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Un santo rojo llamado Josemaría Escrivá de Balaguer

Roland Joffé lleva al cine la vida del fundador del Opus Dei en 'Encontrarás dragones', que se estrena el viernes

C. PRIETO

Primero, los hechos. El próximo viernes llega a los cines Encontrarás dragones, del director británico Roland Joffé (La misión, 1986), basada en la vida de Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei. La película ha costado entre 25 y 30 millones de euros. Su principal productor, Ignacio Gómez-Sacha, es supernumeario del Opus Dei. La película, una producción hispano-estadounidense, ha sido financiada por 100 inversores privados. Antena 3 ha comprado sus derechos de emisión y el Ministerio de Cultura le ha otorgado una pequeña subvención: 90.000 euros de la partida para operaciones de crédito de producciones cinematográficas. El filme se estrenará en 700 pantallas de EEUU el próximo 6 de mayo.

Ahora, las interpretaciones. Sus productores aseguran que Encontrarás dragones no es una película proselitista. Primero, porque Roland Joffé (un hombre, dicen, agnóstico y de izquierdas) ha rodado lo que ha querido. Y, segundo, porque no es un biopic al uso, sino 'un drama sobre el perdón y la reconciliación'. Y algo de razón tienen: Joffé ha tenido las manos libres y la trama no va más allá de 1939, cuando el Opus Dei era una organización de futuro incierto formada por cuatro amigos.

La clave de la película no es tanto lo que se cuenta como lo que se deja de contar

Pero, ay, nada de esto libra a Encontrarás dragones de ser una hagiografía desatada de Escrivá de Balaguer. Porque, por paradójico que suene esto, la clave aquí no es tanto lo que se cuenta como lo que se deja de contar.

Sostiene la leyenda que cuando tenía 15 años, Escrivá se quedó impresionado al ver las huellas de un carmelita descalzo en la nieve. Entonces decidió que sería sacerdote. Una imagen demasiado potente como para pasarla por alto. Los pasos en la nieve son aquí el inicio del camino de santidad del fundador del Opus Dei. Un camino repleto de obstáculos en forma de debilidades humanas, como comprobará desde el seminario el joven Escrivá, cuyo método para atajar las bajas pasiones resulta un pelín drástico: flagelarse con el cilicio. Práctica que Joffé despacha en una escena fugaz, lo que quizás no haga justicia a la acusada vertiente masoquista de Escrivá, autor de citas memorables como: 'Bendito sea el dolor. Amado sea el dolor. Santificado sea el dolor... ¡Glorificado sea el dolor!' (No hay duda: si Encontrarás dragones hubiera sido dirigida por ese titán del sadismo católico llamado Mel Gibson, sería para mayores de 18 años... acompañados por sus padres. Y, a su lado, Saló, o los 120 días de Sodoma (Pasolini, 1975) sería una película de Walt Disney).

Joffé vacía la Guerra Civil de cualquier tipo de contexto económico o social

Pero no nos desviemos: el diablo acecha en cada esquina. El camino de perfección no es un camino fácil en las calles de Madrid. Y el estallido de la Guerra Civil lo hará casi infranqueable para Escrivá. Una guerra, por cierto, vaciada por Joffé de cualquier tipo de contexto económico o social. La Guerra Civil de Encontrarás dragones es un conflicto tan espantoso e inevitable como una plaga o una inundación (recuerden: aquí importa más lo que se calla que lo que se dice).

Pero que la guerra brotara como una enfermedad ajena a la acción humana, no evita que tenga consecuencias sangrientas para el hombre. ¿Cómo permanecer impasible, cómo no dejarse llevar por el odio cuando el lumpen proletariado campa a sus anchas por Madrid ajusticiando religiosos en la misma calle donde vive Escrivá? Los seguidores del Opus ansían venganza. Pero el líder de la Obra, obligado a ejercer en la clandestinidad, aplaca sus ánimos: perdónales, señor, porque no saben lo que hacen. Y es que, todo lo que no sea caridad y perdón parece ajeno a Escrivá, que irradia tanta bondad que hasta las aves se posan embelesadas en sus manos (en una escena de humor involuntario que no desentona en un filme con tendencia al kitsch).

En resumen, según Joffé, la posición de Escrivá durante la guerra sería la siguiente: Religión, sí. Justicia social, también. Una visión que choca con los hechos históricos que el filme prefiere no abordar. Recordemos: el Opus Dei se acabó convirtiendo en una facción del sector más acomodado y conservador del catolicismo. Aquel que luchó con ímpetu por desterrar de la Iglesia a todo aquel que confundiera a Marx con Jesucristo. A estas alturas de la jugada vender a Josemaría como un teólogo de la liberación es un sapo muy duro de tragar.

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