Público
Público

"El impresionismo ha perdido hierro"

Antonio López y Fernando Trueba charlan sobre quienes cambiaron el rumbo de la Historia del Arte

PEIO H. RIAÑO

Entramos en el estudio de Antonio López para hablar sobre impresionismo con Fernando Trueba. Por la conversación pasan desde el escultor Mallol, protagonista de la próxima película del director de Belle Époque, hasta Vermeer, Hopper, Hockney y, claro, Velázquez.

Público': ¿Qué lograron los impresionistas?

Antonio López. Pusieron fin a los sueños, quisieron contar la verdad. Eso es lo que interesaba, vamos a dejarnos de sueños porque la vida está ahí y tiene muchísimo valor, vamos a ver cómo la atrapamos. Ahí empieza toda la modernidad.

Fernando Trueba. Yo iba mucho de pequeño al Prado, en vez de ir al colegio iba allí. A los 14 años me conocían los copistas del Prado, me llamaban 'Fernandito', y me parecía un sitio cojonudo para estar escondido. Todavía recuerdo los dos paisajes de la Villa Medicis de Velázquez, porque para mí eran impresionistas, ¿te parece una barbaridad decir eso?

AL. Tengo la impresión de que a Velázquez el paisaje no le interesó mucho. Todo lo que toca consigue mucha altura, salvo en los paisajes.

FT. Pero están hechos tan rápidos, como un apunte.

AL. Si comparas eso con las acuarelas de Durero o las vistas de Vermeer, que son de la misma época... Los artistas de educación italiana no se formaban en el menosprecio de la pintura de paisaje, pero desde luego tampoco le dieron el valor del norte. Empieza en Alemania y pasa a Francia.

FT. Bueno, es que esos paisajes son una obra menor.

AL. No, pero Velázquez nunca tiene obra menor cuando se centra en lo suyo. Velázquez fue un apoyo para los primeros impresionistas, como Manet. No en los paisajes, sino en los retratos.

FT. Manet es el embajador.

AL. Claro, aquello debió señalarles y vinieron al Prado a verlo. Fueron los primeros que decidieron que el arte había que hacerlo en libertad. Fue un plante sin teorías.

FT. Fíjate que en Francia también hay una revolución de los científicos y los pensadores un siglo antes de que pase eso, y se independizan de la monarquía y la Iglesia.

AL. Eso es, y más tarde surge el artista moderno, que acaba con el encargo y toma decisiones personales. Se la jugaron porque tuvieron que competir con los pintores de la burguesía de técnica muy buena y unos cuadros enormes, pintados en los estudios. Los espectadores les querían.

FT. Ellos rompieron con los más académicos y ahora parecen casi académicos.

AL. Es así. Es que la pintura impresionista se ha cogido por la parte más blanda, no se ha sabido ver toda la valentía y el arrojo que tuvo esa gente. Toda esa grandeza surge a través de un grupo de personas. Velázquez y Goya estaban solos. Es muy difícil que ocurra que todos se signifiquen.

FT. Desde luego, el sentido de grupo es importante, el intercambio, las experiencias

AL. Claro, caminaron juntos en la dificultad. Tuvieron que crear un lenguaje muy sintético, lo cambiaron todo. Redujeron el tamaño de los formatos, porque con un cuadro de dos metros no puedes irte a pintar al bosque. Costó mucho, tanto a los pintores como al espectador. De ahí venimos nosotros, porque el artista moderno surge ahí, en aquella lucha por la independencia. Eso el cineasta no lo puede tener porque necesita dinero y medios, pero un cuadro se hace con nada.

FT. Entre la primera exposición de los impresionistas y el nacimiento de Picasso pasan siete años. Si lo colocas en el tiempo, es un huracán detrás del otro.

AL. Los que abren la pintura a los lenguajes no objetivos son Cezanne y Van Gogh, porque hasta ellos el hombre lo que quiere es copiar las cosas lo más objetivamente posible.

FT. Y Gauguin también.

AL. Y Gauguin. La pintura ya no busca la objetividad, llegan los símbolos Luego ha pasado que el público se ha inclinado por el impresionismo más dulce, como los desnudos de Renoir o los nenúfares de Monet. Se le ha quitado demasiado hierro y mordiente al impresionismo y ha quedado una visión muy degradada.

FT. Y eso que acabaron con esos sueños, con los dioses, todo ese mundo tan aseado y brillante, y con esas escenografías fantásticas. La pintura era muy teatralidad hasta ahí.

AL. Sí, lo redujeron a lo mínimo: una calle sin detalles, con una luz veraz que te hace creer que estás ahí, como ocurre con Sisley, el rey impresionista. Sisley es sublime, Monet glotón y ansioso, lo guisa demasiado.

