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"De la autocensura no puedes huir"

 Ana María Matute y Clara Janés conversan sobre el riesgo y las satisfacciones de la literatura

PEIO H. RIAÑO

Entre la mística y la fantasía hay pocos puntos en común. Entre la prosa de Ana María Matute (Barcelona, 1926) y la poesía de Clara Janés (Barcelona, 1940) también es difícil encontrar uniones. Sin embargo, estas dos escritoras se rebelan contra las injusticias, ambas escriben en clave existencialista, ninguna de las dos podría olvidarse de la intimidad, ni del origen de la escritura: los conflictos del ser humano.

El próximo 27 de abril Ana María Matute recogerá su Premio Cervantes en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, tras leer el discurso dedicado al galardón y la figura del padre del Quijote, aunque asegura que no ha empezado a escribirlo. 'El discurso es un golpe bajo', ríe. 'De Cervantes ya está todo dicho', vuelve a bromear. Es la única sonrisa que levantará en el día en que Matute despacha como puede la muerte de Josefina Aldecoa. 'Ella, Carmen Martín Gaite y yo nacimos en el mismo año', recuerda apesadumbrada. Habla con entusiasmo de su última novela hasta hoy, Paraíso inhabitado, y de la edición de sus cuentos completos La puerta de la luna (Destino). Por su parte, Clara Janés tiene en capilla Viaje a los orientes (Siruela), un conjunto de crónicas sobre sus trayectos por las culturas orientales.

Público. Se mueven entre la curiosidad y la inocencia, ¿qué significan en su escritura?

Clara Janés. La curiosidad te empuja a descubrir horizontes y a comunicarlos. La inocencia para un poeta es muy importante, porque muestra una visión nueva siempre.

Ana María Matute. La escritura es una aventura solitaria, que nace de la necesidad de soledad. Yo he llegado a prohibir que entren en mi habitación. Una vez la persona que limpia en casa entró y me ordenó los libros por colores y por tamaños. Fue como si me hubiese quedado sin los libros.

C. J. La soledad es fundamental porque los descubrimientos siempre salen de ahí. Necesitas una gran concentración, que sólo sucede en soledad. En esos momentos puedes llegar a unas conexiones con el mundo profundas y enigmáticas.

Público. ¿Sienten la necesidad de la escritura contra la injusticia?

A. N. M. Sí. Me ha pasado desde la infancia. No tiene que ser siempre una injusticia de tipo social. Un niño, por ejemplo, se siente injustamente tratado por lo general. Hay una falta de entendimiento entre el adulto y el niño que es muy difícil de salvar. Hay que rebelarse contra eso. Yo era una niña muy introvertida y muy solitaria.

C. J. Eso es muy importante para un escritor. A mí me pasaba también de niña que era solitaria y no tenía nada que ver con las niñas del colegio. Todo esto genera un humus del que luego sale la escritura. Para rebelarte contra algo negativo debes partir de algo positivo. Por ejemplo, todo lo que está pasando en Japón te produce un estado de malestar, porque en uno hay un sentimiento afectuoso. No eres un necrófilo. El punto de partida siempre es el amor, la esperanza de seguir viviendo. Te rebelas contra lo que niega esto.

A. N. M. Siempre pienso que en una catástrofe como esta se paran las vidas de los supervivientes, porque no sabes dónde están tus seres queridos ni a cuántos has perdido. A mí el agua me da mucho miedo, porque el mar es una fuerza de la naturaleza grande.

Público. ¿Cómo incorporan la actualidad a sus trabajos?

A. M. M. No lo tienes muy presente, pero lo incorporas.

C. J. Todo forma parte de la vida y el escritor lo incorpora para ofrecer su propia versión de los acontecimientos. El escritor participa de todo. En prosa esto se nota mucho. En poesía se nota de una manera menos tangible, porque lo esencial de la poesía es el enigma.

A. M. M. Yo creo que los enigmas juegan conmigo. La vida es misteriosa y mágica. Cuando me dicen que yo hago literatura fantástica me río, porque yo hago literatura mágica. La poesía, como la narración, como las matemáticas son magia. No lo hago de una manera racional, no lo construyo, surge. Soy muy espontánea. Ni siquiera pienso en el lector cuando escribo.

C. J. Claro, porque antes que al lector debe impactar en uno. El primer lector es uno mismo, el lector más cruel.

A. M. M. En eso el silencio es muy importante. 'Es posible que el silencio sea la felicidad', le hice decir a un personaje mío, y perdonad que me cite a mí misma. El silencio lo abarca todo.

C. J. En el silencio tienes toda la posibilidad de expresar. En cuanto expresas ya defines algo. Pero en el silencio está toda la poesía en potencia.

A. M. M. La escritura es un oficio y hay que aprender a apartarse, debes saber desechar para poder contar lo que debes decir. Hay muchas interferencias, inconvenientes, fallos, socavones en los que caer de cabeza.

C. J. En la poesía tienes la tentación de la palabra, en la que caen muchos poetas: se enamoran de la palabra y caen rendidos a ella, y se olvidan de lo que iban a decir.

AMM. Sí, eso es: se te ha ido lo que querías decir y te has quedado con la hojarasca.

Público. Hablando de los límites, ¿qué es más preocupante la autocensura o la censura?

AMM. La autocensura es la consecuencia de la censura. La censura es el mal y se proyecta sobre el escritor. La autocensura es el resultado de ese mal. Es tremendo porque de la censura te puedes escapar, pero de la autocensura no, porque te entra un miedo tremendo. Quizá en poesía se disimule más.

C. J. Sí, pero yo también hago prosa. La autocensura es una carpeta donde guardo las cosas que no me gustan. Pero, en mi caso, creo que es bueno, porque se trata de seleccionar con mucho rigor.

Público. Ninguna evitáis el dolor de vuestros personajes.

C. J. En poesía, el dolor es muy importante. En el caso de Ana María, Primera memoria y Soldados de la noche tienen un claro origen en el dolor. Hay un factor importante: tanto Ana María como yo pertenecemos a una época en la que no nos afectó la posmodernidad. Ahí empieza la trivialización. Claro que el existencialismo nos pesa en lo que queremos contar. En cierto modo el posmoderno mata al existencialista. Pero el posmoderno está pasando, vamos a otra cosa.

AMM. Creo que ambas estamos inmunizadas contra la posmodernidad.

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