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Sabina y Calamaro, un duelo de veteranía en la Sierra de Gredos

Los dos músicos ofrecieron ayer un concierto ante 10.000 personas en Hoyos del Espino

PATRICIA CAMPELO

Todos los elementos de un concierto convencional estuvieron presentes en la cita que congregó anoche a Andrés Calamaro y a Joaquín Sabina en la sierra de Gredos: aglomeraciones, fans, merchandising, puestos de bebida, publicidad y efectivos de seguridad. La diferencia con los ruedos habituales a los que están acostumbrados ambos artistas la marcaba el excepcional paraje natural en el que, desde hace seis años, se desarrolla el Festival Músicos en la Naturaleza.

La cita había generado un gran interés después de que Sabina pospusiera su gira de conciertos en Estados Unidos y México por recomendación médica y por ser el único concierto en España del de Úbeda en el presente año. Y cubrió, sin embargo, las expectativas iniciales de la organización, con más de 10.000 entradas vendidas, parte de ellas horas antes del evento en la misma taquilla.

La explanada de la finca Mesegosillo, donde se ubica el escenario, presentaba mucho ambiente en las horas previas al festival. Dos horas antes del inicio del concierto, Andrés Calamaro visitó la Casa del Parque 'Pinos Cimeros', en cuyo libro de honor ha dejado la siguiente dedicatoria: 'Bob Dylan también lo sabía. ¡Viva Gredos! Andrés Calamaro, habitante de Casavieja' [el cantante vivió durante un tiempo en esta localidad]. Pasadas las 21.30, Calamaro arrancó motores con varios temas de su trabajo El salmón, y para entonces el recinto ya se le quedaba pequeño.

Sabina bromeó con la diverticulitis aguda que le ha impedido ir de gira por EEUU 

El argentino, con estética Bob Dylan, gafas de sol y pañuelo a la cabeza, aprovechó su actuación para mostrar su apoyo al presidente del Consejo de Dirección de la SGAE, Teddy Bautista, detenido el pasado viernes junto a otros miembros de la cúpula de la gestora dentro del marco de la operación Saga por parte de la Audiencia Nacional. Calamaro hizo referencia a los 'presos de la SGAE' y dijo 'yo también soy autor: Bautista, estoy contigo'. El público respondió con abucheos y pitadas, y le increparon: 'Vete, se te ha ido la cabeza', gritaban algunos indignados.

Aun así, los devotos le aclamaron el bis, momento en el que volvió al escenario para tocar Flaca antes de dar paso a Sabina, 'el eterno candidato al Príncipe de Asturias', dijo.  Con el madrileño de adopción ya en escena, Calamaro salió a saludar y bromeó: 'Somos Los Rodríguez'.

Y nos dieron las 10, en versión instrumental, sonó durante varios minutos antes de que la cuadrilla al completo de Sabina saliera de la penumbra del escenario. Los fuertes aplausos recibieron entonces al del chaqué y el bombín negro. Esta noche contigo fue el fogonazo inicial con el que arrancó los primeros coros del público.

Sabina y Mara Barros./Pilar Celi

La diverticulitis aguda diagnosticada al autor de Calle Melancolía le permitió tan sólo movimientos lentos sobre el escenario, acompañados de la voz rota habitual, que derrochó con una parsimoniosa energía. De esta enfermedad se acordó precisamente el cantante, quien explicó que no es nada 'diver' y que da mucho 'por culitis'. Continuó la velada con Tiramisú de limón, el tema con el que inauguró su último trabajo, Vinagre y rosas, del que lleva vendidas más de medio millón de copias.

Andrés Calamaro hizo referencia a los 'presos de la SGAE' y apoyó a Bautista

Después, llegaba el turno de otro de sus éxitos, Aves de paso, que terminó de convencer a un público dispar y llegado de diferentes puntos de la geografía española, como Carlos, un madrileño que, tras seguir a Sabina por varias ciudades de América Latina en giras anteriores, se presentó en el evento con una camiseta histórica, la del concierto de las Ventas de 1994. Otro tema con memoria, Peor para el sol, fue completando el cartel de clásicos que Sabina y sus músicos alternaron con los singles de su último trabajo.

La velada prosiguió entre bromas, poesía y las melodías sin fecha de caducidad, entre las que intercaló las presentaciones de su banda, desde el escudero Pancho Varona, del que su fama 'es imperdible', según el artista, hasta su 'guitarrista con metralla', Antonio García de Diego, a quien presentó con rimas antes de anunciar la despedida de la función. Varona dio el relevo al 'maestro' para afrontar el Rock and roll de los idiotas, que permitió una mínima y comprensible pausa a Sabina.

Vista general del escenario/ Ángel Navarrete

Mara Barros, la corista con la que el de Úbeda consigue la suavidad de los tonos, interpretó, con traje de cabaretista, cigarro en mano y apoyada sobre una improvisada farola, a la sensual protagonista de la canción Para la Magdalena, otro de los temas esperados y uno de los momentos más dulces de la noche. 

Calamaro y Sabina tocaron juntos 'Todavía una canción de amor' y 'Princesa'

Calamaro hizo por fin presencia en el escenario al lado de Sabina, a quien cogió prestado el bombín, para hacer sonar Todavía una canción (del argentino) y Princesa (del andaluz). 

En este escenario natural han participado artistas de reconocida fama internacional. Desde la primera edición, en 2006, con Sting, hasta esta última, han pasado por allí Miguel Ríos, Bob Dylan, Amaral o Mark Knopfler, entre otros. 

A pesar de las protestas de varios grupos ecologistas y del sindicato Comisiones Obreras (CCOO) por el impacto medioambiental que aseguran genera el concierto, la organización del evento confirma que el recinto queda en 'perfectas condiciones' tras la celebración del festival que se celebra una vez al año.

CCOO por su parte, alertaba días antes del 'peligro de incendios' dentro del monte público donde se realiza el concierto. Más de 200 efectivos velaron por la seguridad del evento desde la noche anterior, según la Guardia Civil, para evitar ese tipo de incidentes. 

La edición de anoche cerró sus puertas con rock and roll sabiniano, a petición del público que reivindicó la recurrente frase '¡Eh, Sabina, así no se termina!'. El artista dijo 'adiós'con la energía que no transmitía su rostro. Aún así, las canciones del Pirata Cojo y Pastillas para no soñar pusieron fin al evento en el paraje natural de la Sierra de Gredos en el que, a pesar de los achaques, Sabina estuvo a la altura de sus versos.  

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