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"El 15-M podría ser el inicio de una segunda Transición"

Santiago Auserón y Carlos Pardo analizan la oleada de protestas que ha sacudido España

J. M. M.

La Acampada Sol amaneció el pasado lunes fuera del foco mediático que la llevó días antes a la portada de The Washington Post. Las elecciones se llevaron el 15-M por delante, pero bajo esos toldos precarios y aprovechando las sombras de las calles aledañas a la Puerta del Sol se mantenía una intensa actividad. A primera hora de la tarde, el escritor Carlos Pardo (Madrid, 1975) y el músico Santiago Auserón (Zaragoza, 1954) se encontraron en la rebautizada como Plaza de la Solución para reflexionar sobre la oleada de protestas que han sacudido España. Pardo participó en una de las primeras asambleas, dos días después del 15-M, y fue uno de los encargados de redactar un primer esbozo de manifiesto con las reivindicaciones de los acampados. Auserón ha seguido de cerca la evolución de las protestas en los medios de comunicación y en sus visitas a la Puerta del Sol, donde acude para 'escuchar y aprender'.

Santiago Auserón: Estos días he visto a gente que tiene la mitad de edad que yo y que está muy preparada para hacer planteamientos concretos. Me siento confiado y me siento representado por el 15-M. Por fin hay una voz que se sale del cuadro, pero no para generar problemas, sino para transmitir un nuevo modo de sensatez y el origen de un pensamiento abierto que genera ilusión en el porvenir. Porque habíamos perdido la ilusión de imaginar un país, un futuro y una sociedad. La tuvimos en los años finales del franquismo y en la Transición, pero luego se ha ido apagando como si ese trabajo ya estuviera hecho. Eso es mentira, la realidad política no es inamovible: o sabemos variar con la realidad o la realidad se vuelve oscura.

Auserón: 'Me siento confiado y representado por el 15-M'

Carlos Pardo: Se ha trabajado mucho. Se han multiplicado las propuestas, pero los manifiestos que han salido no se han aprobado. Están muy bien, los hay muy buenos, pero no se han aprobado en la asamblea general, lo que convierte el proceso en un continuo recomenzar. Lo único que se ha decidido es que se va a seguir en Sol al menos hasta el domingo 29. El problema es que, cuando se va a decidir algo, se aplaza. Que está bien, porque se trata de pensamiento en marcha, pero, por otra parte, es frustrante.

S. A.: ¿Y no podría ocurrir que se establecieran puntos esenciales para convertir un objetivo en consigna pública?

C. P.: Es lo que posibilitaría que esto pudiera incidir en la política real. Hay dos puntos que comparte todo el mundo: la reforma de la Ley Electoral y un código de buenas prácticas para políticos.

Pardo: 'Para que eso sea algo real, se debe reformar la Ley Electoral'

S. A.: ¿Y las redes sociales paralelas a las asambleas?

C. P.: Hay un montón de redes sociales. De hecho, los únicos manifiestos que han salido cohesionados, que no consensuados, son en las redes sociales: gente que se apropia de lo que se ha dicho aquí, aunque no se haya aprobado.

S. A.: ¿Cuáles son los documentos indispensables?

C. P.: He leído cosas en la web de Democracia Real Ya (DRY) que me han parecido muy bien. A mí en estos momentos me cabrea que se haya dicho que daban igual los resultados de las elecciones, que eso no importaba, porque lo que se iba a hacer aquí es desde abajo. Sin embargo, hay que tener conciencia de que los resultados no son ajenos a lo que está pasando aquí.

S. A.: Sí, porque el voto nulo ha crecido. Es una realidad y un grito en silencio. Yo creo que desde el movimiento del 15-Mse podría crear un programa abierto donde se fueran lanzando propuestas. Creo que, si tuviéramos suficiente energía y se sumase una parte grande de la sociedad española al movimiento que ellos han empezado, se podría llegar a cuestionar la estructura del Estado y plantear una posible reforma de la Constitución. El 15-M podría ser el inicio de una segunda Transición o como se le quiera llamar. Y todo eso sin nervios, con calma, con el espíritu de ciudadanía que el movimiento ha manifestado. Sabiendo que este país todavía hereda una división atávica entre dos bloques mayoritarios muy potentes y que eso no se puede cambiar de la noche al día. Pero eso no puede obstruir y enmascarar la realidad compleja y múltiple del Estado y nuestras comunidades.