FT. A ver, a ver, cuenta.

AL. Hombre, puestos a despojarse hay que despojarse y él se arropó con otros fastos, terciopelos y ropas de oro y plata. Me parece que tiene un fondo de vulgaridad.

FT. ¿Incluso aquellas puestas de sol?

AL. Sí.

FT. Me encantan los nenúfares y siempre que tengo la oportunidad los vuelvo a ver. Creo que es el final de una persona, que ya sólo pinta los objetos que tiene a pocos metros en su vida cotidiana.

AL. Es muy parecido al principio y al final.

FT. No, Antonio no.

AL. No se despoja de nada. ¡Se va cargando de cosas, como un burro enjaezado!

FT. El paso del tiempo deforma las cosas, porque Renoir, que es entrañable, tiene cuadros que puede encontrar muy feos o muy relamidos

AL. ¡Es que lo son!

PÚBLICO': ¿Solos habrían conquistado algo?

FT. No. Es la primera vez que un grupo asalta el poder artístico. Luego ya vendrán los cubistas, los surrealistas, los abstractos, etc.

AL. Reivindican la libertad. Ya estaba bien de entretener a la gente, se habían pasado siglos entreteniendo. Además, la pintura al aire libre surge cuando la pintura se puede meter en tubos, antes no puede hacerse.

FT. Fue importantísimo para el impresionismo la revolución tecnológica e industrial, que va unida en tiempo también a la invención de la fotografía... No sé si debemos citarlo como acontecimiento importante.

AL. Claro que tiene importancia y mucha, porque por primera vez surge una imagen completamente real. Pero vieron que Velázquez y Vermeer se habían adelantado a la fotografía en dos siglos.

FT. Por cierto, ¿no te parece que los bocetos de Rembrandt tienen espíritu impresionista, rápido e intimista?

AL. Ya, seguro que sí, pero es que, a mi manera de ver, a Rembrandt se le ve mucho el tema. Los impresionistas eliminaron el tema. Al hacerlo se encuentran con que su fijación es atrapar la vida. Manet y Degas, los primeros, no son complacientes. Hay algo en el impresionista que acaba siendo una persona muy complaciente y a mí eso me molesta mucho: ya han conquistado lo más grande y hay unos cuantos viejos ahí que disfrutan demasiado [risas].

FT. ¿Para ti quiénes son los grandes impresionistas? A mí, aunque no se lo meta ahí y sea un epígono, Bonnard me parece genial.

AL. Ya, claro, pero es que viene después y después vienen tantas cosas. Para mí, tras el impresionismo, lo verdaderamente imprescindible y que lo cambia todo es la abstracción. La abstracción consciente, porque Monet no lo era, y si no es consciente no vale.

FT. ¿Y no te parece que la 'pintura surrealista' es una contradicción en términos? Es como 'inteligencia militar'. La pintura surrealista es tan académica que va en contra de todos los principios surrealistas, el automatismo, el subconsciente. ¡Cómo vas a liberar el subconsciente pintando un cuadro de dos metros! Van Gogh fue mucho más surrealista que Max Ernst, un académico relamido.

AL. La abstracción no morirá nunca. Es algo completamente definitivo.

FT. Pregunta personal: ¿has pintado un cuadro abstracto?

AL. No. Le he tenido tanto respeto y admiración, que no me he atrevido a jugar con todo eso. La abstracción es lo más importante que ha pasado después del impresionismo. A lo mejor otro gran paso es prescindir de la pintura.

FT. Eso me inquieta mucho.

AL. ¿Y no te inquieta la vida?

Público': ¿En qué se han convertido los impresionistas?

AL. Han quedado demasiado asimilados. Se ha acabado esa parte peligrosa y de batalla. Se han ablandado demasiado pronto. Ya hasta Van Gogh puede estar en una caja de bombones, pero cómo puede ser si es una tragedia. Mi impresión es que se han banalizado y sirven para que haya mucha cola en las exposiciones. Se han presentado como una cosa muy carnal y de canto a la vida.

FT. Claro, quizás sean el paradigma de la asimilación del arte moderno. Hasta la señora más conservadora sonríe delante de un cuadro impresionista porque se encuentra tranquila y no perturbada. Ya con Bacon es más difícil que le ocurra. Los impresionistas no tienen la culpa de en lo que se han convertido. No son culpables de esa señora.

AL. Yo ahora le doy más valor al impresionismo que cuando era joven, porque me parecían gente facilona. Después de haber viajado, ver, conocer y vivir, me parece una gente fenomenal.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?