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"Decir 'España negra' es una redundancia"

Álex de la Iglesia ajusta cuentas con el país del franquismo en 'Balada triste de trompeta', una película salvaje y ultraviolenta que acaba en batalla entre payasos rojos y militares fascistas. El director quiso volver al p

CARLOS PRIETO

Conversación con una periodista italiana por la mañana. '¿Te gustó la película española?'. Su pelo pareció ponerse de punta y sus ojos salirse de las órbitas antes de exclamar estupefacta: 'No lo sé, es una gran locura'. Hay veces en que uno necesita varios días para digerir un filme. Y otras que sólo necesitas acomodarte en la butaca para empezar a vibrar: fue ver los títulos de crédito de Balada triste de trompeta y entrarte https://imagenes.publico-estaticos.es/resources/archivos/2010/9/7/1283896002958argentina-2c.jpg

La música, una adaptación marcial de Roque Baños de una procesión de Semana Santa, suena a toda potencia mientras se suceden fotos de Franco, Jiménez del Oso, Millán Astray, Lola Flores, Fraga, curas siniestros, un Ronald Reagan roto bailando sevillanas durante una visita a España. Y payasos, muchos payasos. Madre mía, ¿qué es esto? ¿Una versión bizarra de Basilio Martín Patino? Más bien un ajuste de cuentas despiadado con la España negra del franquismo.

El director vasco ha mezclado varios iconos del siglo XX español

La nueva película de Álex de la Iglesia narra las tribulaciones de dos payasos enamorados de la misma trapecista. ¿Las dos Españas? La acción se inicia, como un tiro, en 1937, con una función de circo que se acaba transformando en una batalla sin cuartel entre payasos rojos y militares fascistas.

Después vemos a un clown encarcelado en una prisión nacional pasándole el relevo a su hijo: 'Tú tienes que ser un payaso triste porque has sufrido mucho. Y sólo podrás aliviar tu dolor con la venganza'. ¿Quién dijo tolerancia, reconciliación y buen rollito? Nadie.

De ahí saltamos a 1973. Lo que sigue es una historia ultraviolenta sobre la lucha a muerte para conseguir el amor de una mujer. Todo ello influido por un contexto histórico delirante que incluye un anciano y bonachón Francisco Franco cazando perdices, atentados de ETA e imágenes recurrentes de Raphael cantando vestido de payaso triste. Es decir: ¡El horror! ¡El horror!

'Esta película es un exorcismo', dice el director Álex de la Iglesia

'El payaso es una figura terrorífica, fuera de contexto, con un traje incomprensible, como de la Comedia del Arte, extrañamente relacionado con el traje de los sacerdotes y los toreros. Hay un vínculo siniestro entre toreros, curas y payasos. Los tres visten algo parecido a un traje de luces, los tres recuerdan a una sacerdotisa, los tres participan de un ritual de iniciación que incluye un sacrificio', explicó Álex de la Iglesia, último Premio Nacional de Cinematografía.

En efecto, es como si el director vasco hubiera decidido juntar en este filme a varios símbolos de la iconografía del siglo XX español e introducirles un ácido por vía rectal. Con las consecuencias imprevisibles que se pueden imaginar. Francisco Franco, por ejemplo, es aquí 'un personaje positivo y bonachón' lo que le convierte, paradójicamente, en alguien 'todavía más cruel, porque lo más terrible de un ser diabólico es precisamente que sea muy humano. Franco está en el filme porque forma parte de la historia anímica del protagonista, el payaso triste, de un pasado brutal que le condiciona. Franco es el culpable de su sufrimiento', contó.

Su película narra las tribulaciones de dos clowns' y una trapecista

El cantante Raphael, por su parte, que aparece vía imágenes de otras películas, interpreta el tema que inspiró todo: 'La clave está en la letra. Balada triste de trompeta, por un pasado que murió y que llora y que gime como yo'', cantó el director antes de poner el ripio raphaeliano en contexto político español: 'Esta película es un exorcismo. Quería reencontrarme con el pasado de España mediante la tragicomedia para poder exorcizarlo. Como dice la canción, es un pasado que murió y que hay que enterrar, pero hay que enterrarlo bien'.

Cabría pensar que con tanta referencia histórico/bizarra cruzada, los periodistas extranjeros se podrían extraviar, pero el cineasta cree que puede ser una ventaja: 'Se encontrarán en el mismo estado mental de pureza en el que me encontraba yo entonces. La película es una historia de amor situada en un ambiente de guerra. Que es como me sentía yo en 1973, envuelto en una sensación de pesadilla incomprensible, en una especie de alucinación infernal. La gente saltaba por los aires, había revoluciones, miraba por la ventana y veía a las personas huyendo de la policía, era una situación prebélica incomprensible para mí'.

De la Iglesia: 'Hay un vínculo siniestro entre toreros, curas y payasos'

La película, por tanto, es la guerra. Por momentos aquello parece una parodia de esa célebre cita que dice que un filme tiene que empezar con una explosión devastadora y luego ir subiendo. Hasta el punto de que a la media hora ya ha sucedido el climax que uno se había imaginado como traca final. El resto fue como viajar en una montaña rusa de la que algunos se bajaron en marcha horrorizados y otros lo hicimos dando saltos de júbilo al llegar a la última parada: el Valle de los Caídos, entre cadáveres de fosas comunes, cruces gigantescas y payasos armados hasta los dientes. Hip, hip... ¡hurra! 'Es un lugar que simboliza un pasado terrible, muy difícil de asumir', dijo el cineasta.

Resumiendo. Balada triste de trompeta es algo así como si los personajes de las pinturas negras de Goya hubieran cobrado vida, comido unos hongos alucinógenos y se hubieran liado a tiros. Atención, pregunta: ¿Qué significa para usted la expresión 'España negra'? 'Una redundancia', zanjó Álex de la Iglesia.

En 204 minutos da tiempo a hacer muchas cosas. Incluso a cortarte las venas. Se presentó la tercera película italiana a competición, ‘Noi credevamo’, de Mario Martone, un fresco histórico sobre la reunificación de Italia de tres horas y media. Y por tercera vez nos han vuelto a colar un telefilme. (Obra maestra del cine patrio, según los medios italianos.) ¿Y qué puede llegar a hacer uno en 14 horas? Para saberlo escuchen esta historia sobre la película presentada sin previo aviso a competición. Como saben, el festival de Toronto se ha convertido en la bestia negra de la Mostra al birlarle muchas estrellas de Hollywood. Pero cuando uno no tiene pasta para atraer a George Clooney, por qué no echarse al monte y traer a Wang Bing. ¿A quién? Veamos. Marco Müller, director de la Mostra, celebraba haberle robado a Toronto la presentación de ‘El foso’, un filme de Bing sobre unos prisioneros que viven como ratas en uno de esos campos de trabajos forzados a donde el maoísmo enviaba a reflexionar a los burgueses en potencia hace medio siglo. Un dramón brutal. Bing, mito del cine de autor por haber rodado un documental de 14 horas –y no es una errata– sobre unos obreros que extraen petróleo en el desierto del Gobi, puede hacerse un sitio en el palmarés. Algunos ven en él el futuro del cine. 

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