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Un niño entre Leviatán y 100 piratas malditos

El dibujante francés David B regresa con la adaptación de un cuento infantil que reflexiona sobre la vida y la muerte

GUILLAUME FOURMONT

El dibujante francés David B no es normal: no teme a la muerte, habla con ella, la invita a su casa, le pregunta por todo, tiene muchas cosas de las que hablar, mucho por lo que preguntarle. Porque Pierre-François Beauchard, su verdadero nombre, lleva desde los 5 años viviendo 'en una realidad con acentos fantásticos'. A esa edad vio a su hermano morirse 'al menos tres veces al día y resucitar milagrosamente'. Tras La ascensión del gran mal, una terapia gráfica sobre la epilepsia de su hermano y referencia mundial del noveno arte, David B habla en esta ocasión, en Rey Rosa, directamente con los muertos o, mejor dicho, con un grupo de piratas condenados a errar en las profundidades del mar.

'El mundo de los muertos está muy vivo, lleno de personas eternamente insatisfechas. Tienen un hambre imposible de saciar; es como una maldición humana', dice David B de los protagonistas de Rey Rosa, un álbum que publica 001 Ediciones. Por ahí aparece el capitán Peter Maus y su mano derecha Petit Pierre, y un centenar más de pícaros, todos muertos, condenados a no morir nunca. Si provocan a Leviatán para que acabe con su divagar, les rescata una ola: '¡Catástrofe! ¡Estamos salvados!', gritan los piratas.

«El mundo de los muertos está vivo, lleno de personas insatisfechas»

El cómic invita a descubrir un imaginario mítico, un universo de seres fantásticos, propio del autor desde La ascensión del gran mal. Para Rey Rosa, el dibujante contó con una historia de Pierre Mac Orlan, otro seudónimo, el de Pierre Dumarchais (1883-1970), músico y escritor francés. 'Siempre me gustaron, desde la adolescencia, sus novelas. Retratan lo fantástico social, es decir, el ambiente extraño que se desprende de la vida cotidiana', explica David B a Público. Mientras leía a Mac Orlan, su hermano tenía crisis tras crisis de epilepsia y el mundo de los vivos se convertía 'en un circo, donde desfilaban artistas de lo irracional'.

En Rey Rosa, el mundo de David B no se llena, sin embargo, de monstruos, sino de un niño. Un niño vivo, 'entero y buen rollizo', que los piratas rescatan en el mar. '¿Puede un vivo vivir entre los muertos?', se pregunta el capitán Peter Maus. 'Los piratas quieren vivir su muerte eterna como una vida normal, pero no pueden hacer como los vivos, ni comer ni beber. Y su odio por ellos es evidente. Cuando llega el niño, lo consideran primero como un simple juguete, pero su vitalidad les beneficia y permite a los piratas soñar con la redención', responde David B.

Tras La ascención del gran mal', el autor francés embarca en un navío de pícaros

Los muertos, los fantasmas, los esqueletos, son protagonistas que siempre han acompañado al dibujante en su obra. Sin embargo, tras 'una juventud alucinante', David B se guarda de analizar los mensajes de sus obras. 'Mac Orlan quiso hablar de las dos edades importantes de la vida: la infancia y la vejez. Y luego de la muerte', piensa el autor. Y matiza: 'O quizás no... Prefiero no pensarlo. Pero eso sí: su obra va de fe'.

Más allá de las supuestas y rápidos análisis psicológicos, el cómic Rey Rosa tiene todas las características de una buena historia de piratas, desde las más clásicas como La Isla del Tesoro de Stevenson hasta las aventuras de Corto Maltés o de Jack Sparrow en Piratas del Caribe. David B, quien confiesa no haber soñado nunca con ser un pirata 'Si no fuera dibujante, sería profesor de Historia', dice, termina su conversación con la Parca: 'Con esta historia, no sabemos si los muertos serán salvados o no. Pero algo en ellos ha cambiado'.

 

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