y depositado junto al féretro en la capilla ardiente del Salón de Plenos del ayuntamiento.

Fernández de la Vega y González-Sinde también estuvieron presentes

Horas antes, en la ceremonia oficial que también tuvo lugar en el Ayuntamiento de Lisboa, en cuya fachada han sido colgadas inmensas fotos del Nobel con la leyenda 'Obrigado, José Saramago' ('Gracias, José Saramago'), participaron, entre otros, el primer ministro, José Sócrates, el vicepresidente del parlamento, Guilherme Silva, los ex presidentes de la República Ramalho Eanes, Jorge Sampaio y Mário Soares, casi todos los ministros del Ejecutivo socialista y las más altas figuras de la cultura, del mundo académico y hasta representantes de la Iglesia católica, pese al virulento ataque del diario oficial del Vaticano a Saramago el propio día de su muerte.

Por parte española estuvieron la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, que encabezó la delegación oficial (en la que también estaban presentes el alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, y el coordinador general de Izquierda Unida, Cayo Lara), y la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde. Para Fernández de la Vega, que tomó la palabra en el acto con un breve discurso de homenaje, el escritor supo 'hacer sonar las cuerdas del alma'. 'Y las páginas de ilusiones, sueños y compromisos que desgranó forman parte de los tesoros de una cultura universal, que queda huérfana de una voz muy humana y digna'.

Además acudieron los ministros de Cultura de la Comunidad de Países del Lengua Portuguesa (CPLP), grupo formado por Angola, Brasil, Cabo Verde, Guinea-Bissau, Mozambique, Portugal, Santo Tomé-Príncipe y Timor Oriental.

El clero portugués quiso distanciarse del reciente ataque de 'L'Osservatore'

Sin embargo, y pese a la importancia para Portugal de este hijo ilustre que desaparece, faltaron a la cita las dos primeras autoridades de la nación: el presidente conservador Aníbal Cavaco Silva y el presidente del Parlamento, el socialista Jaime Gama, un político muy ligado a Estados Unidos y considerado uno de los exponentes de la llamada ala derecha del partido de Sócrates.

A pesar de las críticas, Cavaco Silva declinó ayer sacrificar sus horas de vacaciones en las Azores, que concluyen esta noche, y regresar a Lisboa a tiempo de participar en las exequias del único portugués que ha recibido el Nobel de Literatura. Desde las Azores, el jefe del Estado calificó de 'controversias estériles' las criticas a su decisión de no anticipar su regreso. Y se refugió en su familia: 'Desde el jueves estoy en las Azores, cumpliendo una promesa que hice a todos los miembros de mi familia, hijos y nietos, para mostrar la belleza de esta región', explicó.

El sábado por la noche, el líder del Bloque Izquierda (BE), Francisco Louçã, hizo un llamamiento al presidente para asistir al funeral de Saramago y olvidar la 'persecución política contra el escritor protagonizada por su gobierno'. El presidente 'no debería permitir cualquier confusión con la mezquindad de las actitudes del pasado cuando su Gobierno vetó El Evangelio según Jesucristo', sentenció Louçã.

La decisión del presidente ha sido criticada incluso por exponentes conservadores. Diogo Freitas do Amaral, el líder histórico de la derecha lusitana, manifestó su admiración por el escritor y por la persona. 'Lamento mucho la muerte de José Saramago, que es sin duda un gran escritor y, con el Premio Nobel, ayudó a difundir la lengua y la cultura portuguesa en todo el mundo', dijo y reconoció su admiración por su figura, 'a pesar de las diferencias ideológicas' que los separan.

Asimismo, el clero luso quiso distanciarse del ataque de L'Osservatore Romano al Nobel el sábado. Saramago es una 'notable biografía humana', señalo monseñor Torentino de Mendonça, director de Cultura de la Pastoral de la Iglesia Católica, a las puertas del ayuntamiento. En su opinión, no hay duda de que la postura de Saramago hizo 'bien a todos.' En él siempre hubo 'mucha de la teología de la protesta de un hombre que no acepta soluciones fáciles para los grandes interrogantes, lo que es bueno para todos'. Con su muerte, 'la iglesia pierde un crítico con el que siempre supo dialogar'.

Entre tanto, 110 kilómetros al norte de Lisboa, en Azinhaga do Ribatejo, en la aldea donde el escritor nació hace 87 años, los habitantes decidieron no colocar coronas. El representante de la junta de vecinos enfatizó: 'No hemos puesto flores. Queremos celebrar a Saramago vivo. Colocaremos flores el día de su cumpleaños, no de su muerte'.

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