C. P.: Otro de los debates que han salido en Sol es la reivindicación de los partidos minoritarios. Para que eso sea algo real y concreto, se debe reformar la Ley Electoral, que es el primer paso para reformar la Constitución, para reformar el estado financiero y para que cada voto de un ciudadano valga como un voto real.

Público: Si no se materializan propuestas, ¿qué se ha conseguido?

C. P.: Se ha acabado con el fatalismo político de varias generaciones. Hemos visto cómo la política se desligaba de la ciudadanía y como participaba de otro tipo de intereses. Y esto ha recuperado la democracia desde un punto de vista inmediato, que es la recuperación de la calle, devolver la democracia al diálogo.

S. A.: Me llama la atención el diálogo que se está generando en la plaza, se trata de un nuevo ideario y nuevos planteamientos políticos. Hace pocos días he oído cosas como que a la democracia no se le pueden poner adjetivos Pero es que decir democracia real es una demanda hacia lo sustancial. Y lo otro es tener miedo a la respuesta de la calle. La calle para muchos significa una amenaza. Para la gente de nuestra generación, tomar la calle tenía que ver con otros mayos y este mayo no tiene nada que ver con el 68 parisino. Aquello era un problema generacional y educacional, esto es un problema político en el sentido más noble y tranquilo de la palabra.

Público: Pero también hay un componente generacional, ¿no? Jóvenes que no se sienten representados en el espacio público.

C. P.: En el germen ha podido ser algo generacional, pero en realidad es algo que tiene que ver con la situación de un país y de la economía global, y con la idea de que el ciudadano es el último mono. Desde el primer día, yo he visto a gente de diferentes edades y de diferentes ideas políticas. De hecho, en algunas de las asambleas más interesantes, se ha palpado la tensión generacional, por ejemplo en educación.

S. A.: ¿Qué ocurrió?

C. P.: Los más jóvenes hacían hincapié en que los profesores se examinaran cada año, mientras que los profesores hacían referencia a las condiciones económicas de su trabajo. Y lo que he visto es que siempre se tiende al consenso, al diálogo y que cada cual aporte algo a lo común. Es difícil llegar a conclusiones, pero hay una conclusión básica: tomar la calle es una manera de llamar a la conciencia a un montón de gente en toda España. Que se tenga en cuenta que hay una España crítica, muy crítica, que quiere otro debate político porque cree que las palabras que se están utilizando, ya vengan de la izquierda o de la derecha, siempre se están utilizando en su contra.

Público: ¿Qué puede pasar a partir de ahora?

S. A.: Lo lógico es que tienda a la dispersión, por eso sería bueno condensar las energías y relanzarlas hacia un ámbito mayor. Ese sería el objetivo.

C. P.: Por lo que he oído, se quiere fomentar este diálogo que se ha iniciado, porque lo que se busca es un diálogo político de altura, que no sea el de los eslóganes de los partidos políticos mayoritarios, que esto llegue a las plazas de los barrios y se empiece a trabajar como si fuera un taller.

Público: ¿Cómo entender esta reacción ciudadana en el marco de un sistema donde parece inevitable doblegarse ante los mercados?

C. P.: Hay un cambio fundamental en el ideal de vida. Si lo que se está llamando es al terror de perder los privilegios de la sociedad de bienestar, cuando pocos tienen un trabajo estable, llega un momento en que te rebotas. De la caída de esa falacia ha surgido todo esto. La gente ha perdido el miedo a la falacia de que vamos a perder el tren de Europa. Nos damos cuenta de que están gobernando multinacionales y los órganos que las favorecen, llámense Europa o FMI.

S. A.: Y claro que hace falta un ajuste, pero limitando el crecimiento. Es inconcebible un crecimiento económico ilimitado.

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