Público
Público

"El diccionario es un escándalo lleno de anacronismos y caspa"

Ángel Bahamonde y Mirta Núñez critican la obra y los métodos poco rigurosos de la RAH

JESÚS MIGUEL MARCOS

El polémico Diccionario Biográfico Español de la Real Academia de la Historia (RAH) ha recibido una denuncia unánime desde el mundo universitario. Las críticas no solo apuntan al sesgo ideológico que presentan algunas entradas, sino al uso de una metodología que poco o nada tiene que ver con el rigor científico e historiográfico. Sobre el diccionario, el estudio de la Historia y la memoria reciente de España dialogan Ángel Bahamonde, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Carlos III, y Mirta Núñez, profesora de Historia de la Comunicación Social de la Complutense. Bahamonde fue invitado en su día a participar en la obra, pero declinó la oferta. 'Todos sabemos lo que es la Real Academia de la Historia', dice.

Público: ¿Qué conclusión han extraído de la polémica del diccionario?

Ángel Bahamonde: Confirmó mis sospechas, bueno, mis certezas. La Real Academia de la Historia no representa el momento historiográfico español y presenta una inclinación ideológica clara y evidente, que no tuvo en otros tiempos. No vamos a decir que la RAH fue la punta de lanza de la investigación histórica española porque nunca lo fue, pero antes de 1939 era otra cosa, tenía un aire liberal en el sentido histórico del término, no en el económico.

Mirta Núñez: Era un órgano más vivo.

Á.B.: Además, ni son todos los que están, ni están todos los que son. Ahí está lo más rancio y casposo de la profesión. Si se puede hablar de profesión, porque un amplio porcentaje está por motivo de apellidos y relaciones. Piensa que no entró Tuñón de Lara

M.N.: Eso sí que hubiera sido rupturista.

A.B.: En nuestra cabeza, la de los historiadores de universidad, pueden pasar meses enteros y ni te acuerdas de que hay una Real Academia. Si yo viviera en Francia desearía entrar en su academia, porque hay van a estar mis colegas y ahí está la punta de lanza de la profesión. Pero aquí no, vivimos en mundos paralelos.

M.N.: Son mundos aparte. Lo que tenemos ahí es un cementerio de elefantes.

Á.B.: Tampoco está Josep Fontana, por ejemplo. Y el caso de la RAH no es el caso de otras reales academias. La de la lengua, sin ir más lejos, es una institución muy modernizada. Todo lo contrario que la de la Historia. Pero tiene una explicación: la Historia es un arma política. A mí me parece bien que la RAH se autónoma, pero es que hay dinero público de por medio. ¿Cómo es que el Ministerio de Educación no supervisó lo que se estaba haciendo?

Público: ¿Debería haberlo controlado?

A.B.: Ojo con el control, porque tiene razón el ministro Ángel Gabilondo cuando dice que la política no debe controlar las academias. Pero sí se podía haber hecho una comisión externa de historiadores de prestigio y, a ser posible, con algunos extranjeros. Se hubiera evitado el escándalo.

M.N.: No sé cómo no establecieron una inspección previa. Tiempo han tenido de sobra. Mira el problema que tenemos ahora: ¿Qué hacer con todos esos tomos? ¿A la guillotina? Podían haberlo hecho solo en la versión digital, porque, ¿quién va a consultar la edición en papel?

A.B.: Hasta en eso han sido casposos. Es un escándalo lleno de anacronismos ycaspa.

M.N.: Es una historia de los años cincuenta o sesenta.

A.B.: Y de antes, si me lo permites. Los académicos se han congelado en el tiempo y se han quedado atrás.

M.N.: No es que sea preconstitucional, es antidemocrático.

A.B.: Por no estar, no está ni Gabriel Cardona, el gran experto en historia militar. Y en cambio tienen a un tal O'Donell, cuyo mérito es llamarse O'Donell y ser tataranieto de no sé quién. Yo no sé qué libros ha escrito este O'Donell. La pena es que el eco de la prensa va a dar a conocer a esta gente. A un pájaro del CEU lo han lanzado al estrellato. Imagina que a la resistencia francesa contra Hitler les llamaran terroristas, como hace el diccionario con los maquis

Público: ¿Por qué no llamar a los mejores?

A.B.: Eso tiene una intencionalidad ideológica tremenda. Ha habido una selección muy cuidadosa. Ellos dicen que 5.000 biógrafos no se pueden equivocar, pero es que no le puedes dejar la entrada de Franco a Luis Suárez, sabiendo quién es Luis Suárez.

Público: Esta polémica ha generado opiniones como que la Historia es del color que cada uno la ve.

