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Un filme luminoso para salir de cualquier crisis

Sánchez Arévalo estrena su primera comedia, 'Primos', una reacción a 'Gordos'

SARA BRITO

Frágiles, torpes y con problemas para la renuncia. Así son los personajes de Daniel Sánchez Arévalo, y así es un poco él, un director que con su debut con Azuloscurocasinegro, por el que consiguió tres Goya en 2006, demostró que es una voz original capaz de renovar cierto costumbrismo urbano contemporáneo.

El viernes estrena su tercera película, Primos, que funciona como reacción a su anterior filme, la excesiva Gordos, y como un paso más en la carrera-terapia de su director. Sánchez Arévalo repasa las claves de su primera comedia, habla de sus miedos y necesidades, de la familia que ha ido creando a golpe de película, y de sus ganas de rodar fuera de España. Desde su casa, en la madrileña zona de Sainz de Baranda, apunta sus pequeñas neurosis, mientras mira de reojo el cartel de Manhattan, de Woody Allen, que cuelga de su salón y que su padre, José Ramón Sánchez, pintó para él.

Paso a paso. Con cada película Daniel Sánchez Arévalo se va alejando de su barrio, en el que rodó Azuloscurocasinegro y en el que vive desde que era niño. 'Después vino Gordos, donde abrí el foco a Madrid, y ahora con Primos rodé en Comillas (Cantabria), donde veraneo desde niño. Voy haciendo las cosas poco a poco para no asustarme. Alguna vez me gustaría rodar en Nueva York. No quiero acotarme a Madrid', reconoce. Como su venerado Woody Allen, para rodar necesita sentirse en casa. 'Pero míralo, lleva unos años rodando en Londres, Barcelona, París', dice esperanzado. Allí donde va necesita 'crear un hogar' y, para eso, si es necesario, arrastrará a su heterodoxa tropa.

En efecto, en Primos, se rodea de los actores que han sido una constante en sus películas y del equipo técnico con el que ha ido creciendo como director. 'Mi familia hoy es Raúl Arévalo, Quim Gutiérrez y Antonio de la Torre, y mi productor José Antonio Félez. Son mis hermanos. De hecho, el origen de Primos tiene que ver con un momento en que estaba empezando a sentir una crisis en mi vida, tanto a nivel cinematográfico como personal. Pensé en parar por un tiempo. Pero me di cuenta de que otra manera de parar era hacer otro tipo de película', argumenta.

El resultado fue una comedia luminosa, concebida para rodearse de una serie de gente que le ayudara a curar las heridas. 'Primos es mi vehículo para sanarme, como le pasa al protagonista', explica. En el rodaje también estuvo su padre, que lo suele acompañar en cada uno de sus proyectos, y su hermano, quien se ocupó del making of. 'Volver a tener una relación íntima con mi hermano ha sido maravilloso', confiesa.

A caballo entre la comedia absurda y la buddy comedy (película de colegas) ibérica, Sánchez Arévalo vuelve a mostrar un grupo de personajes con un puñado de taras emocionales. Tres primos se embarcan en un viaje al pueblo donde pasaban sus vacaciones de infancia, después de que a uno de ellos lo dejaran colgado en el altar. 'Los personajes masculinos tienen mucho de Peter Pan. No asumen que las cosas cambian. En el fondo son tres chicos intentando encontrar su sitio en el mundo y aprendiendo a renunciar a cosas'.

El propio Sánchez Arévalo ha procurado practicar la renuncia. La cosa tiene que ver con su anterior filme, Gordos, del que quedó exhausto tras una producción que se alargó durante un año. 'Primos es una reacción a Gordos', confiesa. 'Allí hablaba del empacho vital, y por eso tenía que ser excesiva'. Tanto fue así que él mismo quedó en estado crítico. 'Necesitaba algo que se rodara en siete semanas, en un solo lugar y que aportara luz', explica. Pero a pesar de que es una comedia ligera, están sus personajes problemáticos. 'Los primos están tarados, pero quise enfocarlo desde otro lado. En mis otras películas, la luz la ponía al final. Aquí quise iluminar desde el inicio', dice. Y no había duda: 'Quería un final feliz'. Ideal para tiempos de crisis.

Pero ojo, aunque es la primera vez que no tiene su siguiente proyecto en cabeza antes de estrenar un filme, hay un guión que le ronda más que ningún otro. 'Sólo tengo escritas 30 páginas, pero es un gran paso adelante', apunta. Se trata de un drama que transcurre en los suburbios de una ciudad americana. 'La protagonista es una mujer, pero aún estoy trabajando la historia', reconoce. Daniel pone el ojo en una revista apilada encima de la mesa, con Natalie Portman en portada. 'Quizás debería llamarla', bromea. Entonces, ¿preparado para alejarse de una vez por todas del barrio? Sánchez Arévalo se pone nervioso y dice: 'Podría ser'.

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