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Álex de la Iglesia golpea dos veces en Venecia

El director vasco obtiene el premio al mejor guión y a la mejor dirección por 'Balada triste de trompeta'. 'Somewhere', de la directora norteamericana Sofía Coppola, gana el León de oro a la mejor pel&iacu

BEGOÑA DONAT / CARLOS PRIETO

Los monstruos de Álex de la Iglesia son nuestros monstruos. Y también los de la Mostra de Venecia. El director vasco ganó este sábado el León de Plata a la mejor dirección y el premio al mejor guión por Balada triste de trompeta. Un filme que arranca con una sucesión de fotos de la España del siglo XX: Francisco Franco, Millán Astray, Manuel Fraga, Lola Flores, el Doctor Jiménez del Oso y unos cuantos payasos aparecen en la pantalla mientras suena un terrorífico tema de una cofradía de Semana Santa. 'Es mi galería personal de monstruos. A unos les tengo respeto, a otros simplemente pavor', contó el director. Una delirante y salvaje visión de los años previos a la muerte de Franco contada a través de un fuego cruzado de referencias políticas, bizarras y folclóricas.

'Es una tragicomedia grotesca. Una mezcla de humor, amor y horror', razonó De la Iglesia. Esta historia sobre dos payasos de circo que se enfrentan a muerte por el amor de una trapecista es un compendio de todas las obsesiones y paranoias que pueblan la filmografía del cineasta vasco, que va toda la película cuesta abajo y sin frenos. Violencia y lisergia al cubo. La España negra elevada a la máxima potencia. Álex de la Iglesia total.

De la Iglesia: 'El único humor que funciona es el peligroso'

Pero Balada... también es una inesperada vuelta de rosca a su filmografía. Porque, quién pensara que su paso por la presidencia de la Academia de Cine, un puesto institucional que no parece dejar mucho margen para heterodoxias, le iba a domesticar, se equivocaba. Más bien ha regresado convertido en un director más punkie. Si gana algún Goya con este filme, lo justo sería que fuera a recogerlo con cresta.

La previsiones de que los espectadores no españoles no iban a comprender una historia en el que el cantante Raphael o el Valle de los Caídos juegan un papel simbólico fundamental, quedaron ayer hechas añicos. No es difícil imaginar que Quentin Tarantino, presidente del jurado, ha jugado un papel importante en la elevación de Álex de la Iglesia a los altares venecianos. Ambos comparten una visión lúdica del cine ajena a la corrección política. 'A los dos nos gusta entretener sin miedo a las consecuencias', expuso el director vasco.

Pero, visto el calibre de los premios obtenidos, cabría deducir que el filme ha gustado mucho también a otros miembros del jurado. Quizás por esa alegría con la que Álex de la Iglesia se ha tirado en tromba a la piscina. Porque Balada... es una película tan extrema, negra y enloquecida que bien podía haber regresado sin premio y con el cineasta dejando la Mostra protegido por los antidisturbios.

'Tras ver la película una amiga me dijo que no sabía que era una persona tan oscura. Pero es que el único humor que funciona es el peligroso. Todo lo interesante en la vida tiene un lado siniestro', contó. Álex de la Iglesia ha apostado al todo o nada en. Y ha reventado la banca. Ya tiene un sitio en nuestra galería de monstruos.

Con permiso de la cuarta directora que gana el León de Oro en la historia de la Mostra, Sofia Coppola y de su Somewhere, la otra gran vencedora de la noche fue Essential Killing. El relato de la huida desesperada de un preso de las cárceles secretas de la CIA por los montes nevados de Polonia le procuró al director Jerzy Skolimowski el Premio Especial del Jurado y a Vincent Gallo, la Copa Volpi al mejor actor.

Genio y figura, el controvertido intérprete no asomó la jeta por la gala de clausura, como ha acostumbrado en las promociones de sus tres aportaciones al festival, dos como director y una como actor. Skolimowski destacó la calidad animal de Gallo: 'Para este papel, no quería un individuo que nos inspirara simpatía de manera natural, sino uno que despertara sospecha a primera vista'.

El premio al mejor actor, para Vicent Gallo, y Ariane Labed, mejor actriz 

La Copa Volpi a la mejor actriz a Ariane Labed, protagonista de la película griega Attenberg, fue un reconocimiento solapado al trabajo de dirección de Athina Rachel Tsangari. Así lo reconoció Tarantino en rueda de prensa al destacar 'la experiencia conmovedora que supuso ser testigo del trabajo simbiótico de ambas'. En su primer papel para el cine, la actriz griega de padres franceses, tuvo que impostarle acento extranjero a la lengua de su país natal.

'Monte Hellman es un gran artista cinematográfico y un poeta minimalista. Su obra ha servido de inspiración a este jurado, así que es un honor rendirle homenaje'. Bajo esta premisa, el jurado presidido por Quentin Tarantino e integrado por Guillermo Arriaga, Ingeborga Dapkünaité, Arnaud Desplechin, Danny Elfman, Luca Guadagnino y Gabriele Salvatores, concedió un León Especial a Monte Hellman en reconocimiento a toda su trayectoria.

El Premio Marcello Mastroianni al mejor intérprete emergente fue para la antagonista de Natalie Portman en Black Swan, Mila Kunis. En el currículum de esta actriz de origen ucraniano destaca haber prestado la voz a Meg Griffin en Padre de familia. Su condición de bailarina y amiga íntima de Portman, con la que comparte escenas íntimas en el thriller de Darren Aronofsky, facilitaron su participación en el proyecto. Por último, Ovsyanki (Silent Souls), de Mikhail Krichman, obtuvo el premio a la Mejor Fotografía. La cinta es un homenaje a la femineidad y un estudio antropológico de un pueblo asimilado por cultura eslava. Mejor dirección y mejor guión.

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