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Ricardo Piglia escribe para saber lo que ha vivido realmente

El autor publica 'Blanco Nocturno' en septiembre

BRAULIO GARCÍA JAÉN

Siempre hay un elemento autobiográfico en lo que yo escribo, aunque no se note después'. Ricardo Piglia publica una novela 13 años después, y en el Festival Eñe de Montevideo, la ciudad en la que murieron el Malito y sus compinches, protagonistas de su anterior Plata Quemada, desveló cuál es esa pincelada autobiográfica en este Blanco Nocturno: 'El personaje de Luca es un primo que yo quería muchísimo, que tenía una fábrica en la que me hacía unos juguetes lindísimos. Empezó a tener problemas con su familia, con la sociedad anónima. Y tuvo lo que podríamos llamar un punto de fuga psicótico, y se quedó encerrado en esa fábrica, no se quiso irse de allí'.

Blanco Nocturno, que aparecerá en septiembre en Anagrama, no es un relato familiar. Tampoco es sólo una novela policiaca, aunque algo de ambas cosas tiene: 'Lo que más me interesa es el relato como investigación. Una novela que surge a partir de algo que no se acaba de saber qué es y hay que tratar de reconstruirlo: puede ser un crimen o no. Ese tipo de estructura narrativa me interesa muchísimo.'

El misterio de Blanco Nocturno sí es un crimen, el de Tony Durán, un puertorriqueño de Nueva York que vive en Argentina, aunque lo deslumbrante, en efecto, es la reconstrucción del crimen. Las gemelas Belladona, con las que Durán había triangulado sexualmente antes de que lo asesinaran, el pueblo de la Pampa húmeda donde el aire se enrareció un día sin aparente motivo, las investigaciones del periodista Emilio Renzi y el propio Luca Belladona, que vive encerrado en una fábrica fantasmal y es el que mueve la historia.

'Es cierto que se sienten protagonistas de una trama familiar que por momentos viven de un modo excesivo', explica Piglia sobre la desesperada búsqueda del trauma que en ocasiones parece que devora a los personajes más allá del trauma mismo.

Ricardo Piglia aborda la literatura reflexivamente (es profesor y crítico literario) y desde la creación (como novelista). 'En mi primera época eso funcionó como un conflicto. Pero en un momento dado empecé a unirlo; mis ensayos son pequeños relatos en sí mismos. Y en las novelas siempre aparecen algún elemento de reflexión. Y me parece, que parte de lo interesante de la literatura actual está por ahí', explica.

Piglia ha preferido trabajar una vez más sobre el pasado. En un primer momento, situó la acción durante la Guerra de las Malvinas. 'Pero a medida que avancé me pareció un poco demagógico. Me pareció que le estaba poniendo un gancho, pero que desde el punto de vista de la trama no era el centro. Era como escribir una novela que sucede el día que mataron a Kennedy'.

Y como todas sus novelas, esta también es una investigación sobre la posibilidad de una verdadera experiencia, en un tiempo en el que todo nace para ser interpretado. 'Yo tengo la sensación de que cada vez más recordamos experiencias que no hemos vivido como si fueran reales. La primera vez que fui a Nueva York tuve la sensación de que ya había estado en esa ciudad: había visto muchas películas. Las experiencias también están muy influidas por cuestiones que no son referencias personales', explica. 'La experiencia es una lámpara tenue que sólo ilumina a quien la sostiene', dice la cita de Céline que introduce la novela. Piglia parece confiar sobre todo en la literatura para alumbrarse.

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