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"En Berlín aún te sientes humano"

El escritor esloveno Ales Steger profundiza en la intimidad de la ciudad en su libro de relatos sobre la capital alemana

PAULA CORROTO

Una línea invisible aún divide la ciudad de Berlín en dos mitades. No es un muro físico como el que existió hasta 1989, sino económico. Y separa a sus habitantes y edificios con la misma fuerza que aquel telón de acero. Ya no se trata de Este u Oeste, sino de ricos y pobres. El escritor Ales Steger (Eslovenia, 1973) se dio cuenta de la división cuando hace unos años dejó Liubliana, la capital eslovena, para vivir en el barrio berlinés de Charlottenburg, en el antiguo Oeste. Allí no se encontró ni con locales de moda, ni con bares alternativos ni con las famosas casas okupas de los barrios del Este. 'El del Oeste es un Berlín degradado, como el del extrarradio. Y a mí es el que me gusta', comenta a Público.

De aquella experiencia surgieron los relatos de Berlín (Pre-textos). Este libro no es una guía de restaurantes, ni de hoteles chic. Tampoco es una sucesión de artículos para una revista cool. Se trata de un viaje al interior de la ciudad y al ADN de sus habitantes. Una inmersión que bebe mucho de Walter Benjamin o Elias Canetti. 'Es un libro de metamorfosis y de descubrimientos realizados de una forma bastarda que muestran cómo la ciudad está obsesivamente tratando de recuperar su historia', explica el escritor.

El novelista es una de las voces más potentes de la nueva literatura eslovena

Por los relatos, escritos como si Steger hubiera utilizado una mira telescópica, pululan los vigilantes de los museos, los mercados de pulgas o los nuevos espacios del dinero, el cual, según el autor, ahora 'desprende el olor del Este, pero se deja tocar como una prostituta del Oeste'. 'Berlín está intentando reconstruirse', dice. Una ciudad en plena pubertad esquizofrénica, pero que, por suerte, según Steger, aún conserva cierta humanidad: 'En la mayoría de las ciudades europeas necesitas dinero para sentirte un ser humano. En Berlín todavía existe una forma de convivir amable. Los berlineses tienen esa actitud de hacer cosas de la nada. La literatura, que también trata de crear de la nada', apunta.

En su país, Steger es un reconocido poeta y ensayista. Una potente voz de la nueva literatura eslovena. Aquella a la que la guerra en la ex-Yugoslavia le tocó de refilón en los noventa. 'Por suerte, en Eslovenia apenas la notamos, sólo hubo 50 muertos', confirma. En 1994, creó el festival Días de poesía y de vino, que dirigió durante diez años. 'Fue una forma de acercar la literatura a la gente y de abrirnos a otros países. Antes de la guerra, Yugoslavia era un cosmos muy limitado, autosuficiente, pero tras el conflicto eso se perdió. Necesitábamos volver a mirar al exterior', señala.

'Los berlineses, como la literatura, son capaces de crear desde la nada'

La independencia eslovena trajo otras consecuencias. Desechando la fractura con las formas artísticas de los ochenta, un periodo muy vivo en el que existía una expresión artística politizada y crítica, los jóvenes se lanzaron a la búsqueda de su identidad como país. No se cayó en la nostalgia del comunismo de Tito -la ostalgie-, sino que se buscaron nuevas fórmulas. 'Nuestra obsesión es utilizar restos de la memoria para hacer cosas nuevas, como, por ejemplo, hace SlavojZizek al darle una nueva perspectiva al marxismo', explica Steger, quien aclara así también su leitmotiv para el libro de relatos sobre Berlín: 'Creo que es algo muy de la historia de los Balcanes. Nosotros siempre queremos reinterpretar nuestra historia, mientras que en Alemania pretenden conservarla'.

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