M.N.: Hay interpretación, pero a partir de unas fuentes fidedignas. En todas las ciencias humanas, no sólo en la historia, siempre interviene el sujeto. Hay una subjetividad que está limitada por el método histórico. A mí no me importaría que el diccionario hablara del franquismo y la Guerra Civil desde una óptica conservadora. El problema es que se pasa por encima 40 años de investigación.

A.B.: El historiador es imparcial, pero no neutral. Y la diferencia es marcada: somos científicos, pero con derecho a interpretar. Yo no critico a un historiador por ser de derechas, sino por no saber historia y por tener un retraso de 40 años. Es como si un médico me va a operar con los conocimientos de hace medio siglo: me mata.

M.N.: No todas las interpretaciones son válidas.

A.B.: Exacto, una guerra civil es una guerra civil, no una guerra de liberación ni una cruzada.

M.N.: Los términos significan, tienen connotaciones. Por ejemplo, si dices 'alzamiento' o 'nacionales' Nacionales eran todos.

A.B.: Claro, la República tenía su Ministerio de Defensa Nacional. El discurso del nacionalismo en la España republicana es precioso. Es difícil encontrar a alguien más patriota que Azaña.

M.N.: Esa es la diferencia entre patriotismo y patrioterismo.

A.B.: Eso es, patriotas somos todos, pero una patria que se identifique con el progreso, la democracia, el valor de la ciudadanía

M.N.: Es el caso del liberalismo revolucionario en España en el siglo XIX. Esa lucha no está en el escenario público y es hermosísima. Y España fue precursora en muchos aspectos en los países de su entorno.

Público: Casos como el de este diccionario de la Real Academia de la Historia, ¿demuestran que el fantasma del franquismo sigue latente todavía en España?

M.N.: Todavía somos deudores de la propaganda franquista, que tiene una capacidad de supervivencia insólita. Una de las argucias de la propaganda rebelde fue homogeneizar a sus enemigos en un solo grupo: comunistas.

A.B.: Y eso que el 18 de julio de 1936 comunistas no había muchos. Había muchos anarquistas, socialistas marxistas, pero comunistas...

M.N.: Mis alumnos traen almacenada la propaganda franquista en el inconsciente. Te hablan del 'alzamiento' o de los 'nacionales'. ¿Cómo es posible? La realidad es que en España no ha habido un trabajo para respaldar la memoria democrática.

A.B.: Son las limitaciones de la Transición, que no ha disipado el fantasma del franquismo.

M.N.: Para la gran masa de la ciudadanía no ha habido una continuidad de la atención en estos términos. A mucha gente no le importa convivir con estos términos. El combate se quiere reducir a los reductos académicos, pero es la ciudadanía la que tiene que luchar por ello.

Público: ¿Sigue España cautiva de la Transición de los años setenta?

M.N.: De alguna manera, sí. El 15-M, por ejemplo, ha sido una llamada de atención importante en ese sentido, aunque realmente su alcance es mundial. Una parte de la población está fuera del sistema y sobre todo son los jóvenes. Hasta ahora, no se habían incorporado a la contestación y en el 15-M son ellos los protagonistas.

Público: ¿España permanece anclada en los dos bandos?

M.N.: Es que no hay dos bandos.

A.B.: Solo hay un bando, la República, que era el Gobierno legítimo. Luego hubo unos rebeldes que intentaron monopolizar el concepto de nación con un golpe militar y político en el que colaboraron los políticos fascistas de la época.

M.N.: No ha habido una historia de la nación que respalde el estado democráticoactual.

A.B.: Y que defienda que lo que tenemos ahora es una continuación de la II República. La Constitución del 78 recoge, implícitamente, muchos puntos de la Constitución del 31.

Público: La historia, ¿debe servir para reconciliar?

A.B.: La historia tiene que aproximarse a la verdad. Pero reconciliar, ¿eso qué es? En el bando republicano había auténticos asesinos y todos fueron fusilados. En cambio, ni uno solo de los asesinos franquistas fue juzgado. Se les dieron privilegios, medallas y todo tipo de cargos públicos.

M.N.: En las nuevas generaciones hay mucho desconocimiento por la falta de interés. La historia nos tiene que reconciliar con un pasado que ha sido hurtado por determinados intereses políticos e ideológicos. Se podría partir del liberalismo democrático del siglo XIX que tanto luchó por este país. Ojalá que todo esto del 15-M sirva para que los jóvenes se interesen con la vida política, que es imprescindible.

Público: ¿Debería retirarse el Diccionario Biográfico Español?

A.B.: Yo casi prefiero que se quede como tal, para ridículo de esta gente.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?