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Una terapia sospechosa

EULÁLIA IGLESIAS

 

EL CASTOR

DIRECTORA: Jodie foster

GÉNERO: Drama

NACIONALIDAD: EEUU

REPARTO: Mel Gibson, Jodie Foster

DURACIÓN: 91 minutos 

EN SÍNTESIS

Walter Black ha llegado a un punto sin retorno. Ni se entiende con su modélica familia ni consigue sacar adelante la empresa de juguetes que heredó de su padre. Así que decide acabar con su vida. Justo entonces tropieza con un títere de castor tirado en la basura. Con una mano siempre enfundada en el roedor de peluche, vuelve a recobrar el gusto por la vida. El animal es su alter ego triunfador.


COMENTARIO

Sobre el papel sonaba a bizarrada con posibilidades. Mel Gibson, estrella decadente de Hollywood donde las haya, autoparodiándose en un filme sobre un hombre que ha tocado fondo en su vida y consigue salir del pozo gracias a un muñeco. El protagonista de ‘Mad Max' venía de correr una maratón para acabar con su propia carrera. Hasta hace poco, Hollywood había pasado por alto las salidas de tono ultraconservadoras de Gibson. Pero en los últimos años, el director de ‘La pasión de Cristo' ha acumulado suficientes escándalos para llenar él solo un tercer volumen de ‘Hollywood Babilonia'. En 2006 se filtraron unos exabruptos antisemitas que profirió tras ser arrestado por conducir borracho. Se le sumaron unos insultos racistas y, sobre todo, las continuas agresiones a su, ahora, ex segunda esposa, lo que provocó que incluso su agente renunciara a representarle. Gibson se había cavado su propia tumba en la industria. Nadie se atrevía a darle trabajo. Hasta que aparece jodie foster dispuesta a darle una nueva oportunidad redentora.Una de las primeras secuencias del filme, cuando Gibson perpetra un tragicómico intento de suicidio, podría haber marcado el tono justo para el tercer largo de esta actriz metida a directora. La aparición del muñeco permite estirar las posibilidades delirantes del argumento: a partir de entonces, el protagonista sólo habla a través del castor, que no se quita de encima ni para acostarse con su mujer. Pero Foster aparca todo el potencial de humor absurdo, negro, esquizofrénico y esperpéntico que se le presentaba para optar por un melodrama familiar de lo más convencional. Así, en lugar de funcionar como espejo deformante de la cara más patética de Hollywood y, en general, de la cultura del triunfo norteamericana, 'El castor' se convierte en una terapia ñoña y autocomplaciente que además se erige en un enésimo canto a la unidad de la familia tradicional. La próxima vez, que les receten Prozac.

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