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La elegancia es rebelde

Una exposición fotográfica en Tarifa descubre el movimiento congoleño SAPE

ANTONIO GANDIAGA

Un buen día de 1922, el activista congoleño Grenard André Matsoua regresó a su país procedente de Francia. Llegó vestido a la manera parisina, elegante y refinado. Con él comenzó la SAPE, Sociedad de Ambientadores y Personas Elegantes, extravagante movimiento cultural que con el paso de las décadas ha llegado a tener una importante trascendencia social y política tanto en Brazzaville como en Kinshasa, capitales respectivas de la República del Congo y de la República Democrática del Congo.

La muestra fotográfica itinerante Un sueño de ida y vuelta. La SAPE congolesa, que estos días se exhibe en Tarifa con motivo del Festival de Cine Africano, recoge esta curiosa forma de vida desde dos puntos de vista. Héctor Mediavilla, fotógrafo español, se mezcla con los sapeurs para entender el fenómeno en toda su complejidad. Su discípulo congoleño Baudouin Mouanda se centra en el colorido y en la faceta lúdica de una realidad cotidiana para él.

La SAPE se inició en la época colonial, se consolidó tras las independencias, convirtiéndose en un modelo de resistencia, y es ahora cuando todo el mundo en Congo sabe lo que es.

Según Sandra Maunac, una de las comisarias de la exposición, 'la mayoría de los sapeurs son jóvenes que se encuentran ante un sistema político que no les da futuro. Al vestirse de esta manera se dignifican y dicen: no nos podéis colocar en esa pobreza, aunque me cueste mucho esta ropa, por un día soy alguien grande'.

La rutina del sapeur lo lleva a vivir constantemente en su propia función teatral. La puesta en escena no sólo se basa en las prendas, también en los gestos y en una peculiar forma de caminar. Se dedican a animar los espacios de mayor concentración ciudadana así como celebraciones populares. Se reúnen en bares específicos y entre ellos hay tanta competitividad como admiración. En una zona acostumbrada a la violencia y las barreras sociales, ofrecen diversión y risas sin pedir nada a cambio.

El gran objetivo en la vida del sapeur es peregrinar a París. Las condiciones para poder llevar a cabo el viaje no son fáciles, pero el sapeur siempre oculta sus penurias, su condición social. Su obligación es regresar de forma majestuosa para ser reconocido entre los suyos como un aristócrata de la elegancia. El impacto que producen es tan fuerte que diseñadores como Paul Smith se han inspirado en ellos para algunas de sus colecciones.

Transmisores de valores como la higiene o la paz, los sapeurs ven cómo las instancias políticas que antes los reprimían ahora los quieren tener en sus filas. El propio presidente de la República del Congo, Denis Sassou-Nguesso, es conocido dentro de la SAPE como el Cardin comunista. Su enseñanza a la gente del Congo ha sido sencilla y fundamental: todos tenemos derecho a soñar. Como señala Maunac, 'nos cambian la mirada que tenemos respecto a África. Siempre los equiparamos con la miseria, y ellos demuestran tener fuerza para seguir adelante con sus vidas'.

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