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La terrible historia de la masacre de los niños-insecto

Jorge Volpi reflexiona sobre la moral humana

ROCÍO PONCE

Los bosques siempre han sido un idóneo lugar para soñar en verano según Shakespeare, hacer justicia como Robin Hood o para jugar al escondite con David el Gnomo y el zorro Swift. El escritor mexicano Jorge Volpi en su última novela Oscuro Bosque oscuro, ha empañado la inocente visión de esos bosques para convertirlos es mudos testigos de las peores masacres ocurridas y por ocurrir. Los insectos ya no son esos divertidos dibujos animados, ahora son niños a los que un batallón de policías de reserva tienen orden de aniquilar.

En Oscuro bosque oscuro la deshumanización es el centro de la trama, 'me interesaba reflexionar y hacer reflexionar sobre circunstancias que hacen que las personas puedan convertirse en parte activa de una masacre. Hay que tratar de entender qué es lo que provoca que gente normal tenga de pronto que enfrentarse a una situación en la que tiene que decidir si se convierte en asesino o no. El tema surge a partir de una anécdota cierta de la Segunda Guerra Mundial pero el libro no hace referencia a ningún lugar preciso para poder hacerlo universal'.

El Holocausto, Camboya, Ruanda, Darfur, incluso México, han sido las matanzas que han inspirado esta obra. Al escritor le preocupa que la sociedad crea que ya no ocurren, 'el libro lo actualiza y obliga a pensar que es algo inminente, hoy mismo (ayer) leo en el periódico que han capturado a un asesino de ETA. Puede parecer lejano al leerlo, pero lo tenemos a pocos kilómetros'.

En la obra del mexicano, el lector se convierte en un personaje más de esta legión despiadada armada de oxidadas bayonetas. A través de interpelaciones constantes a lo largo de la narración, 'pretendía tener ese mismo autoritarismo que sufren los personajes pero frente al lector, el libro directamente le dice tú eres uno de estos soldados, a ti también te dan las órdenes de matar niños, ¿qué harías?''

No es fácil escapar de la inercia social, explica Jorge Volpi mientras se come un croissant a modo de brunch, 'la naturaleza humana está hecha para vivir en grupo, se ha comprobado con muchos experimentos. Es muy difícil no hacer lo que hace la mayoría, por eso admiramos a los héroes y tememos a los criminales'.

Encontrarse en esta brutal historia a la inconfundible Caperucita Roja, a Hansel y Gretel y al mismísimo Flautista de Hamelín puede, a priori, resultar incongruente pero nada más lejos de la realidad, 'los cuentos infantiles son de por sí ya bastante crueles, aunque alteré algunos finales para volverlos más duros, hubo casos en los que no tuve que hacerlo porque su versión original ya era bastante terrible'.

Con una estructura literaria a la que ha llamado 'prosa cortada' y un ritmo obsesivo de repeticiones, Volpi se embarca en esta amarga reflexión sobre la moral humana y sus límites, 'por la naturaleza del tema y el adoctrinamiento de la publicidad me parecía que era la manera de hacérsela ver al lector. De ahí la idea de escribir la novela en este verso libre que permite envolverle en este ritmo constante'. Pero que nadie le diga que eso es poesía, 'cuando un libro está escrito en verso espanta inevitablemente a muchos lectores'.

Y un día llegará el juicio final. ¿Lograrán salir del Oscuro bosque oscuro? 'Nadie sale en el fondo'.

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