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Una adolescencia entre drogas, sexo y crueldad

Fermín Solís publica la novela gráfica 'Mi organismo y yo'

TONI POLO

Fermín Solís (Madroñera, Cáceres, 1972) tiene una manera muy peculiar de almacenar sus recuerdos: los dibuja. Lo hizo en sus dos libros, Los días más largos y El día que vimos nevar, de la mano de su álter ego, Martín Mostaza, y ahora vuelve a hacerlo con Mi organismo en obras (La Cúpula), novela gráfica en la que repasa los años de su adolescencia, en los ochenta. 'Pasa mucho tiempo entre un libro y otro, casi cinco años, porque retomar el personaje implica escarbar en muchos recuerdos, sentimientos, nostalgia', explica el autor. Se trata de cómics autobiográficos casi al 100%: 'Lo poco que no es real son licencias literarias para que la historia funcione'.

'En este libro he procurado tirar más de mis sentimientos para reflejar mi historia interior en una época muy precisa de mi vida', comenta. Describe, con rápidas pinceladas, momentos importantes de la sociedad española desde el punto de vista de un chaval: 'La droga, el sexo, la Guerra Fría... Todo lo aprendíamos en la calle, nadie nos lo explicaba'. Recuerda la crueldad de aquellos momentos: a un amigo amanerado lo llamaban sidoso 'por pura ignorancia'.

Costumbrista, cotidiano, policiaco, infantil, histórico... Fermín Solís ha escrito y dibujado de todo y huye de etiquetas: 'Dicen que tengo sensibilidad indie... Pues no. Me considero un autor que intenta hacer lo que me pide el cuerpo, lo que me apetece contar. Intento hacer cómics que me permitan pasármelo bien, que es primordial para transmitir lo que quiero contar, y que el lector también se lo pase bien'. La ilustración, que igualmente le gusta, la necesita para vivir, mientras que el cómic es una válvula de escape porque 'es más libre'. Aunque algo tiene pendiente: 'De superhéroes no he hecho casi nada, sólo dos páginas para una revista americana en la que nos pidieron a varios autores que nos inventáramos un superhéroe. También me gustaría hacer ciencia ficción'.

'Cambio de estilo continuamente. Martín Mostaza sólo lo puedo hacer así, con rasgos ágiles, veloces; Buñuel [Buñuel en el laberinto de las tortugas, 2008] requiere todo el detalle Intento buscar un registro para cada historia. Hay autores que sólo tienen un registro, yo no'.

Antes, había recurrido al cine para 'echar fuera las historias que llevaba dentro'. Considera que hay que hacerlo: 'Ya sea con la guitarra, los dibujos o con una cámara'. 'Fue una etapa bonita, otra época, hace unos 15 años, en súper 8. ¡Nada de hacer cortos con móviles!'.

Pero se dio cuenta de que lo que quería contar lo podía dibujar. Y dejó la librería de cómics que regentó durante cinco años: 'Soy solitario; lo de la gestión, los distribuidores, las facturas todo eso no era lo mío. ¡Tenía miedo de acabar odiando los cómics!'. Premiado como autor revelación en el Salón del Cómic de Barcelona de hace siete años y con su primera traducción en marcha, llegó el momento de lanzarse a la piscina y dedicarse por completo al cómic. Aunque prefiere pensar que si Mi organismo en obras fuese un bombazo, su cuarta obra no llegará hasta dentro de un buen tiempo: 'Tengo que madurar sensaciones, recuerdos, sentimientos'. El cómic es una pasión que no se programa.

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