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Las calaveras voladoras de Emil Cioran

Un filme inédito rodado en 1990 desvela aspectos ocultos del filósofo nihilista, en el centenario de su nacimiento

CARLOS PRIETO

Dicen que la infancia ya no es lo que era. Que los niños pequeños han cambiado las chapas y el corro de la patata por los videojuegos ultraviolentos. Pero los que denuncian que la inocencia infantil ha pasado a mejor vida, quizás deberían conocer la afición favorita de Emil Cioran (Rasinari, 1911-París, 1995) en su primera década de vida: 'Jugar al fútbol con las calaveras del cementerio'. Qué menos se podía esperar del gran filósofo nihilista, del rey de los pensadores pesimistas, 'del auténtico portador del mal agüero', del transilvano que escribió aforismos vitalistas del tipo: 'Creo en la salvación del hombre, en el futuro del cianuro'.

Su gusto por patear osamentas se desvela en El apocalipsis según Cioran, documental inédito en España que se presenta hoy en el Instituto Cultural Rumano, en unas jornadas sobre el centenario del nacimiento del autor de Breviario de podredumbre.

'Los únicos temas que importan son la muerte y la inutilidad'

La película se apoya en una entrevista a Cioran realizada del 18 al 20 de junio de 1990 en su casa parisina del Barrio Latino, 'un apartamento modesto donde se gestó una de las obras más inquietantes del siglo XX', según Gabriel Liicianu y Sorin Iliesiu, directores del filme. Un refugio vetado durante décadas a las cámaras de los periodistas. El apocalipsis según Cioran es, por tanto, un documento histórico sobre una de las personalidades culturales europeas más elusivas de los tiempos modernos.

Hacía unos meses que Cioran, exiliado en Francia desde los años treinta, había decidido dejar de escribir. Al borde de los 80 años, narró sus motivos para echar el freno: 'Todos los escritores han escrito demasiado. Hasta Shakespeare escribió exageradamente. Mi destino se ha terminado. Hace un año sentí que algo se había quebrado dentro de mí. Había perdido intensidad. Y para escribir, lo importante es la intensidad de las emociones. Siento una mezcla de cansancio y aversión hacia la escritura. Me he aburrido de calumniar al universo. Ya no creo en las palabras'.

'Cada vez que oigo hablar de mi obra me dan náuseas', contó el autor

Cioran carga en el filme contra una de sus bestias negras, el circo literario francés, al que culpabiliza también de su retirada. 'Uno no puede escribir un libro como Del inconveniente de haber nacido y luego aceptar un premio literario. Me repugna el espectáculo de los galardones parisinos', razonó el escritor, que escupe bilis cada vez que oye hablar de 'su obra', un término que le produce 'náuseas'.

El rechazo a los premios y a la gloria literaria casa con su idea de la escritura como imperativo fisiológico: 'He escrito todos mis libros por razones terapéuticas. Escribir ha sido una necesidad y una liberación. Todos los estados depresivos por los que he pasado podían haberme llevado a la locura o al fracaso estrepitoso de no haberlos trasladado al papel'.

Cioran recordó que la 'muerte y la inutilidad' son los dos únicos temas que importan. Su obsesión mortuoria se remonta a su infancia en Rasinari, aldea de pastores que se vio obligado a abandonar a los 10 años. Nunca superó el trauma. 'Sentí que todo en mi vida se había destrozado. Que era un condenado a muerte', recordó.

Cioran tenía motivos para añorar un 'paraíso terrestre' del que fue arrancado en su 'momento de plenitud', cuando 'acudía al cementerio después de cada entierro' y el enterrador le 'complacía' con una nueva calavera. El éxtasis infantil llegaba cuando el pequeño Cioran 'arrojaba la calavera al aire y corría a cogerla', como rememoró en el filme, con una sonrisa cándida en el rostro. Conclusión: Emil Cioran, genio y figura hasta la sepultura. 

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