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España se pone en acción

El encuentro AcciónMad10 pone de manifiesto la vitalidad de la ‘performance' en nuestro país

SARA BRITO

Un artista recorre un tablero. En cada casilla se activa un sonido, una web, una instrucción. El otro performer va mezclando en vivo los sonidos del tablero con otros materiales sonoros. Concha Jerez y José Iges -pareja antológica de la performance y el arte sonoro en España- ejecutarán esta acción artística el 20 de noviembre, para echar el cierre de la séptima edición del Festival Acción Mad10, que arrancó el pasado día 14. Lo que pase allí no lo saben ni ellos. La acción es el territorio del asombro.

Arte en vivo. Eso viene a ser la performance, quizás la disciplina más escurridiza del mundo de la creación artística. Su naturaleza efímera la mantiene en los márgenes del mercado. Su carácter es excéntrico, su vocación arriesgada y, muchas veces, colectiva.

No es teatro, ni danza, pero tampoco escultura ni pintura, aunque tiene un poco de todos ellos. '¿Qué es una performance? Esa pregunta me parece un síntoma. Nadie se preguntaría qué es la pintura. Aunque lo cuentes cien mil veces, la pregunta vuelve a estar ahí. Es parte de los inaudito de la propuesta', apunta Rubén Barroso, artista que participará en Acción Mad y, a la vez, comisario del encuentro más longevo de esta disciplina, el Contenedores de Sevilla.

'Debido a su carácter efímero e intangible, a su indefinición y al hecho de no haber pertenecido a ningún movimiento artístico concreto mientras corre paralelo a todos ellos, pocas veces se reconoce a la acción como un género. Por otra parte, al estar gobernado por ritmos diferentes de los del teatro y la danza y necesitar una audiencia activa que poco tiene que ver con la relación tradicional actor-espectador, tampoco ha tenido espacio en las artes escénicas', mantienen en un texto Nieves Correa e Hilario Álvarez, coordinadores de Acción Mad. 'Es un territorio de nadie que se puede definir como intermedia', apunta Barroso.

Sea lo que sea, tanto Barroso como Correa coinciden en señalar que la performance está creciendo en España. 'Los últimos diez años han sido determinantes. La escena de la acción artística ha crecido enormemente. Hay más de 20 citas entre festivales, encuentros y plataformas que difunden la performance. Antes era impensable', asume Correa. Para la comisaria, el asunto tiene que ver con 'la crisis del objeto, que viene reforzada por la crisis económica. Barroso, en cambio, habla del trabajo de hormigas de los propios artistas, reconvertidos en gestores por pura necesidad.

'La autogestión tiene mucho que ver con la acción. Desarrollada en gran medida al margen de las instituciones, los propios ‘performers' hemos tenido que convertirnos en organizadores de eventos', dice. De hecho, en 2006 se celebraron en Murcia, en el Centro de Estudios de Arte Contemporáneo, el Encuentro de Autogestión y Arte de Acción.

Desde luego ya no son los tiempos de Zaj (grupo pionero y clave para entender el arte sonoro y de acción en nuestro país), cuando los artistas que se dedicaban a la acción emigraban de España. 'Ahora somos una familia, nos conocemos y nos ayudamos. Estamos mucho más conectados', apunta Barroso.

También ha contribuido al auge de la performance la difusión vía videoarte. Hacer la acción y grabarla para su difusión y venta en el mercado del arte. 'El arte de acción también necesita ser documentado. Pero hay diferentes posiciones, hay quien piensa que es una aberración.', afirma Nieves Correa.

Entre ellos, Isidoro Valcárcel, Premio Nacional de Artes Plásticas 2007, y un grande del arte conceptual y la acción. Siempre al margen, crítico con la sistematización del arte y su mercantilización, cree que 'una cosa que es fruto del transcurrir del tiempo no se debe mimetizar y convertir en objeto'. De hecho Valcárcel opina que 'lo peor que le puede pasar a la acción es que esté de moda, eso significa que ha entrado en el sistema'.

La programación de Acción Mad, que reunirá a una veintena de artistas, tiene reservado un espacio para el arte de acción hecho por mujeres. Algo que cuadra con la época en la que arrancaron las performances, en los años sesenta, en plena revolución sexual y feminista, aunque las primeras acciones se remontan a los tiempos de dadaistas y situacionistas, a artistas como Tristan Tzara. 'La acción tiene mucho que ver con el cuerpo como espacio artístico, como espacio de riesgo. En ese sentido el universo femenino tiene una relevancia particular', mantiene Correa.

Valcárcel aún no sabe cuál será su acción. Tampoco lo sabe a ciencia cierta Barroso, tampoco la mexicana Elvira Santamaría. Es parte de la voluntad inesperada e imprevisible de la performance. 'En la acción uno nunca sabe lo que va a pasar', apunta Barroso, 'como en la vida'.

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